Rojo y Negro

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Articulo de Célestin Komov

La identificación de la URSS de la época de Stalin con la Alemania hitleriana  es una de las claves de la propaganda a la que la gente se expone desde hace decenios. Televisión, prensa, radios, internet, libros escolares, universitarios y de todo tipo, exposiciones… claman y difunden que la URSS fue un país terrible, el Imperio del mal…que en el siglo XX hubo dos monstruosos totalitarismos que se pueden equiparar: el de Hitler y el de Stalin. La diferencia entre ellos se reduciría sólo al color. La Unión soviética de esta época no se presenta como la antagonista principal del fascismo sino que se homologa:  es el “fascismo rojo”, alias el comunismo.

Hay que reconocer que esta operación ideológica anti-soviética y anti-comunista ha tenido éxito. Hoy la gran mayoría de los europeos creen firmemente en esto y están ciegos al engaño. Veamos la eficacia múltiple de este hecho: denigrando a la Unión soviética (y con ello a la idea comunista como tal y a todos los movimientos que en ella se inspiran), permite al mismo tiempo blanquear al fascismo y diluir así su aura negativa preparando el terreno para su puesta al día y su existencia bajo nuevas formas;

Para ver más claro, observemos algunos aspectos de la URSS de antes de la guerra que han sido cuidadosamente ocultados y deformados por los falsificadores de la Historia.

El estalinismo, que ahora sólo está asociado a la represión y al sufrimiento, tuvo  aspectos muy progresistas que no figuran en ningún manual de historia. No vamos a negar que hubo represión, ejecuciones y victimas inocentes…fue un terrible drama que vivieron nuestros propios abuelos y bisabuelos.

Pero es necesario precisar dos cosas. Primero, la proporción de esta represión ha sido mucho menor que la que difunden los perseguidores bien pensantes de la URSS (pie de pagina). En segundo lugar, existen grandes acontecimientos históricos como la Revolución Francesa y los años del gran Terror que la siguieron en los que el número de víctimas fue también muy importante. Sin embrago este hecho no fue una razón suficiente como para denostar en bloque los logros y los valores de la República. ¿Por qué entonces se incita a la gente a sentir un gran rechazo cuando se trata de la URSS?

La respuesta es simple: porque el ejemplo histórico de la URSS es profundamente incómodo para aquellos que están poniendo en pie, bajo el ala de la oligarquía supranacional, un nuevo orden (o desorden) mundial.

¿Qué fue lo esencial del estalinismo desde el punto de vista histórico? Fue la industrialización urgente y forzada del país y de la sociedad entera: el reemplazo del trabajo animal por los tractores y las máquinas de construcción, de la lucha contra la ignorancia y el oscurantismo por la educación, el desarrollo intensivo de la medicina moderna y el acceso de todos a ella, la consolidación de los derechos sociales adquiridos por la Revolución. Los beneficios para el pueblo fueron inmensos: educación y formación gratuitos, medicina de calidad, posibilidad de asenso social que permitió a todos transformarse en ingeniero, científico, artista, funcionario, etc. En 30 años la mortalidad infantil disminuyó en un porcentaje de más de 10 veces, la esperanza de vida dobló pasando de 32-33 años a 65 años. Si según el censo de 1926 el país contaba con 147 millones de habitantes, en 1959 la cifra era de 209 millones. Un aumento de 62 millones en unos treinta años, a pesar de la guerra del 1941 al 45 en la que murieron más de 26 millones de personas.

En lo que concierne a la represión, hay que comprender que la política de industrialización estaliniana se hizo en condiciones muy especiales: por un lado el estado de atraso del país –arrasado además por la guerra civil (1917-1923)- y por otro lado el permanente peligro exterior.  El papel de esta peligro no se debe subestimar. Este peligro hace urgente la necesidad de  industrialización. En un discurso de 1931, Stalin declaró “Tenemos un retraso de 50 a 100 años en relación a los países desarrollados. Tenemos que superar ese atraso en sólo 10 años. Si no lo conseguimos seremos aniquilados”.  Exactamente 10 años más tarde, como sabemos, Hitler atacó a la URSS.

