El 13 de enero de 2021.
En 2020, el mundo fue desequilibrado por la pandemia de COVID-19. Antes de que esto sucediera, a muchas de las personas más afortunadas de este planeta, les parecía que la vida estaba construida sobre una base firme y que poco podía alterarla. Probablemente muchas personas tenían pensamientos similares el 10 de septiembre de 2001.
Existen sorprendentes similitudes entre los ataques terroristas del 11 de septiembre y la pandemia de COVID-19.
En retrospectiva se aprecia claramente que el 11 de septiembre sirvió como catalizador para la transformación no solo de la sociedad estadounidense, sino también para la transformación global. Los amplios poderes que el gobierno de Estados Unidos se otorgó a sí mismo bajo el pretexto de combatir el terrorismo eran impensables para la mayoría de los ciudadanos estadounidenses el 10 de septiembre. Confundidos por el miedo, la mayoría de los estadounidenses se sometieron a la Ley Patriota de los Estados Unidos, que les quitó la privacidad y creó la base legal para un estado de vigilancia. Ahora el atroz uso de la fuerza por parte de Estados Unidos en todo el mundo se extiende mucho más allá de la lucha contra el terrorismo.
Del mismo modo, las medidas introducidas con el pretexto de la lucha contra la propagación de la infección han demostrado ir mucho más allá de los campos de la epidemiología y la salud pública. La gente, nuevamente, se sometió en gran medida a sus respectivos gobiernos y permitieron el aumento de control sobre sus vidas. ¿Pero tal vez esta era la única salida? ¿Quizás si no se tomaran estas medidas, el daño sería mucho mayor?
Para empezar hay que reconocer que COVID-19 es una amenaza seria para la salud pública. Además, existe una creciente evidencia que apunta a su origen artificial, que se analiza en detalle en la serie analítica “Coronavirus: sus objetivos, autores y dueños”. En muchos sentidos, la pandemia actual puede verse como el ensayo general de una guerra biológica a gran escala. Y las lecciones de este ensayo general son preocupantes. La histeria masiva desatada por los principales medios de comunicación y las medidas de cuarentena implementadas por los gobiernos han tenido un gran éxito en la destrucción de las economías nacionales, interrumpiendo la atención médica normal, aumentando así la mortalidad de los principales asesinos como el cáncer y las enfermedades cardíacas, exacerbando la crisis de salud mental, interrumpiendo los esfuerzos para combatir el VIH. / SIDA y la tuberculosis en países pobres y alterando los sistemas educativos. Sin embargo, con las notables excepciones de países como China, Vietnam y Cuba, estas medidas no han logrado reducir realmente la propagación de la infección.
Cualquier sistema puede diseñarse con un objetivo principal. Todos los demás objetivos son secundarios por definición y subordinados a este objetivo principal. El objetivo de la atención médica en el mundo capitalista, como quedó absolutamente claro durante esta pandemia, es ganar dinero. Si mientras ganan dinero, los sistemas de salud occidentales logran aliviar un poco el sufrimiento humano y salvar algunas vidas, entonces genial. Pero no se salvarán vidas y no se aliviará ningún sufrimiento a expensas de las ganancias. Esto lleva a la filosofía de que “si una cama de hospital no tiene un paciente, está perdiendo dinero” o “si un quirófano no tiene una operación, entonces está perdiendo dinero”.
Esta filosofía lleva a los administradores de la salud a un esfuerzo consciente para deshacerse de cualquier recurso sobrante, como por ejemplo cualquier tipo de reservas de camas o personal médico. Y esto conduce a la imposibilidad de aumentar rápidamente la capacidad de camas para pacientes hospitalizados y la dotación de personal hospitalario en caso de desastre.
Y hace impensable algo parecido al antiguo sistema soviético de hospitales municipales especializados en enfermedades infecciosas. El sistema de salud soviético, que no fue diseñado para generar dinero, podía permitirse mantener una amplia red de hospitales, que podía estar medio vacía en condiciones normales, pero que entraría en acción en caso de una gran epidemia infecciosa, lo que hacia posible aislar rápidamente a los enfermos que serian atendidos para no seguir propagando la infección.
