21 de Mayo de 2014.
“Esencia del Tiempo” Perm
Rúbrica: Frente cultural.
Como bien se sabe, inmediatamente después del golpe de febrero, los diputados de la Rada Suprema de Ucrania han emprendido un proceso de revocación de una ley, la cual daba rango de lengua oficial regional al idioma ruso. Entre tanto, el conflicto de idiomas en Ucrania ya estaba muy caldeado antes de este hecho. Los activistas de la comunidad ruso-parlante criticaban en repetidas ocasiones la legislación ucraniana sobre las lenguas, considerándola discriminadora (ver, por ejemplo el artículo: “¿No se discrimina el ruso?”).
La Comunidad Internacional ha reaccionado a la agudización de la cuestión lingüística de una forma muy específica. La ONU ha conseguido, en un plazo de tiempo más que breve, realizar la pertinente investigación. De los medios oficiales ucranianos: “En el Ministerio de Asuntos Exteriores han subrayado que, en el informe publicado por la Dirección del Comisario Supremo de Derechos Humanos de la ONU, se niegan de forma rotunda las violaciones de los derechos de la minoría rusa en el país, que han sido la razón de acciones agresivas emprendidas por la Federación Rusa en contra de Ucrania. Al mismo tiempo, los representantes de la ONU se dieron cuenta de la violación de los Derechos de los Tártaros de Crimea, así como de los ucranianos que viven en Crimea, después de entrada de la Federación Rusa en dicha península. Algunos representantes de estos pueblos, como consecuencia de amenazas, han tenido que abandonar el territorio en cuestión”.
No hay nada sorprendente en los resultados de la “investigación de los expertos”, pero sí que hay muchas dudas sobre el hecho de que tal “investigación de expertos” se haya llevado a cabo en la realidad. Cuando la Comunidad Internacional se lava las manos respecto al mundo ruso (y esto sucede continuamente), nosotros debemos, por nuestra cuenta, realizar el trabajo de los expertos internacionales. Y esto es a lo que nos dedicamos aquí. Aprovechamos la ocasión para hacer un llamamiento a todos los ciudadanos interesados en unirse a la discusión del problema, en recopilar datos sobre la situación, directamente de la realidad.
SITUACIÓN DE PARTIDA.
¿Cuánta gente en Ucrania se puede considerar ruso-parlante? La agencia Gallup, según los resultados de la investigación del año 2008, concluye en que más del 83% de los encuestados han preferido rellenar el cuestionario en idioma ruso. Esto no quiere decir en absoluto que para todos ellos el idioma ruso sea el idioma natal, pero esto permite suponer, que el idioma ruso sigue siendo la principal lengua de escritura en Ucrania (muchas veces el idioma verbal y el idioma de la escritura de un individuo no coinciden).
De acuerdo con los datos del censo de la población de 2001, el idioma ruso es la lengua natal para el 29,6 % de los ucranianos.
Estadística oficial. “Lengua natal”.
Estadística oficial. “Lengua natal” según algunas regiones ucranianas. Porcentaje de ruso como lengua natal (rojo), y de ucraniano (amarillo y azul). Las regiones son (desde arriba hacia abajo): Járkov, Odesa, Lugansk, Zaporozhsk, Donetsk y Crimea.
El hecho de que la “lengua materna” en sociología oculta la realidad es bastante contradictorio, lo cual discutiremos a continuación. Debemos tener en cuenta que muchos expertos opinan que estas cifras subestiman a la población. Aquí están las cifras “Demoscope Weekly”:
“El Fondo ‘Opinión Pública’ encuestó a 2000 ciudadanos en febrero de 2002 procedentes de 25 regiones de Ucrania sobre su pertenencia lingüística. A los encuestados se les hacia la siguiente pregunta: ‘¿En qué idioma os resulta más fácil hablar?’. El 44% afirmaba que en ruso, el 40% en ucraniano, y un 13% por igual en ambos idiomas. En las capitales regionales el 75% de la población prefiere comunicarse en ruso (y sólo el 9% en ucraniano), mientras que en las zonas rurales el 65% de la población habla ucraniano (y el 18% en ruso). Un 44% de los habitantes de Kiev afirmaron que les resulta indiferente en qué idioma comunicarse, ya sea ruso o ucraniano.
El 34% prefiere el idioma ruso y sólo el 10% de Kiev se decanta por el ucraniano. En ucraniano y en ambos idiomas a menudo habla la generación de más edad, mientras que en ruso los jóvenes. La mayor diferenciación por idioma se observa en función de la ubicación geográfica: en el oeste y el noroeste hablan casi exclusivamente ucraniano (92-93% frente a 4,5% en ruso), mientras que en el este se habla mayoritariamente en ruso (89% contra un 1% en ucraniano)”.
“¿En qué idioma le resulta más fácil hablar a Ud.?” (Fondo “Opinión Publica”).
Vamos a considerar que la Ucrania ruso-parlante real es del 30 al 40% de los ciudadanos, que representan la mayoría en las regiones del sudeste y una mayoría aplastante en Crimea. Podemos sacar una conclusión inequívoca: la Ucrania contemporánea se compone de dos grandes comunidades culturales y lingüísticas (la cuestión sobre la ruptura dentro de la comunidad ucranio-parlante no la vamos a tener siquiera en consideración, aunque si la dividiésemos imaginariamente en “central” y “occidental” tendríamos que reconocer prácticamente una dominación demográfica de la comunidad ruso-parlante sobre sus vecinas). A diferencia de los expertos de la ONU, nosotros no contamos con los métodos de analítica exprés del cumplimiento o violación de los derechos de las comunidades lingüísticas. Para valorar la situación del 30 – 40% de los ciudadanos de Ucrania, tendremos que hacer varias excursiones, adentrándonos en el territorio e historia de la cuestión.
FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS.
Antes de hablar seriamente sobre la política lingüística en Ucrania, deberemos hacer algunas observaciones de carácter metodológico.
