«¡El que no salte es moscal!»

Cuando en noviembre de 2013 todos vimos en las pantallas de los televisores a las multitudes de ucranianos que saltaban en unisono y gritaban: «¡El que no salte es moscal!», la primera reacción fue de perplejidad e incluso de cierta ironía. Discutiendo en internet sobre este extraño fenómeno, muchos comparaban los brincos de los ucranianos con los saltos rituales de la tribu de los masái y encontraban, que son graciosos. Algunos encontraban en los saltos de la multitud similitudes con los rezos de la secta de los Jlystý: según las descripciones los jlystý saltaban hasta llevarse al frenesí. Pero todas estas comparaciones se hacían con tono irónico.

https://youtu.be/nPvEQ7L3cuQ

Pero a medida que la epidemia de saltos se expandía a cada vez mas amplias capas de la población ucraniana, donde al principio con gusto y después con creciente embrutecimiento saltaban calles enteras, plazas, estadios, campamentos militares, instituciones educativas, vagones de metro… y no solo saltaban, sino gritaban lemas como «moscales la los cuchillos, moscales a la horca”, entonces las ganas de ironizar sobre lo que estaba sucediendo se empezaron a quitar. Impresionó mas el espectáculo de la locura masiva o se ha encendido la memoria histórica (el lema “moscales a la horca” es el transformado lema del UPA “comunistas a la horca”, y los miembros de UPA en tiempo de la II Guerra Mundial rápidamente pasaron de palabras a hechos, es decir a esta misma “horca”), pero de una u otra forma surgió una incomoda sensación de inminente catástrofe. Sin embargo muchos siguieron opinando, que los que están saltando en Ucrania simplemente se están calentando. Que en el Euromaidan de Kiev «los chavales» también solo se calentaban, porque era el mes de noviembre.

https://youtu.be/keR8HXwpbj4

Y después en Maidan pasó lo que pasó.

Y después en Odessa pasó lo que pasó.

Y después el ejercito ucraniano empezó las limpiezas étnicas de los “separatistas de Donbass”.

Y el internet ucraniano se llenó de repugnantes vídeos donde saltan, gritan lemas, llaman a exterminar a los “moscales” y “amoscalados” ciudadanos de Ucrania, y lo hacen no solo los adultos, también los niños.

Dos chicas adolescentes no muy profesionalmente, pero con muchas emociones representan en la lengua ucraniana un “simpático” sketch (ponemos el texto traducido):

Primera chica (cruzando dos grandes cuchillos): Que, moscales…

La segunda chica (levantando un hacha): ¿Hablamos?

Primera: ¡Viva Ucrania!

Segunda: ¡Viva los héroes! ¡Viva la nación!

Primera: (haciendo ruido cuchillo contra cuchillo): ¡Muerte a los moscales!

La segunda se mueve hacia la cámara levantando el hacha, como si el espectador es este “moscal”.

Fin del vídeo…

Un niño sobreexcitado canta al estilo de rap una canción insultante, que dice que mejor vivir bajo [el mando- trad.] de Stepan Bandera, que estar bajo los “catsapos” (otro nombre insultante para los rusos)…

Un montón de vídeos con niños que saltan delirantemente, pequeños y un poco mas mayores. Saltan, excitándose solo por el propio proceso de gritar: “¡El que no salte es…!”. Saltan ya no solo gritando lemas, sino adicionalmente calentándose con el ritmo de un gran tambor. Saltan en fila… Saltan poniendo las manos sobre los hombros del otro y creando un circulo… Saltando hacen Jorovod (baile en circulo) junto con los adultos alrededor un muñeco quemándose que simboliza al presidente de Federación Rusa Vladimir Putin. ”Moscales a los cuchillos!”, o al fuego, como en Odessa.

Sin duda, para llevar a la considerable parte de la población de Ucrania a un estado de psicosis multitudinaria se ha sido utilizado todo un arsenal de métodos informativos-psicologicos. En este articulo estudiaremos solo un ejemplo, del que ya en realidad hemos empezado hablar. De los saltos.

La programación colectiva para alguna acción con ayuda de movimientos sincronizados se conoce desde la antigüedad. Muchos pueblos tenían rituales, que ayudaban a sintonizarse de forma especial antes de una batalla o caza. El objetivo de estos rituales era introducir al guerrero (o al cazador) a un estado especial de trance. Recordemos por ejemplo la danza de los pueblos del Cáucaso “Zicr”. Los saltos, descritos a principio de este articulo de las tribus masáis sirven para el mismo propósito.

https://www.youtube.com/watch?v=Ffbi6HBv2EI

Las acciones rítmicas, realizadas de forma sincronizada por mucha gente les “sintonizan” en la misma honda, crean en ellos sensación de unidad y de fuerza. ¿Qué efecto se consigue haciendo saltos rítmicos colectivos desde el punto de vista fisiológico? Aumenta el riego sanguíneo al cerebro, las endorfinas se liberan en la sangre (hormona de felicidad), mejora el estado de animo, temporalmente aumenta la sensación del bienestar. Y el organismo humano empieza a “decir” a su dueño: «Si te sientes bien, entonces todo lo que haces ahora (o harás) es correcto». Es decir, cada elemento de la multitud que salta en algún sentido recibe una indulgencia interior para librarse de tabúes, prohibiciones, normas, que existen en la sociedad.

