El manifiesto

Manifiesto
Después del Capitalismo
Manifiesto del movimiento “Esencia del tiempo”
Introducción. Marco conceptual e existencial
Cualquier movimiento une a la gente con distintos puntos de vista y creencias.
Esto es natural y en algún sentido es necesario. Pero esto no tiene ninguna relación con lo “omnívoro”: debe existir algo que une a la gente que está decidida a una causa común.
Y esto es algo que ni siquiera es un principio general, sino una especie de marco, destacando un territorio común a todos los participantes en las esferas política, moral y existencial.
¿Cual es este marco para el movimiento “Esencia del Tiempo”?
Principio número 1. Todos sentimos el colapso de la Unión Soviética como una tragedia personal. Las fuerzas responsables del colapso nos han quitado nuestra Patria. Esto está especialmente claro ahora, cuando las mismas fuerzas están intentando a destruir a Rusia, utilizando literalmente los mismos métodos que les permitieron organizar el colapso de la Unión Soviética.
Así, la pérdida de la URSS para nosotros – es una pérdida. El dolor de esta pérdida con los años no se debilita. Todo lo contrario. Porque con el paso del tiempo la conciencia trágica de la cantidad de tiempo que hemos perdido sólo aumenta.
¨Las cenizas del Klaas golpean mi Corazón¨- como decía el legendario flamenco Till Eulenspiegel.
Las cenizas de la URSS golpean nuestros corazones. Exactamente esto es lo que nos une.
Los que no sienten estos golpes de cenizas, no pueden estar con nosotros.
La destruida Unión Soviética vive en nuestros corazones. Y porque vive en ellos – por eso URSS puede ser restaurada.
La capacidad de guardar en el corazón algo que no existe más, – es el principal requisito de la revancha. Si, precisamente la revancha – estamos hablando solo de ella.
La revancha es la conciencia de la amargura de la pérdida y la disposición para la victoria. Solo esto y nada más.
Estamos sufriendo el colapso de la URSS como la derrota del nuestro pueblo y como nuestra derrota personal. Pero no nos hemos rendido. Estamos dispuestos a seguir luchando y ganar.
Principio número 2. Queremos saber por qué la Unión Soviética se derrumbó, y quienes son los responsables de esta tragedia. Entendemos que la respuesta a esta pregunta es muy complicada. Lo que el enemigo usó contra nosotros es un arma compleja e insidiosa. Y ahora que el enemigo crea todo tipo de señuelos y cortinas de humo. No queremos respuestas sencillas. Porque entendemos que aquí la simplicidad es peor que robar.
No escatimaremos esfuerzo de la mente ni del alma para llegar a la verdad. Nosotros estamos listos para aprender, para tomar las barreras cada vez más difíciles en busca de una respuesta definitiva.
Hoy no estamos listos para dar una respuesta final, pero la vamos a dar mañana. En cuentos de hadas rusos habla de gastar siete pares de zapatos de hierro. Si esto será necesario, gastaremos setenta y siete pares de zapatos de hierro. Porque queremos respuesta definitiva a nuestra pregunta. Y la vamos a conseguir.
Principio número 3. Queremos entender no sólo quién es el responsable de la desintegración de la Unión Soviética y cuál es la verdadera idea de las fuerzas que han logrado asegurarse su colapso. También queremos entender cómo podemos recuperar lo perdido. Recuperación de lo perdido está a un nivel de complejidad más alto que recibir la respuesta sobre quién, cómo y porqué nos ha quitado lo que amamos. Tampoco tenemos miedo a esta dificultad. Queremos recibir una auténtica, verdadera respuesta a la pregunta de como recuperar a lo perdido. Y la vamos a conseguir.
Principio número 4. Sin amor, la mente es impotente. Sin la mente, el amor es ciego.
Pero la mente y el amor no son suficientes. Queremos entender la naturaleza de nuestra derrota, comprender los caminos hacia la victoria – no solamente para entretener a nuestro mente y calmar el dolor del corazón. No solo queremos entender cómo recuperar lo perdido. Queremos realmente recuperarlo.
El corazón y la mente, incluso unidos, no tienen poder alguno si no hay voluntad. No estamos buscando la éxtasis, no vamos a tener convulsiones. Podemos enfriar el sentimiento, pero sin perderlo. Nuestra mente puede y tomará las barreras de complejidad una tras otra.