Primero. No hay receta universal para la resolución de los problemas lingüísticos, simplemente no puede existir ninguna norma aceptada por todos. Estamos estudiando cuidadosamente los precedentes, tratando de entender la lógica de las políticas lingüísticas de diferentes países, pero queremos recordar que en cada país la situación lingüística es única: es necesario tener en cuenta las tradiciones de las relaciones entre las comunidades lingüísticas que interactúan, el nivel de desarrollo de las lenguas literarias, el grado de similitud de las lenguas, el contexto de la política exterior, etc. En cada situación debe ser considerado un enorme espectro de circunstancias, y cualquier referencia a los “estándares internacionales” carece de legitimidad.
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Segundo. Por lo general, la política lingüística actúa como una “alegoría“: el lenguaje es un símbolo tan poderoso de identificación, que muy a menudo (aunque no siempre) la gente inconscientemente incorpora a la lucha por el idioma muchos significados políticos. Así, el activismo en Ucrania de habla rusa se debe no sólo a la reducción del alcance de la utilización de la lengua rusa, sino también al desequilibrio sustancial entre los grupos culturales y políticos en la actual Ucrania, en particular, el dominio demasiado obvio de los occidentales en la educación, la política cultural y los medios de comunicación.
Tercero. Un debate serio sobre la política lingüística requiere el dominio de un mínimo de herramientas socio-lingüísticas. Así que pasaremos a hablar sobre ellas.
El concepto de “idioma estatal” no existe en muchas jurisdicciones, pero en realidad cualquier estado utiliza uno o más idiomas como públicos. Así, en la URSS se ha decidido evitar el término “idioma estatal“, pero precisamente la lengua rusa era de hecho el idioma de Estado; a una variedad de idiomas (ucranio, georgiano, armenio, etc.) se les asignó funciones muy amplias dentro de las Repúblicas de la Unión. El idioma oficial es sobre todo el idioma en el que la burocracia se comunica con su pueblo.
Se debe, sin embargo, distinguir el idioma oficial del idioma de la comunicación real entre ciudadanos de un mismo Estado. A escala de la Federación Rusa y la URSS, el rol de la “lengua franca” universal puede ser interpretado sólo por el idioma ruso. El ruso aún conserva este papel en gran parte en Kazakstán y en Ucrania, a pesar del hecho que la burocracia prefiere cada vez más sus lenguas “nacionales“.
El conflicto lingüístico surge en gran parte debido a que no se tienen suficientemente en cuenta los intereses y las posiciones de las llamadas “lenguas maternas“. Esto es la “primera lengua” de una persona, aprendida antes de los 5-7 años. La ciencia cognitiva nos da pruebas para creer que este lenguaje funciona de manera muy diferente que cualquier “segunda lengua”, incluso si el individuo ha llegado a dominarla a la perfección. Asimismo, usando la lengua no materna el individuo utiliza principalmente el hemisferio izquierdo del cerebro, mientras que el habla en la lengua materna activa los dos hemisferios. En este sentido, la lengua materna se asocia con una especie de “confort cognitivo”, aunque socialmente confortable puede ser otro idioma.
La necesidad del uso de la lengua materna existe objetivamente, pero en la lucha política a menudo se habla del derecho a la “lengua materna“. Muchos equiparan los términos “nativo” y “materno“, mientras que otros afirman que la “lengua materna” es una construcción política. De hecho, en la pregunta de la encuesta sobre la lengua materna, el encuestado generalmente nombra la lengua de su grupo étnico, aunque, de hecho, no la hable. De esta manera, algunos expertos creen que se subestima la magnitud de la lengua rusa y se exagera la información acerca de la popularidad de las lenguas minoritarias. Por lo mismo, muchos ucranianos que tienen como lengua materna el ruso, se identifican con el grupo lingüístico ucranio-parlante. La necesidad de la lengua materna es asociada a la necesidad de una auto-identificación, al desarrollo de una conciencia nacional, y no se debe confundir con la necesidad de las lenguas maternas.
Según la opinión del académico V. A. Tishkov: “(…) Si en la Unión Soviética hubiese existido suficiente información adecuada sobre los idiomas en los que hablaba la población del país y si la interpretación y la percepción de la situación en la esfera lingüística hubiese sido correcta, el colapso de la URSS habría resultado imposible. El nacionalismo lingüístico de las antiguas minorías Soviéticas llevó a “penalizar” el idioma ruso, poniendo en situación de discriminación a la población ruso-parlante (…). En estos casos, nos referimos a la mayoría de la población de estos países, tales como Bielorrusia, Kazakstán, Kirguistán, Letonia, Moldavia o Ucrania, en los cuales este idioma era lengua materna para casi toda la población de Bielorrusia, entre un tercio y la mitad de la población de Ucrania, Kazakstán, Kirguistán y Moldavia.” (Valeriy Tishkov, “Réquiem por la Etnia”. M., 2003, pág. 210.).
Otro factor importante en la lucha de idiomas es el de la lengua de prestigio. Esto, por supuesto, no es un término estricto, pero es parte de la realidad objetiva. La persona no es un rehén de su lengua materna y con frecuencia es capaz de hacer la elección de la lengua. Resulta preferible el lenguaje asociado con la actividad social, el desarrollo profesional y el acceso a la cultura mundial. Muy a menudo, los padres que poseen como maternas lenguas minoritarias prefieren enseñar a sus hijos el idioma de la mayoría étnica. Por supuesto, el idioma de más prestigio en la URSS fue el ruso, aunque en una serie de repúblicas de la Unión otras lenguas nacionales gozaban de cierto prestigio social. Tras la independencia, muchas de las ex-repúblicas soviéticas han realizado esfuerzos intencionados encaminados a aumentar el prestigio de sus lenguas nacionales (ucranianos, kazajos, azeríes, etc.).
Habría aprendido ruso sólo porque Lenin hablaba en ese idioma.