Es este tipo de sistema el que salvó Moscú del brote de viruela en 1960, que sigue siendo un ejemplo de cómo se puede controlar una enfermedad muchas veces más mortal que el COVID-19 y no dejar que se convierta en una epidemia, cuando el gobierno puede y desea comprometer recursos para salvar vidas. Y los países con un legado comunista y sistemas de salud al estilo soviético en funcionamiento han logrado, hasta ahora, superar a las naciones occidentales más ricas en la tarea de protección real de su población.
En Occidente, el COVID-19 ha servido como excusa para provocar la histeria masiva y para dar a las principales compañías farmacéuticas la oportunidad de obtener increíbles ganancias. Y ha dado a los gobiernos de todo el mundo el poder para reforzar el control sobre la vida de los ciudadanos, igual que lo hizo el 11 de septiembre de 2001. Pero no solo los gobiernos han obtenido medios para mayor control, y no solo las grandes farmacéuticas se han beneficiado. Se ha logrado que las personas dependan involuntariamente de los monopolios tecnológicos para trabajar, comprar bienes y servicios necesarios y educar a sus hijos.
Si se puede llamar a eso educación. Porque la educación a distancia priva a los niños la habilidad más importante que aprendemos en la escuela: funcionar como miembros de la sociedad, construir amistades. Para realizar un trabajo junto a personas que no son necesariamente nuestros amigos. Manejar los inevitables conflictos interpersonales de manera constructiva y no permitir que todo se suma en el caos. Todo esto no se puede aprender desde la pantalla de un ordenador.
Los gobiernos han anunciado claramente, que tienen intención de introducir grandes cambios bajo el disfraz de combatir la epidemia, que se convertirán en permanentes, formando parte de la “nueva realidad” post-COVID.
Sin embargo, lo curioso es que muchos de estos cambios se discutieron años antes de que estallara esta pandemia. Y hablaban de esto las mismas personas, que debatían la necesidad de un “Nuevo Pearl Harbor” para reestructurar la sociedad estadounidense y proporcionar a la comunidad militar y a la inteligencia de los EE. UU., los recursos necesarios para marcar el comienzo del “Nuevo siglo estadounidense”. Muchas de estas personas eran las mismas que hablaron del “Nuevo Pearl Harbor” antes del 11 de septiembre. Incluso antes de que George W. Bush asumiera la presidencia.
Por cierto, la antigua empresa del ex secretario de Defensa de los Estados Unidos, Donald Rumsfeld, -Gilead Sciences-, ganó una gran cantidad de dinero al comercializar su medicamento antiviral remdesivir como tratamiento para el COVID-19. Pero se trataba de algo más que ganancias.
Los neoconservadores, a los que pertenecen Donald Rumsfeld y su equipo, creen en algo llamado “evento transformador”, un cataclismo que rompe radicalmente la vida a la que la gente esta acostumbrada y hace posible cambiar todo por completo, marcando el comienzo de una “nueva normalidad”. ” Son ellos los que hablaron de la necesidad de un “Nuevo Pearl Harbor” incluso antes de seguir a George W. Bush a la Casa Blanca.
Y en cuanto llegaron allí, empezaron a hablar de un “evento transformador” biológico. Lo llamaron “Red Dawn”. Se trataba de un ataque de guerra biológica, que supuestamente llegaría de China. Este ataque debía ser usado como excusa para implementar restricciones masivas a las personas. Similar a lo que está sucediendo ahora. En octubre de 2019 se llevó a cabo un ensayo general de tal pandemia transformadora que se llamó “Evento 201”. Y estas no son afirmaciones infundadas. Las evidencias se presentan de forma meticulosa en la serie “Coronavirus: sus objetivos, autores y dueños”.
Estos neoconservadores, cuyo linaje proviene de una extraña alianza entre viejos ex-trotskistas estadounidenses y los nazis-revanchistas, traídos a los Estados Unidos en el marco de la Operación Paperclip, están trabajando con otros grupos de élite de ideas afines para transformar el mundo. Ellos pretenden convertir el actual sistema de capitalismo transnacional en algo peor que el imperialismo, y algo aún más brutal que lo que sucedió en la Alemania nazi. Quieren convertir al mundo entero en un gran campo de concentración digital.
Quieren construir este campo de concentración digital porque temen y odian el libre albedrío humano. No creen que los seres humanos fueron hechos a imagen y semejanza de Dios, ni creen en ninguna versión humanista secular de este concepto. Son pesimistas antropológicos. Para ellos, los seres humanos no son más que bestias peligrosas e irracionales, y estas bestias necesitan ser atadas para que no se atrevan a morder a sus amos.