Pero todo esto para nosotros – no es un ejercicio de mente y alma. Tenemos que amar y saber para actuar.
Siguiendo a Marx, decimos que los científicos se tomaron demasiado tiempo para explicar el mundo, mientras la tarea consiste en cambiarlo.
Eso es todo lo que nos une. Solo estos cuatro principios, y ninguna otra cosa. Ellos definen el marco conceptual, moral, existencial y político. Dentro de este marco, todos sentimos y pensamos cada uno de manera diferente. Solamente seguimos el mismo camino. Creemos que el viaje en búsqueda de lo perdido nos unirá. Pero siempre seremos diferentes. Eso, repetimos, es normal y hasta es necesario. Experimentamos la pérdida y entendemos la naturaleza de esta pérdida cada uno en su modo.
Pero queremos recuperar lo perdido. Y lo vamos a recuperar.
Aquellos, que no comparten los cuatro principios que nos unen, – que se apartan. Nos resultan igualmente extraños la intolerancia sectaria como una falta de voluntad “omnívora”.
Comentando todo lo que nos une, nos dirigimos a lo que, según nuestra opinión, hace posible la realización de la nuestra principal y única meta estratégica.
PARTE I.
SOBRE EL CONTENIDO (LA ESENCIA) DE LA ÉPOCA ACTUAL
Capítulo 1. Veinte años después.
Hace veinte años cayó la Unión Soviética.
Veinte años atrás se bajó la bandera Roja que ondeaba sobre el Kremlin.
Veinte años atrás el anticomunismo y el anti sovietismo se han instalado como ideología oficial de Rusia postsoviética.
Veinte años atrás ha sido anunciado, que la desintegración de la URSS no es una catástrofe, sino la liberación de Rusia de las monstruosas cadenas del sovietismo. Y la vuelta al seno de la civilización mundial. O sea al capitalismo.
En nombre de esta vuelta al capitalismo se renunció a muchas cosas. Renunciaron al Gran Estado, construido con esfuerzos y sacrificios gigantescos. Al modo de vivir soviético. Y a su camino histórico.
Pero el proyecto llamado “el capitalismo” resultó ser difícilmente compatible con Rusia como la personalidad histórica-cultural.
Sobre esto bastante convincente dijo Lenin en uno de sus primeros trabajos “El desarrollo del capitalismo en Rusia”. Pero lo decían también los opositores de Lenin del partido de terrenistas. Y también lo decían bastante convincente.
Pero la cuestión no es precisamente quien y qué dijo sobre esta cuestión. Se trata de la práctica histórica. La burguesía del Imperio Ruso se estaba formando durante siglos. Y creó en sus filas a grandes políticos y hombres públicos. Pero en el momento decisivo, después de la Revolución de Febrero, esta burguesía mostró una asombrosa falta de voluntad y talento. En medio año lo perdió todo. Su comportamiento se diferenciaba de forma radical del comportamiento de la burguesía francesa, inglesa e incluso alemana e italiana.
Las diferencias eran tan sorprendentes, que inevitablemente se planteó la cuestión sobre las razones de este fracaso de la clase, a la que la historia brindo todas las facilidades imaginables y no imaginables.
El fracaso de la burguesía rusa después de la Revolución de Febrero se transformó en el fracaso y el hundimiento del país, al cual los bolcheviques salvaron con dificultades enormes de la muerte definitiva. ¿Y cómo lo salvaron? Haciendo una política radicalmente anti burguesa. Es decir, renunciando a la fusión de Rusia histórica con lo burgués. Encontrando una barrera del tejido insuperable entre este mismo burguesismo y la Patria.
Los bolcheviques no tenían tiempo. No tenían la posibilidad de gastar la tinta explicando, porque la cuestión era: o el capitalismo, o Rusia. Y el aparato clásico marxista no les permitía entender de manera filosófica semejante “o uno u otro”. Porque de acuerdo a este aparato marxista cualquier país debe pasar por la fase del desarrollo capitalista.
Los bolcheviques declararon que Rusia ya paso por este periodo, bien o mal, pero de algún modo paso. ¿En qué sentido lo paso? ¿Por qué lo paso?