No podemos hablar, sobre todo debido a las especulaciones en torno al “dialecto de Malorossia“, sobre las diferencias entre lengua y dialecto. Es extraño escuchar conversaciones sobre que “objetivamente” lengua ucraniana es un dialecto del ruso. De hecho, hay ejemplos de sistemas lingüísticos mucho más lejanos entre sí que se reconocen como variantes dialécticas. Tal es el caso de algunos dialectos del chino y el árabe. Un dialecto se convierte en lengua nacional en un proceso de construcción lingüística (Fishman: “Custodes Linguae”), que se lleva a cabo a menudo por parte los intelectuales (escritores, lingüistas, líderes políticos). En su sentido más completo, la lengua nacional es la lengua de la literatura, no en el sentido de la “lengua de la literatura de ficción“, sino en el sentido de un lenguaje que tiene reglas fijadas en diccionarios de gramática, ampliamente utilizado en la escritura, que posee léxico filosófico, técnico y científico. Todos los sistemas lingüísticos por si mismos son hermosos, pero no todos son idiomas literarios.
El ucraniano puede ser considerado por algunos parámetros como uno de los idiomas más desarrollados entre las lenguas de la Unión Soviética: en él se publicaba literatura especial (por ejemplo, en el ámbito de la química y de la medicina era el segundo idioma de la Unión Soviética, y el número de artículos publicados en ucraniano en las revistas científicas era superior a los publicados en sueco y en holandés), se ha realizado como idioma literario en la novela, y tiene unas normas literarias y variaciones dialectales. Por lo tanto no somos partidarios de ironizar sobre el “mova“, como lo hacen algunos escritores rusos (Turgenev, Bulgakov y otros). Es un hermoso idioma, quizás no se ha desarrollado en la misma medida que la lengua literaria rusa, pero objetivamente existe en forma literaria.
Precisamente la proximidad de la lengua ucraniana al ruso y el predominio evidente del ruso en todas las esferas de la vida estatal durante el período histórico anterior, determina la condición problemática del “dialecto de Malorossia”, que se ha convertido desde hace mucho tiempo en una lengua literaria. La rivalidad entre estos dos idiomas similares, uno de los cuales proporciona una cultura común y de autoridad, ha creado la particular situación de la lengua ucraniana.
POLÍTICA LINGÜÍSTICA DEL IMPERIO RUSO, DE LA URSS Y DEL CEI.
La política lingüística rusa ha pasado por varias etapas, que describiremos brevemente. Aquí podemos confiar, en particular, en un libro muy valioso de Vladimir Mijailovich Alpatov “150 idiomas y la política. 1917 – 2000“(Moscú, 2000). Precisamente a partir de este trabajo tomamos nuestras tesis principales y los hechos descritos a continuación.
Muy a menudo, los investigadores hablan de la política lingüística y de sus dos variantes: la nacionalista (a la que, por extraño que parezca, la llaman también “imperialismo lingüístico“), y la multicultural. En el primer caso, se observa la intención del Estado de la creación de un único colectivo lingüístico y cultural, mientras que en el segundo, se trata de un intento de construir una sociedad plurilingüe y multicultural armoniosa, en la que no haya “discriminación” de las minorías. Como ya hemos dicho, la receta universal para la felicidad lingüística aún no ha sido inventada por la humanidad, y en toda sociedad hay grupos lingüísticos que se consideran discriminados. Cabe destacar que en la Rusia actual se habla, entre otras cosas, de la discriminación de las personas de habla rusa en algunas repúblicas (por ejemplo, en Tatarstán y Tuva). Haremos hincapié en que, de moment,o no estamos hablando de “discriminación“, sino que sólo hablamos de una sensación de discriminación, de las necesidades de unos u otros grupos de expandir las esferas del uso de su lengua.
La política del Imperio Ruso puede considerarse convencionalmente como “nacionalista“, ya que el Estado hizo algunos esfuerzos para difundir la lengua rusa y la “no proliferación” de las lenguas minoritarias. Hoy en día se suele idealizar las políticas nacionales y lingüísticas del pasado, pero en realidad casi todas las lenguas del imperio estaban sujetas a serias restricciones. En particular, en el último cuarto del siglo XIX se prohibió la publicación de libros y periódicos en el idioma ucraniano (de Malorossia [de la Pequeña Rusia] nota del traductor). Se hicieron algunas concesiones para Finlandia y Polonia, sin embargo allí también había intentos de rusificar la educación y la cultura.
Así, en 1917 los derechos de las lenguas maternas fueron una de las cuestiones políticas más urgentes. Las autoridades soviéticas tomaron el programa del multiculturalismo más radical, en la década de 1920 y la primera mitad de los 1930, los lingüistas soviéticos trabajaron en la creación de un lenguaje literario para todos los pueblos de la URSS, presuponiendo su introducción gradual en todas las esferas de la vida soviética. Esta solución fue en gran parte utópica:
En primer lugar, era imposible determinar el listado de los pueblos necesitados en sus lenguas (lingüistas como V. Bartold o E. Polivanov, por ejemplo, creían que en Asia Central no hay nacionalidades, señalando que la identidad está determinada en esa zona por la religión y la situación geográfica).
En segundo lugar se plantea la pregunta: ¿qué dialecto usamos para poner como base para la norma literaria?
En tercer lugar, la necesidad de la burocracia de hablar en todas las lenguas recién creadas habría paralizado el aparato estatal.
En cuarto lugar, no se puede contrarrestar el factor de la lengua de prestigio, y los portadores de las lenguas extrañas, o bien no han leído a Lenin en absoluto, o lo han leído en ruso (la necesidad de culturización causaba interés hacia la lengua rusa).
Entre los problemas que resolvían los constructores lingüísticos, está la creación de la educación en las lenguas maternas (incluida la enseñanza superior), lo cual hoy en día está altamente valorado por los ideólogos contemporáneos de las políticas lingüísticas (por ejemplo, los expertos de la UNESCO). La política multicultural de los bolcheviques respecto a los intereses de las lenguas maternas era a menudo incomprensible para los propios portadores de estas lenguas. “Tal vez por encima de todo, se resistía a estas políticas el clero musulmán. En algunos lugares del Cáucaso Norte, los primeros maestros eran fusilados junto con sus abecedarios” (Alpatov, V. M. 150 idiomas (…) pág. 46).