¿Quiere que le pongan una correa? ¿Estar encerrado en un campo de concentración digital? ¿Dejar que sus dueños editen su genoma con el pretexto de protegerlo de esta o aquella enfermedad mortal? Aun no pueden hacerlo, pero miles de millones de dólares y las mentes mas brillantes se han reunido para resolver este asunto mientras hablamos. Todavía no pueden controlarte con nanochips o editar tu genoma bajo la apariencia de una vacuna. Pero sin duda podrán hacerlo con tus nietos. ¿Va a permitirlo? ¿O va a hacer algo al respecto? ¿Eres un hombre o un ratón de laboratorio?
Esta no es una batalla que se pueda ganar simplemente tomando las calles y construyendo barricadas. El enemigo quiere que hagas exactamente eso. De esa manera podrán etiquetarlo como un terrorista doméstico y descargar sobre usted toda la furia policial y el ejército.
Debemos librar una guerra diferente. Una guerra híbrida. Una guerra posicional. Librar una guerra informativa y psicológica para contrarrestar las mentiras propagadas por los medios de comunicación. Librar la guerra cultural, luchar contra la llamada cultura pop que busca convertir a tus hijos en cerdos.
Librar una guerra social y económica, liberar a tu comunidad de las cadenas del capitalismo transnacional. Encuentra personas con ideas afines y construye comunidades autosuficientes. Enseñen ustedes mismos a sus propios hijos. Construyan una red de estas comunidades y dejen que su voz sea escuchada. Muestre al resto del mundo que no tienen que someterse a la “nueva normalidad”.
Lo más importante es librar una guerra conceptual e incluso metafísica. Sin esto todo lo demás es inútil. El enemigo tiene una visión del futuro. Es un futuro monstruoso, pero esta visión existe. ¿Qué tienen Ustedes? ¿Estás de acuerdo con este pesimismo antropológico en el que los humanos son solo animales inteligentes que necesitan ser encadenados? ¿O cree que el Hombre debe unirse a su esencia humana? Que es la imagen y semejanza de Dios, para los religiosos. Que el Hombre tiene un potencial creativo oculto, que debe ser despertado y liberado.
El progreso técnico continuará desarrollándose a marchas forzadas, esto es un hecho. Pero, ¿podemos apostar por el verdadero progreso antropológico, superando la alienación de nuestra propia esencia humana? ¿Será la tecnología una cadena para someter a la bestia humana, o será una herramienta en manos de la humanidad para hacer el bien, para restaurar el orden en el universo?
Estas no son reflexiones filosóficas abstractas. Estas son las armas que necesitas si quieres ganar. El enemigo tiene un plan conceptual, una visión de futuro. O te sometes a su visión del futuro y entonces vas a perder, o articulamos la nuestra propia.
Tu futuro y el futuro de tus hijos está en tus manos. No en manos de Donald Trump. No en manos de Vladimir Putin o Xi Jinping. Está en tus propias manos. No hay ningún héroe sobre un caballo blanco que vendrá a salvarte. No hay ningún superhéroe con capa que vendrá para pelear y ganar esta guerra por ti.
Sólo un sujeto social e histórico colectivo puede lograrlo. Sólo un movimiento amplio que unirá a todos aquellos que rechazan este infierno fascista que se avecina. Un movimiento de personas que están dispuestas a realizar un duro trabajo de librar esta guerra híbrida y construir estas comunidades como islas de una vida alternativa. Estas comunidades deben extenderse por todas partes, hasta que se conviertan en la corriente principal. Al igual que los primeros cristianos fueron a las catacumbas y así se extendieron por todo el Imperio Romano en declive, hasta que se convirtieron en la corriente principal y transformaron el imperio, que les había perseguido ferozmente.
Este es el arduo trabajo para la victoria. Lo tienes que hacer tu, nadie lo hará por ti. Hace más de cien años, la Revolución de Octubre se hizo por un grupo de personas muy unidas y dedicadas, cuyo lema era “¡Trabajadores del mundo, uníos!” El lema que proponemos para esta lucha es “¡Humanos vivos del mundo, uníos!” Mírate en el espejo. ¿Estás vivo? ¿Entonces qué estás esperando?
Fuente (para la copia):
Esta es la traducción de un artículo de Lev Korovin, publicado por primera vez en el sitio web de Essence of Time – Europe.