Se han escrito muchos trabajos que dicen, que el comportamiento humano en la multitud difiere considerablemente del comportamiento de la misma persona fuera de la multitud. Un interés de investigadores al fenómeno de la multitud surgió a finales del siglo XIX como reacción al levantamiento revolucionario de las masas. Además, la valoración estrictamente negativa a las ideas revolucionarias, sobre todo a la idea de la igualdad, ha creado una visión un tanto especifica del problema.

Gustave Le Bon

Por ejemplo un conocido psicólogo y sociólogo francés Gustave Le Bon (1841–1931), con indignación constatando en su libro “La psicología de las multitudes” (o “La psicología de las masas”, según las traducciones) (1895), que en vez del poder de las élites viene el poder de la multitud, de hecho iguala cualquier proyecto de masas a la revuelta irracional del “populacho sinsentido”, si usamos una definición de Pushkin. Por cierto, describiendo al “populacho sinsentido” el poeta caracteriza con mucha precisión precisamente a una multitud:

Alexander Pushkin

La muchedumbre de populacho sin sentido
Es cambiante, rebelde, supersticiosa,
Se entrega fácilmente a cualquier promesa,
Sensible a la momentánea inspiración,

 Para la verdad es sorda e indiferente,
Se alimenta de mitos ella.

Interesante, que entre las características fundamentales de la multitud Le Bon menciona su impulsividad, estado cambiante, sugestionabilidad. De hecho repite la lista hecha por Pushkin. Con esto Le Bon subraya, que el objeto de estudio para él no solo es la acumulación de gente que de forma casual se encuentra en un cierto lugar y en un cierto momento (por ejemplo multitud que está en un mercadillo). Le interesan solo las concentraciones, que de repente toman una direccionalidad, es decir resultan cargadas por alguien (o algo) para la realización de cierta acción. En esta multitud cada individuo sufre “pérdida temporal de la personalidad individual consciente del individuo, su suplantación por la “mente colectiva”de la masa, acciones y reacciones dominadas por la unanimidad, la emocionalidad y la irracionalidad… Los sentimientos y las ideas de todas las personas aglomeradas adquieren la misma dirección y su personalidad consciente se desvanece….”. Precisamente esto el llama “multitud organizada”. Para que la concentración de personas se convierta en una masa organizada hace falta la «influencia de algunos agitadores». En el caso estudiado por nosotros los saltos y los lemas ejercen el rol de uno de estos agitadores.

Antes de seguir adelante haremos una anotación. El termino «masas virtuosas» suena raro. Le Bon lo justifica: «las masas criminales existen, pero también habrá que considerar a masas virtuosas, a masas heroicas y a masas de muchas otras clases…Un heroísmo como ése es sin duda inconsciente en alguna medida, pero de esa clase de heroísmo está hecha la Historia». Pero la Historia se hace por un pueblo y no por la multitud. Es decir, Le Bon prácticamente iguala al pueblo que hace Historia a la multitud, llámala como quieras, “organizada”, “virtuosa”…

Anotando que para nosotros la gran masa de seres humanos, que participa en las revoluciones, guerras y otros grandes acontecimientos históricos para nada es idéntica a la multitud, indicaremos, que muchas tesis de Le Bon en relación a lo que es una multitud siguen siendo ciertas hasta el día de hoy.

La masa organizada (este termino usa Le Bon al igual que el termino “masas virtuosas”, lo usaremos nosotros también) posee un «alma colectivo». Le Bon insiste, que «en el alma colectivo las capacidades intelectuales

de los individuos y en consecuencia su individualidad desaparecen; lo diverso se hunde en lo uniforme…» Convirtiéndose en miembro de muchedumbre organizada, los individuos adquieren rasgos absolutamente nuevos y específicos. Le Bon cuenta cuatro causas.

Primera causa — la desaparición de la personalidad consciente. A la persona « le permite ceder ante instintos que, de haber estado solo, hubiera forzosamente mantenido bajo control. Estará menos dispuesto a autocontrolarse partiendo de la consideración que una masa, al ser anónima y, en consecuencia, irresponsable, hace que el sentimiento de responsabilidad que siempre controla a los individuos desaparezca enteramente».