En 1929, Centrizdat (Editorial Central) publicó libros de texto en 56 idiomas, y en 1934, en 104.
LA LENGUA GITANA. Manual de gramática y escritura. Centrizdat. Moscú 1931.
El destino de Ucrania de nuevo es distintivo. Hasta 1919, aquí se llevó a cabo la política de “rusificación”, porque muchos comunistas no reconocieron el ucraniano como una lengua separada (considerándola un dialecto). Sin embargo, el problema fue resuelto por el “especialista” más influyente en aquel entonces en el asunto de las nacionalidades. En el X Congreso del PCR(B), I. V. Stalin dijo: “(…) hace poco todavía se decía que la República de Ucrania y la nación ucraniana son una invención de los alemanes. Sin embargo, está claro que la nación ucraniana existe, y el desarrollo de su cultura es un deber para los comunistas” (Stalin. Obras completas, vol. V, págs. 48 – 49).
A mediados de la década de 1930, definitivamente ganaba la doctrina del “socialismo en un país separado”. Empezó cierta “rusificación” de las regiones. Las represiones fueron sufridas tanto por los constructores lingüísticos, como por los representantes de los intelectuales nacionales.
Un signo brillante del cambio de actitud en la política lingüística fue la traducción del alfabeto al cirílico. Muchos constructores lingüísticos de los “veinte” preferían el alfabeto latino como alfabeto unificado de la futura humanidad unida. Por sí misma, la elección entre los dos alfabetos era más política que lingüística. Ambos alfabetos son adecuados para la transmisión de distintos sistemas fonéticos (sonidos). En el alfabeto cirílico hay más caracteres, incluso que en el latino, el cual, sin embargo, utiliza más activamente caracteres acentuados adicionales (aunque los mismos se pueden utilizar en el alfabeto cirílico). Sin embargo, algunos brillantes lingüistas trabajaron en los alfabetos romanizados para las nuevas lenguas literarias. Sería suficiente, por ejemplo, conocer la personalidad del creador de toda una serie de alfabetos, E. D. Polivanov, para entender el altísimo nivel y la cualificación de los constructores lingüísticos. Los alfabetos cirílicos a menudo se creaban con prisas y eran inferiores en su nivel de desarrollo a los alfabetos latinos. Sin embargo, con el tiempo, muchos errores han sido corregidos, y la letra cirílica sirvió durante varias décadas como forma de escritura para múltiples idiomas.
Vale la pena recordar que ambos alfabetos emanan del modelo griego, y el cirílico actual es el resultado de la reforma realizada por Pedro el Grande: se formó el alfabeto ruso civil, de hecho, un cirílico ya romanizado (unificado bajo el alfabeto latino). Teniendo en cuenta las circunstancias mencionadas, los argumentos lingüísticos a favor de uno u otro sistema son a menudo la legitimación de la elección política (los serbios utilizan el alfabeto cirílico, y los croatas el alfabeto latino, aunque hasta hace poco era habitual suponer que hablan el mismo idioma).
En 1938, el CCA del PCU(B) y el CNA aprobaron una resolución “Sobre el estudio obligatorio de la lengua rusa en las escuelas de las repúblicas nacionales y regiones“. Definitivamente, el “nacionalismo lingüístico” (de nuevo hacemos hincapié en que este término es condicional) se impuso a partir de 1945. El famoso brindis de Stalin “¡Por el pueblo ruso!” marca el giro definitivo de la política nacional. La política lingüística post-estalinista es el resultado de la superposición de multiculturalismo radical de los veinte y el posterior nacionalismo lingüístico condicional. De hecho, se trataba de la distribución en las repúblicas y regiones autónomas del bilingüismo de masas como norma para el pueblo soviético. Por lo tanto, se anunció que el ruso ha de convertirse para las minorías étnicas de la URSS en la “segunda lengua materna“.
Hay que tener en cuenta que la propia formulación puede parecer absurda sólo si identificamos la lengua materna con la nativa. Si tenemos en cuenta el significado político del término “lengua materna“, se puede observar un intento de creación de una comunidad lingüística unida, que responda perfectamente a las exigencias de un Estado como la Unión Soviética (industrial, que tenia altos estándares en educación, que se estaba urbanizando rápidamente).
O. Azizov, M. Mirzaev, A. Safayev, A. Bўribekov. Gramática comparativa de los idiomas ruso y uzbeko. Curso Corto. Tashkent, 1965.
La política estatal del bilingüismo se valoraba por los “sovietólogos” casi siempre de forma negativa. Uno de los “expertos” extranjeros no dudaba en escribir sobre las “actividades destructivas de la lengua rusa” (M. Bruchis. One step forward, two steps back: on the language policy of the Communist Party of the Soviet Union in the National Republics. Nueva York, 1982, pág. 12).
Y aquí tenemos el punto de vista del autor post-soviético: “Esto [la política lingüística soviética] ha dado lugar a fenómenos negativos tales como el nihilismo cultural y lingüístico en relación a la cultura nacional y la lengua materna. En la literatura socio-lingüística contemporánea, esta política o similar se define como “imperialismo lingüístico” y a su aplicación como “genocidio lingüístico” o “lingüicidio”” (V. P. Neroznak. Situación lingüística en Rusia: 1991 – 2001. Idiomas estatales y titulares en Rusia. M., 2002, págs. 5-6).
En realidad, estaría bien comparar el lingüicidio Soviético con las prácticas democráticas nobles. En los Estados Unidos en el siglo XX desaparecieron decenas de lenguas indígenas, y el holandés casi ha desaparecido. En Australia se extinguieron aproximadamente 100 lenguas indígenas. En Japón, la lengua ainu se extinguió recientemente (y nadie realizó programas de traducción y aprendizaje en ainu, creación de la literatura nacional en ainu, etc.).