Este mismo peligro condicionó, directa o indirectamente, las purgas de los años 30, por la necesidad de consolidar y movilizar las fuerzas vivas del país. Esta movilización tenía que superar las tensiones políticas al interior del partido, del gobierno y del aparato administrativo, superar también la falta de voluntad y el sabotaje de diferentes elementos que no estaban dispuestos a acelerar el paso. Este es un tema apasionante de la Historia, que no podemos desarrollar aquí. Sólo afirmar que la represión no es inherente al espíritu del proyecto comunista. Es un resultado de las condiciones históricas dramáticas de la URSS de la época estalinista. No nos cansamos de repetir que es insensato e inmoral no reconocer su carácter trágico. Pero hay que decir la verdad. El número de condenados a muerte entre 1921 y 1953 es de 642. 980 personas.  * (0, 38 % de la población), pero una gran parte de las sentencias no fueron ejecutadas.  2.369.220 personas fueron a prisión o a campos de trabajo. Es verdad que son cifras importantes. Pero no tienen nada que ver con la cifra de 66 millones de víctimas de las que habla Soleienistin (Archipiélago Gulag, Vol. 2) y tampoco con los 110 millones evocados en la televisión española en 1976…**     

Para comparar, sólo en 2011 hubo en EEUU 2.266.800 detenidos; el numero de victimas después de la Revolución Francesa es de aproximadamente 50.000 (0, 2%

de la población) sin hablar de las dos o tres centenas de miles de muertos en la guerra de Vendée.

Aquellos que creen que el clima psicológico de la URSS de los años 30 era siniestro, marcado por el miedo y la ansiedad SE EQUIVOCAN.  Al contrario, el clima espiritual estaba marcado por el entusiasmo, la alegría de vivir y construir, y por la fe en el futuro radiante del país. Esto no quiere decir que reinara una suerte de beatitud boba. Había tensión y había problemas, pero predominaba una atmósfera luminosa. Andre Gide, que visitó la URSS en 1936 escribió “Alli habia cosas buenas y malas; debería decir: excelentes y terribles. La excelencia se consiguio gracias a un inmenso esfuerzo. El esfuerzo no siempre y en todas partes consiguió aquello que pretendía obtener. Es posible pensar: no todavía. A veces lo malo acompaña o supera lo bueno; se diría que es casi una consecuencia.   Y pasamos así de las situaciones más luminosas a las mas sombrías con una rapidez desconcertante. En contacto directo con un pueblo de trabajadores, en las obras en construccion, en las fabricas o en las casas de descanso, en los jardines, en los “parques de cultura”, he podido sentir instantes de profunda alegría. He sentido entre los nuevos camaradas una fraternidad que se establece de manera súbita y cómo mi  corazón se dilata, se ensancha.  Es por eso que en las fotografías que me sacaron alli, me mustran tan sonriente, más sonriente de loq ue jamás he estado en Francia. “….Y yendo más lejos: “ Si, pienso que en ninguna parte como en La URSS, se puede sentir tan profundamente y tan fuertemente el sentimiento de Humanidad” ****

Estas palabras no están dichas por azar. Porque la URSS efectivamente fue un inmenso proyecto HUMANISTA, que heredó las mejores aspiraciones del humanismo europeo. Y esto es diametralmente opuesto a lo que fue y sigue siendo el fascismo: un gran proyecto ANTI-HUMANISTA.

Pongamos al margen todo aquello ambiguo y negativo que han dicho sobre el humanismo los intelectuales europeos de posguerra. Entendemos por humanismo algo simple: el amor por el Hombre, la fe en su valor y su dignidad universales, la fe en su capacidad de superarse y en su ilimitada capacidad creadora.

Desde este punto de vista, el fascismo y todas sus variables revelan en su naturaleza profunda el odio por el Hombre, la no aceptación de la universalidad de su valor y de su dignidad, la desconfianza en su capacidad de crecer y de superar su condición animal.

Es la concepción misma del Hombre la que nos muestra la diferencia fundamental e irreductible entre el rojo y el negro, y señala la antinomia de sus bases psicológicas y filosóficas.

Este cuadro comparativo sirve de ilustración, y está inspirado en la exposición que Olga Goryanina presentó en la Universidad de verano 2015 del movimiento Esencia del Tiempo.

Como ilustración

La gran Victoria de 1945, en la que la URSS jugó un papel absolutamente decisivo (contrariamente a lo que hoy cierto discurso histórico contemporáneo trata de hacer creer a la gente ), fue más que una victoria de  un país o de una coalición sobre otra. Tuvo una dimensión moral, espiritual, o incluso metafísica fundamental: la de la lucha del humanismo contra el anti-humanismo, de la humanidad contra la inhumanidad. El pueblo soviético se identifica en este enfrentamiento, masiva y explícitamente como un combate del Bien contra el Mal.

Aquellos que quieren ver una especie de combate entre dos monstruos – de dos “regímenes” o dos “totalitarismos”- están no solamente del lado del ocultamiento del punto de vista de la simple verdad histórica, sino que contribuyen al mismo tiempo a la destrucción de esta dimensión moral y espiritual de la evolución histórica actual. Por que un hilo invisible pero vital une los combates de nuestros días al combate de antes entre el Rojo y el Negro. El decorado y las máscaras han cambiado, pero una dimensión interior permanece: valores humanistas, o bien humanos enfrentados al  odio al Hombre y ala Humanidad.