La segunda causa — el predominio del subconsciente. El triunfo de lo inconsciente se manifiesta en particular en la capacidad del individuo contagiarse rápidamente de las emociones de otros individuos cercanos, apoyar, sin reflexionar, rápidamente sus acciones:“ En una masa, todo sentimiento y todo acto es contagioso; y contagioso a tal grado que un individuo se vuelve dispuesto a sacrificar su interés personal en aras del interés colectivo”.

Maidan es un claro ejemplo de ello. En cuanto una persona empieza a tirar a las personas vivas “cócteles Molotov”, enseguida este ejemplo resulta ser contagioso.

La tercera causa (Le Bon la considera la mas importante) es la sugestionabilidad. En la multitud el individuo «pronto se encuentra en un estado especial que se asemeja mucho al estado de fascinación en el que se encuentra el individuo hipnotizado».

Y por fin la cuarta causa, que caracteriza a una persona en la multitud, según la opinión de Le Bon es la impaciencia:«la tendencia a transformar inmediatamente las ideas sugeridas en acción».

Aquel que se convierte en un elemento de una masa organizada y adquiere estas características especificas siente como «que una civilización altamente refinada regresara a una fase muy anterior de la evolución social. Aislado, es posible que sea un individuo cultivado; en una masa será un bárbaro – esto es: una criatura que actúa por instintos», afirma Le Bon.

Los investigadores resaltan, que el nivel del pensamiento critico de la “persona en la multitud” baja hasta nivel de un niño de 5 años (en parte con esto está relacionada la sugestionabilidad, de la que habla Le Bon). Se enciende la lógica binaria de blanco y negro. Cuando la multitud se desintegra (la multitud es siempre un organismo temporal) a la gente, en la mayoría de los casos, vuelve la capacidad de pensar de forma crítica.

En la multitud es prácticamente imposible quedarse como vigilante pasivo y neutral, la energía de una gran masa de personas arrastra como un torbellino. Intente encontrarse dentro de una multitud y no hacer aquello que ella hace en este momento, no gritar cuando todos gritan eslóganes en un estadio, no aplaudir cuando todos rompen en aplausos en un concierto. Se puede abstener, pero el impulso de fundirse con la multitud se notará enseguida. La renuncia voluntaria a fundirse con la multitud se percibe por el organismo como incomodidad física. No involucrarse en lo que hace la multitud y quedarse dentro de ella como una personalidad es posible, pero requiere una considerable tensión emocional.

Los gritos de los lemas, eslóganes etc. sirve como para regular los ánimos y atención de la multitud, como para desencadenar un mecanismo psicológico de reconocimiento «amigo o enemigo»: si todos alrededor hacen lo mismo que yo, entonces son de los nuestros. Y el que no está con nosotros está en contra de nosotros. Precisamente siguiendo este principio está construido el lema «¡El que no salta es moscal!». La multitud saltando se une contra en enemigo-moscal, y de paso se enciende para pasar al uso de cuchillos y horcas.

La masa no es capaz de crear, para crear la gente se organiza en estructuras mucho mas complejas, y después mueven las montañas, y cambian cauces de ríos. Pero la multitud solo puede destruir . Y la «organiza

n para esto».

En Occidente trabajaron organizaciones muy serias en búsqueda de respuestas a la pregunta ¿cómo dirigir a la multitud, cómo solucionar con su ayuda unos u otros grandes problemas políticos “no estándares” (como la desestabilizaron de un gobierno o incluso un golpe de estado)? Estas organizaciones de forma muy atenta estudiaban las tradiciones religiosas mundiales clásicas, sectas, todo tipo de movimientos religiosos nuevos y seudo-religiosos, interesados sobre todo en los estados de trances grupales y estados de éxtasis. El objetivo consistía en encontrar «tecnologías», con ayuda de las cuales se podrían producir estos estados en las grandes multitudes de gente.

Sobre esto hablaremos en el siguiente articulo.

Fuente (para copiar): https://eu.eot.su

Esto es una traducción del artículo (publicado en el periódico “Esencia del Tiempo” número 100 del 22 de octubre de 2014) de Anna Cudinova y Valeri Tsicunov de una serie de artículos sobre las tecnologías de guerra informo-psicológica que se emplean para influir y controlar la opinión pública, a las grandes masas de gente y que se usan ampliamente para injerencias encubiertas a estados soberanos para cambiar su política, o incluso en golpes de estado manejados desde exterior.

Le animamos a compartir nuestras traducciones y artículos, pero SOLO con una mención a la pagina del en eu.eot.su (ver el enlace arriba).

 

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