En Francia, entre 1930 y 1940, en las escuelas estaba prohibido cualquier idioma distinto del francés. Niños sami fueron agredidos en sus escuelas en Suecia y Noruega por el uso de se lengua materna. Francia no se preocupaba mucho por la lengua bretona, y en cualquier caso, los idiomas Bashkiria y Nenets recibieron un apoyo mucho mayor. La “rusificación” fue un proceso objetivo, con el que la autoridad no podía no contar: el número de escuelas nacionales y estudiantes en ellas se redujo drásticamente desde la reforma de la escuela en 1958, cuando los padres recibieron el derecho a elegir entre las escuelas rusas y nacionales. Y si la Unión Soviética hubiera seguido imponiendo las lenguas nativas a las poblaciones autóctonas, hoy estarían escribiendo sobre la imposición forzosa del arcaísmo, ¿no es así?
La perestroika y el posterior colapso de la Unión Soviética condujeron a un peculiar renacimiento de la utopía de los años veinte. Las repúblicas y los distritos autónomos de la Federación de Rusia, que recibieron al principio grandes competencias en el ámbito de la educación y la cultura, comenzaron a desarrollar activamente las “lenguas maternas” de sus territorios. Con esto, muy a menudo la necesidad de la autodeterminación entraba en conflicto con la necesidad de una lengua materna, ya que incluso muchos miembros de los pueblos autóctonos minoritarios utilizaban el ruso en la vida cotidiana de las familias. El movimiento más poderoso de “indigenización” se observó en Tatarstán y Tuva; había una situación específica en Chechenia, la cual requiere una discusión aparte. El capitalismo, sin embargo, se impuso en la edición de libros y en los medios de comunicación. Y la cultura de masas del capitalismo en algunos casos llevó a una reducción significativa en el flujo de productos en “lenguas maternas” porque como lengua de prestigio se mantuvo el ruso en gran parte del país. Sin el apoyo adecuado desde el centro, la competición de las lenguas conduce a la esperada victoria de la lengua mayoritaria.
A propósito de la “autoctonizacion“, presentamos la opinión de otro investigador en el campo de la política lingüística: “El colapso de la Unión Soviética comenzó con el lingüicismo movilizado, gracias al cual los idiomas de las nacionalidades titulares fueron elevados a la condición de lenguas oficiales, casi bloqueando el acceso de los representantes de la población no titular a los puestos del poder, lo cual contribuyó a la consecución de tres resultados: aceleración de la neoautoctonización de los órganos de poder, convirtiéndose así en regímenes etnocráticos en las antiguas repúblicas soviéticas, y finalmente la desintegración de la Unión” (M. N. Guboglo. Los idiomas de movilización étnica. M., 1998, pág. 391).
En los nuevos Estados independientes generalmente prevalecía la estrategia de un nacionalismo lingüístico bastante duro. Los ejemplos más significativos son Letonia y Estonia, donde el ruso ha sido expulsado por completo de la esfera de la comunicación oficial. Una política lingüística más suave se llevó a cabo, por ejemplo, en Armenia, donde la sociedad es casi homogénea étnicamente (es decir, no existen las minorías potencialmente discriminables).
En el caso de Bielorrusia, se han desarrollado condiciones bastante benévolas para la población de habla rusa. Y la curiosa posición del dirigente de Kazajstán, quien declaró tesoro nacional a la lengua rusa no sólo para los rusos, sino también para los kazajos (aunque la realidad suele estar en desacuerdo con estas declaraciones). En su discurso a la nación en 2007, el presidente Nursultan Nazarbayev propuso “(…) Una implementación por fases del proyecto cultural “Trinidad de las lenguas”. Kazajstán debe ser percibida en todo el mundo como un país altamente educado, cuya población domina tres idiomas. Éstos son: el kazajo, que es el idioma oficial, el ruso como lengua de comunicación internacional y el inglés como lenguaje de integración en la economía global”.
Hagamos algunas conclusiones preliminares. La política lingüística en Rusia fue bastante heterogénea, y difícilmente se puede interpretar como un “apartheid lingüístico“. (Por cierto, durante el apartheid en Sudáfrica se implantaba una educación monolingüe, en la lengua materna, lo cual no permitió la unión de los representantes de las tribus para luchar, y tenían que estar excluidos de la gran cultura).
El centralismo lingüístico duro del imperio ruso era bastante típico de los estados del siglo XIX, y aunque el enfado por parte de los intelectuales nacionales por la política lingüística imperial muchas veces era justificado, el contexto global en gran parte le da validez y permite apreciar su lógica.
La política lingüística del Estado soviético temprano ha proporcionado a numerosas minorías étnicas el desarrollo del lenguaje, de la literatura y de la cultura. La política establecida más tarde de bilingüismo puede ser considerada progresista, aunque existieron excesos tanto en la rusificación como en la indigenización. El establecimiento de nacionalismos lingüísticos en las nuevas naciones independientes en territorio post-soviético también se puede considerar un fenómeno universal, una política lingüística centralizada siempre acompaña a la construcción de Estados-nación.
Si pasamos al conflicto entre las comunidades lingüísticas ucranianas y rusas, hay que reconocer que las partes tienen un bagaje de agravios mutuos y quejas. Por supuesto, las quejas de los ucranianos de la política lingüística vieja son enormes y en gran parte justificadas (prohibición de la lengua ucraniana en el siglo XIX, las políticas incoherentes del siglo pasado, que recurrían incluso a las represiones contra los culturtrigeros ucranianos). Mientras tanto, vemos el apoyo incondicional por parte del régimen soviético a la lengua ucraniana, y las ucranizaciones del período post-soviético.
Obviamente, la posterior ucranización es un callejón sin salida: en Ucrania hay demasiados portadores del idioma ruso como lengua materna (y es ingenuo creer que en la próxima generación se convertirán en una cantidad insignificante), para los ciudadanos del este de Ucrania el rol de la lengua franca lo realiza en su mayoría la lengua rusa (lo cual se aplica también para el este y para el centro, e incluso para Galicia), y el ruso conserva objetivamente su prestigio (que es uno de los idiomas más comunes del mundo, y es necesario para los numerosos trabajadores emigrantes de Ucrania), para millones de ciudadanos de Ucrania el ruso es el idioma “nativo” (y se asocia con los requisitos de la autodeterminación para una gran cantidad de ciudadanos).