Los bolcheviques no dieron a estas cuestiones ninguna respuesta clara y no la podían dar. A esto se dedicaron sus adversarios del bloque de los terrenistas. Pero ellos tampoco mostraban camino hacia adelante. Prácticamente ellos se limitaron a cantar odas al feudalismo, oponiendo su espiritualidad a la ausencia de espiritualidad burguesa.
Los bolcheviques si que mostraron un camino adelante. Y llevaron a Rusia por este camino – radicalmente anti burgués y anti feudal a la vez.
Pero cuál es el misterio de la incompatibilidad entre el capitalismo y Rusia, como la identidad histórico-cultural? ¿Se trata solo de la incompatibilidad entre cualquier Imperio multinacional y el estilo de vida burgués, que siempre acaba en el “desfiles de los nacionalismos burgueses”? ¿O se trata de algo más profundo?
Ahora es especialmente necesario responder a esta pregunta.
Nuestros adversarios del bloque liberal radical ya han dado su respuesta. Han dicho “Si, el espíritu ruso, nuestra matriz cultural no es compatible con el capitalismo. No entendemos ni porqué, pero lo reconocemos. Y tampoco tenemos muchas ganas llegar a comprender por qué es así. Ya que sí, tenemos claro, que o es el capitalismo o la muerte. Entonces, en el nombre de la vida (o sea del capitalismo) vamos a acabar con Rusia. Inducir el espíritu ruso a la mutación, cambiar el núcleo de la cultura rusa, transformar radicalmente la matriz cultural rusa. ¡No nos queda ninguna otra opción!” Así dicen los liberales.
Pero nosotros, por lo menos ahora, en el momento más catastrófico, en el periodo de la increíble desesperación, para salir de este callejón sin salida, necesitamos una respuesta clara a esta pregunta: ¿Por qué Rusia no es compatible con el capitalismo? ¿Cuál es el misterio de esta incompatibilidad?
Reconozcamos lo evidente.
Veinte años atrás Rusia empezó su romance con el capitalismo de nuevo. Pero esta vez con consecuencias mucho más catastróficas, que en febrero de 1917. Con todo esto, la catástrofe de febrero, que también era la catástrofe del fracaso de la burguesía como clase dominante política, duró algo más que medio año. El romance actual de la nueva Rusia post soviética con el nuevo capitalismo ya dura veinte años. En estos veinte años el capitalismo no ha creado nada, pero lo ha destruido todo.
Nuestros adversarios echan la culpa de esto al carácter ruso, que solo está imitando aceptar el capitalismo. Pero en realidad cultiva, como antes, en su interior un anti burguesismo obstinado y concentrado.
Y si es así, dicen nuestros adversarios, hace falta tomar todas las medidas, incluyendo las más radicales para empujar el país hacia el capitalismo. La desovietización, semejante a la desnazificación de Alemania, con el control externo. Y si es necesario hasta la desintegración del país. Todo esto para la mayor gloria del capitalismo.
Porque si el capitalismo no se lleva a cabo, entendiendo que tiene que ser el de verdad y sin tonterías, las consecuencias serán aún más terribles que la desovietización, el control externo y la desintegración del país a la vez.
Porque solo en el capitalismo está la salvación, sólo en él está la solución, solo él puede sostener a flote al país.Para contestar a esto necesitamos un aparato teórico que permite contestar honestamente a la pregunta sobre la esencia y las perspectivas del capitalismo. Y también ¿en qué consiste la salida de Rusia de la condición actual desastrosa? ¿En capitalizar el país a cualquier precio, o en alguna otra cosa?
No vamos a anticipar la respuesta a esta pregunta.
No vamos ajustar nuestro trabajo a una idea.
Estudiaremos el capitalismo con la honestidad científica extrema, usando el aparato que tendrá en cuenta todo: tanto los logros objetivos conseguidos por el capitalismo occidental, y la caída de la URSS anti-capitalista, y el horror humillante de los últimos veinte años del capitalismo.
Capítulo 2. Renuncia y los renunciantes.