Todo esto nos permite concluir en que la política del nacionalismo lingüístico y el centralismo no es conveniente para Ucrania (por lo menos “unida e indivisible“). La decisión la tienen los propios ciudadanos de Ucrania, pero, repetimos, en el momento actual se ha optado por la política del callejón sin salida, a la que se sobrepone la insatisfacción significante de la comunidad de habla rusa ante la posición dominante de los galicios en la esfera pública.
¿Qué tipo de política se puede escoger?
En las camisetas: “Quiero hablar ruso”.
PRECEDENTES.
Tomemos uno de los ejemplos más llamativos: Suiza. El país tiene tres lenguas oficiales: alemán, francés e italiano. Otra lengua, el romanche, tiene, de acuerdo con la Constitución, el estatus especial (es nacional, así como los tres anteriores, pero no es oficial). El número de hablantes nativos es del 0,5% de la población suiza, según las estadísticas oficiales de 2012. Por otra parte, las lenguas francesa e italiana, con estatus oficial, fueron escogidas en 2012 como lengua principal por un 22,6% y un 8,3% respectivamente.
Esto es lo que escribe sobre el estatus de los idiomas en las constituciones el Doctor en Ciencias de la Filología, el Profesor V. T. Klokov: “La ley de las lenguas oficiales en Suiza es el principio de la igualdad de las lenguas, según el cual los suizos tienen derecho al pleno disfrute de cualquiera de ellos. Este principio está confirmado por la responsabilidad del gobierno federal para el mantenimiento del estatus equivalente y el funcionamiento de las lenguas nacionales. A su vez, el derecho de los ciudadanos a utilizar cualquiera de las lenguas del país se garantiza por la posibilidad de recurrir a los funcionarios del Estado en cada una de las lenguas oficiales y el deber de los funcionarios públicos de llevar a cabo sus funciones correctamente en cualquiera de estos idiomas”.
De hecho, el derecho suizo de los individuos a disponer libremente de los idiomas es implementado estrictamente de acuerdo con la ley. Por lo tanto, los gobiernos federales, las agencias, los ciudadanos tienen el derecho de solicitar cualquiera de las lenguas reconocidas oficialmente. Y eso a pesar del hecho de que la práctica hizo necesaria la creación de un enorme ejército de traductores en el aparato administrativo del Estado.
Los derechos de los ciudadanos suizos a utilizar las lenguas se basan no sólo en los principios de la igualdad de las lenguas y la libertad de elección lingüística, sino también en el principio de la territorialidad lingüística, por primera vez mencionado en la decisión tomada en 1965 por un tribunal federal en relación con el caso de la enseñanza de los idiomas en las escuelas. De acuerdo con esta decisión, en Suiza la escolarización sólo esta disponible en el idioma oficial del territorio.
Por otra parte, en Suiza existen cuotas para los funcionarios en función de su idioma:
“Asimismo, por la situación en 2013, la participación de los empleados federales, cuya lengua materna es el francés, por primera vez alcanzó la marca de 21,5% del total de funcionarios de Berna. Este indicador corresponde a la cuota establecida en su día, que va desde 21,5% hasta 23,5%. Estos eran los planes y estos planes se han cumplido.
Por otra parte, están totalmente realizados los planes para las cuotas oficiales de habla italiana. Su participación real en el aparato administrativo federal ahora es 6.8%, mientras que la cuota prescrita variaba desde 6,5% hasta 8,5%” según Swissinfo (la organización de radio-televisión nacional suiza). ¿Porqué no es un ejemplo a seguir para Ucrania que ha tomado su decisión con respecto a Europa?
También es demostrativa la política de Finlandia, donde según la Constitución se tiene dos idiomas oficiales, finés y sueco. Con esto, en 2012, según las estadísticas oficiales, el número de ciudadanos de habla sueca es de 5,4%, y de habla finesa es de 89,7%. Los suecos viven de forma compacta en las Islas de Aland y tienen autonomía en la gestión y la resolución de cuestiones culturales.
El artículo 17 de la Constitución de Finlandia dice: “El derecho de toda persona en el ejercicio de su caso en los tribunales y en el trato con otras autoridades a utilizar su propia lengua, finés o sueco, así como recibir las actas en el idioma que elige está garantizado por la ley. Las autoridades públicas tienen la obligación de proporcionar a la población de habla sueca y finesa del país la satisfacción de las necesidades sociales y culturales en condiciones de igualdad”.
El artículo 51 establece: “En el trabajo del Parlamento se emplearán el finés y el sueco por igual”.
El gobierno y otras autoridades hacen las propuestas de documentos que serán consideradas por el Parlamento en finés y en sueco. Las respuestas y las Cartas del Parlamento, las decisiones y comentarios de las comisiones parlamentarias, propuestas por escrito al Consejo de Presidente también se redactarán tanto en finés como en sueco.
De acuerdo con el artículo 79: “Las leyes se establecerán y se publicarán en finés y sueco“.
Finlandia tiene una universidad totalmente Sueca, el Abo Academy. El sueco es obligatorio para el estudio en las escuelas de séptimo a noveno grado, aunque a finales de abril de este año se presentó para el estudio al Parlamento finés la Iniciativa sobre la no obligatoriedad del aprendizaje del sueco en la escuela. De hecho, para satisfacer las necesidades de la comunidad de habla sueca encajaría el modelo de “lengua regional” (la lengua oficial de la región), que no muy coherentemente implementaba Yanukovich. Como en Finlandia no existen otras lenguas que aspiran a convertirse en regionales, para Finlandia el modelo de segundo idioma estatal no crea problemas importantes para el aparato estatal. Comunicarse con el público en dos lenguas (y no en las 150, como sugerían los utopistas soviéticos de la época temprana) es una tarea bastante factible para la disciplinada burocracia finesa.
Y he aquí un ejemplo de la introducción de la lengua regional. En Italia, donde el número de italianos, según algunas fuentes, es el 94%, en la región de Trentino – Alto Adige viven ciudadanos de habla alemana, según el Acuerdo de París de 1946, a la población de la autonomía de habla alemana se le garantiza por la Constitución:
“(A) La educación primaria y secundaria en la lengua materna;
(B) Uso igualitario de las lenguas alemana e italiana en instituciones públicas y documentos oficiales, así como los nombres de los lugares bilingües;
(C) El derecho a recuperar los nombres alemanes que sufrieron una reciente italianización;
(D) La igualdad de derechos en la obtención de puestos de trabajo en las instituciones públicas con el fin de lograr una proporción más equitativa del empleo de los dos grupos étnicos”.
Pero incluso este enfoque es inaceptable para algunos políticos ucranianos.
Es bastante interesante la situación lingüística en Bélgica. El país está dividido en tres comunidades lingüísticas: franceses, flamencos y alemanes. El término “lengua estatal” en la Constitución no existe, y el artículo 30 establece que “el uso de las lenguas que se usan en Bélgica tiene carácter libre; sólo puede ser regulado por ley para los actos públicos y los procedimientos judiciales”.
De acuerdo con el artículo 99 de la Constitución belga, “con la posible excepción del Primer Ministro, el Consejo de Ministros estará compuesto por un número igual de ministros que se comunican en francés, y ministros que se comunican en holandés“.
Aquí están los datos que cita el filólogo T. V. Puzevich: “Por su peso demográfico, las dos lenguas oficiales se encuentran en una situación de relativo equilibrio: según diversas fuentes en Bélgica, con una población de alrededor de 10,5 millones de personas, el porcentaje de la población habla holandés es ligeramente menor al 60% (alrededor de 6 millones de personas). Los francófonos representan aproximadamente el 40% de la población”.
Con esto, “dentro de cada comunidad etnolingüística, las lenguas oficiales se usan en todas las áreas importantes de la comunicación. En las escuelas, la enseñanza se lleva a cabo en la lengua natural de la comunidad lingüística en las respectivas comunidades lingüísticas, y las asignaturas de las lenguas de los vecinos desde el cuarto grado son obligatorias”.
Existe otro precedente de importancia fundamental, aunque no europeo. La situación lingüística en Canadá es en gran medida comparable a la ucraniana. Históricamente, en este país se han desarrollado dos comunidades lingüísticas principales: francófonos y anglófonos. Con esto, los últimos predominan numéricamente en el Estado, y los primeros han creado un enclave francés específico, la provincia de Québec.
La lucha política de los quebequenses por la introducción del bilingüismo comenzó en la década de 1920 (es razonable suponer que fue inspirada por el “precedente sin precedentes” de los bolcheviques). En 1963, en el Parlamento de Canadá se organizó una comisión especial sobre el bilingüismo. Este organismo elaboró recomendaciones basadas en el concepto de “dos naciones fundadoras” (que conocerá cualquiera que se interesó por la historia de Canadá).
Sin embargo, se han tomado como básicas las ideas sobre la lengua y la cultura, y la cuestión de la etnogénesis de la sociedad canadiense se ha ido ocultando paulatinamente. Se ha tomado el rumbo hacia la construcción de una comunidad multi-cultural unificada, teniendo dos lenguas dominantes. En 1969 se aprobó una ley sobre lenguas oficiales, que igualaba los derechos de los anglófonos y francófonos, pero la política lingüística regional en Québec no se detuvo con ello. En 1977 el Gobierno regional declaró al francés como el único idioma oficial de Québec.
Es decir, que los quebequenses pretendían eliminar el factor de la lengua de prestigio: el inglés. Todas las iniciativas en el campo del desarrollo de la política lingüística han creado cierta situación de bilingüismo en Québec. La especificidad de Québec está en que su gente tiene el estilo de vida en gran parte tradicional y cierto aislamiento de la vida industrial Canadá.
Vemos que la elección de las políticas lingüísticas aplicadas como resultado de la creatividad social, es un vector común en los países “seguros“, la eliminación de los efectos de la discriminación en las comunidades lingüísticas representativas (en términos porcentuales, a veces casi imperceptibles). Parece lógico para la política lingüística de Ucrania el anuncio de la lengua rusa como el segundo idioma del Estado; el apoyo a la educación secundaria y superior en ruso; y la aceptación del concepto (como en Canadá) que proclama a los grupos culturales lingüísticos ruso y ucraniano fundadores igualitarios del Estado ucraniano.
La segunda lengua estatal podría ser obligatoria en las escuelas rusas y ucranianas, desde la secundaria. Por lo tanto, como las estrategias óptimas nos parecen el desarrollo del bilingüismo como base de la política lingüística del Estado y la revisión de la política cultural, basada en la comprensión de la unidad de la lengua y las culturas Rusa y Ucraniana en la creación de la sociedad de Ucrania (sobre todo porque existe un fondo importante de la cultura común para ambas comunidades: “Balada sobre el regimiento de kniaz Igor”, “Instrucciones de Vladimir Monomakh“, “La Biblia eslava”, la iconografía y la arquitectura de la Rus’ de Kiev, etc., es común a los dos pueblos).
La Política Lingüística de Ucrania “Nezalezhnaya“.
La política lingüística de Ucrania independiente comenzó afirmando al ucraniano como único idioma oficial. Del informe de Ministerio de Asuntos Exteriores de Federación de Rusia “La Lengua Rusa en el Mundo” (Moscú, 2003):
“A la opinión pública se le insiste en que la limitación del alcance de las esferas de funcionamiento del idioma y la cultura rusa es un requisito obligatorio para el renacimiento nacional y cultural de Ucrania. Los intentos de influir en la situación lingüística a favor de la lengua rusa se perciben como un debilitamiento del Estado de Ucrania”.
Casi por completo se ha destruido la vertical de la educación rusa.
En una considerable parte de los territorios de Ucrania se ha liquidado la red de instituciones preescolares en ruso.
En el sistema de educación secundaria, en 2002 de las 21,5 mil escuelas, sólo quedaban 2,2 mil escuelas rusas (en 1996: 4,63 mil). En particular, en Kiev, donde hay 327 escuelas, sólo hay 8 escuelas con matrícula en ruso (en 1990 había 155).
A finales de 1996, una serie de organizaciones gubernamentales ofreció traducir todos los medios de comunicación a la lengua ucraniana y considerar “las ediciones impresas en el idioma no estatal (…) considerar como amenaza no menor para la seguridad de Ucrania que la propaganda de violencia y de prostitución” (cita del libro de V. M. Alpatova, n. 180). Afortunadamente, la iniciativa no se ha aplicado, pero ya es posible imaginar el ambiente de terror moral, en el que se encontró la comunidad ruso-parlante en Ucrania. Está claro que en la época del nacionalismo y del ataque a la lengua rusa, muchos ciudadanos que tenían la lengua rusa como materna tomaron el ucraniano como “nativo“, es decir, se adaptaron a las nuevas realidades. En 1996, los canales estatales de Ucrania renunciaron por completo a su difusión en la lengua rusa.
En los últimos años, la situación no ha mejorado mucho, aunque parecía que la intención nacionalista dominante durante la formación del nuevo Estado se tenía que debilitar (si Ucrania como Estado se acaba conformando).
Cambio en la proporción de alumnos en ruso en las escuelas de Ucrania en los años académicos 1990/1991 – 2010/2011. Ver: “Lengua rusa en la frontera de los siglos XX-XXI” [Recurso electrónico]. Moscú, Centro de Previsión Social y Marketing, 2012, página 51.
Situación de la educación: “El Ministro de Educación y Ciencia, Juventud y Deportes Dmytro Tabachnik estima que el número de escuelas que imparten enseñanza en ruso es 1,7 mil (…). De acuerdo con el Ministerio de Educación, en septiembre de 2010 en Ucrania había 19,8 mil escuelas secundarias, de las cuales 13,3 mil en el medio rural”.
Vadim Kolesnichenko: “Ahora en la capital ucraniana sólo hay siete escuelas (1,59% del total) con enseñanza en ruso. Sólo en 12 escuelas de Kiev imparten clases en ruso. Con todo esto, según el Censo del 2001, en Kiev vive 2,5 millones de personas, de los cuales 600 millones (24%) reconocen el ruso como nativo”. Y el ruso es lengua materna, por supuesto, para una cantidad de ciudadanos de Kiev mucho mayor aún, que la indicada en las estadísticas. La conclusión es clara: una de las “naciones fundadoras” de la actual Ucrania no puede ejercer su derecho a la educación en su lengua materna.
Bajo la presión internacional, que por alguna razón no es visible ahora, Ucrania ha ratificado la “Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias“. La Carta entró en vigor el 1 de enero de 2006. El legislador, V. V. Kolesnichenko, un año más tarde publicó un informe en el que argumentaba que nadie tiene la intención de respetar los acuerdos de la Carta.
La situación cambió en cierta medida en 2012 con la aprobación de una ley “Sobre la política lingüística del Estado“. La ley preveía que en las regiones de Ucrania donde la lengua no estatal es materna para al menos un 10% de la población, se le dará el estatus del idioma regional. Este estatus significa, en particular, que el lenguaje será utilizado en el código procesal y en la comunicación de las autoridades locales con los ciudadanos.
Es evidente que para la aplicación de esta ley se necesita tiempo y esfuerzo por parte de los burócratas (y en lo relativo a la aplicación de las políticas del Partido de las Regiones, por decirlo suavemente, es inferior al de los bolcheviques). Mientras tanto, esta ley, en su esencia, era acorde a la Carta que está en vigor desde 2006. Sin embargo, después de la victoria del segundo Maidan, las nuevas autoridades ilegítimas decidieron anular esta ley. La verdad es que, cuando en primavera de 2014 las regiones de habla rusa se rebelaron, la anulación de la ley se ha suspendido. Así es como Ucrania se puso en camino hacia la integración europea.
A menudo escuchamos: nadie prohíbe a hablar o leer en ruso. Aunque la ruso-fobia cotidiana ya ha demostrado todo. Pero el asunto no es la comunicación cotidiana. Hoy en día, la televisión en Ucrania se traduce al ucraniano, en ucraniano se lleva el código procesal, en ucraniano se muestran las películas en los cines, la educación en Ucrania se ha traducido al ucraniano. De esta manera, una considerable parte de la población, conservando el derecho de hablar en el idioma materno dentro de la comunidad lingüística no tienen posibilidad de usar su lengua en la educación, en los juzgados, en el consumo de los medios de información. Por supuesto esta situación existe en muchos países en relación a las pequeñas comunidades lingüísticas, pero en este caso hablamos de alrededor de un tercio (o probablemente más) de la población.
Y la cuestión no sólo es sobre un derecho amplio al idioma, sino sobre la conservación del Estado como tal. Si la “nación fundadora” del Estado esta privada de su lengua, ésta tiene todas las posibilidades de romper el acuerdo social y elegir fundar otro Estado. Los canadienses lo han entendido y en nombre de una Canadá unida han dado a Québec unos derechos lingüísticos especiales. Los ucranizadores de facto actúan como destructores de su frágil estatalidad. La incapacidad de adoptar el concepto de dos comunidades culturo-lingüísticas en la misma base del Estado ucraniano es de hecho la pretensión de convertir una sociedad bicultural en una monocultural y monolingüística. ¿Y cómo con esta pretensión los ucranizadores van a conservar Ucrania?
Ilya Rogotnev.
Oles’ Gonchar.
«Esencia del Tiempo” – Perm
Traduccion: Vera Rodionova
“Esencia del Tiempo” España