Veinte años atrás, bajo el lema de la vuelta a la civilización mundial (es decir al capitalismo), bajo el lema de la obtención rápida de una “vida normal” (es decir el capitalismo) sucedió una renuncia a la vía histórica propia del pueblo en nombre de la construcción del “maravilloso futuro capitalista”.
El cinismo singular consistía en que esta renuncia fue presentada como la vuelta a las tradiciones ancestrales de la nación, a las que pisotearon estos “canallas bolcheviques”.
Los renunciantes usaron con moderación la simbólica y semántica pre-soviética. Desintegrando al país y pisoteando todos los valores que lo crearon, los renunciantes mostraron al pueblo un sustituto anti-soviético del pseudo-imperio. Al mismo tiempo ellos prácticamente no ocultaban, que se trataba de un barato simulacro, que tenía que reconciliar a las amplias capas de la sociedad rusa con nuevas políticas de los renunciantes.
Con todo eso los renunciantes no ocultaban su desprecio a estas amplias capas de la sociedad rusa. Inspirados por el hecho, que estas “capas” ya les apoyaron eligiendo a Yeltsin en junio del 1991 como presidente, los renunciantes trataban a la población como ganado, la gentuza que tragará cualquier simulacro.
Debemos descubrir las razones por las que la pesadilla de la renuncia dura ya durante mas de veinte años. Y hay que reconocer por lo menos lo evidente: esta pesadilla no duraría tanto si el pueblo ruso no recibiera los terribles daños.
El sueño de esta renuncia es demasiado largo. Sus consecuencias son terribles y humillantes. Esto afecta a todo: a la educación y la sanidad, a la industria y la agricultura, a la defensa y a la seguridad, al orden público y la demografía.
Todo esto no nos permite dejar de preguntarse si el país todavía está vivo o ya no. Dejamos a los optimistas de turno que gritan que Rusia ya se “levantó de las rodillas”. Y honestamente nos preguntamos: ¿se trata de una pesadilla eternamente larga o en realidad se trata de la muerte del país?
Vamos a medir exhaustivamente todos los parámetros que nos permitirán a obtener una respuesta verídica a esta terrible pregunta. Y reconozcamos, que Rusia, habiendo tomado la vía capitalista de forma tan monstruosa ha recibido un trauma terrible. Sin embargo aún está viva, y poco a poco sale de su sueño de veinte años, muy parecido al estado de coma.¿Pero que se puede prescribir al país que está en coma por caer en tentación del capitalismo? El mismo capitalismo pero en dosis más altas? ¿Y si toda la tradición rusa es anti capitalista?  ¿Hay que reprimirla a toda costa? ¿Pero qué quedará de Rusia después de todo esto?
Capitulo 3. Acercándose al método.
Necesitaremos pues, un método que nos permita en su completa medida descubrir el contenido de la época actual. Porque precisamente de la respuesta a pregunta sobre este contenido depende todo lo demás.
¿Brinda esta época alguna oportunidad a algo distinto al capitalismo? Y si es así, ¿a qué?
Está claro que si esta oportunidad no existe, la muerte de Rusia es prácticamente inevitable. Y si tras exponerse a la mutación del espíritu, al cambio del núcleo e a la ruptura de la matriz cultural, algo quedara, ello no sería Rusia. Pero si esta oportunidad existe ¿podría Rusia aprovecharla?
Ya llegando a la respuesta literalmente providencial debemos ponerse de acuerdo sobre la metodología, que nos permitirá obtener la respuesta que buscamos sin caer en la tentación de la simplificación propagandística, ni a la seducción de interminables divagaciones académicas.
La metodología política tiene tres elementos básicos: la honestidad, la mente y la voluntad. Precisamente de la honestidad, de la mente y de la voluntad de aquellos, quienes buscan la salida del callejón, depende si realmente se podrá salir de este callejón sin salida.
Empecemos por la honestidad. Todo el mundo dice que Rusia ha perdido la “Guerra Fría”, y que las potencias que salieron victoriosas ahora trata a Rusia de la forma en la que corresponde tratar a los vencidos por los vencedores. ¿Es posible que hasta ahora no tenemos suficiente honestidad como para reconocer: “efectivamente, el hecho humillante de la terrible derrota concurro”?
¿A qué tenemos miedo escondiéndonos de la evidencia? ¿Que esta evidencia aplaste a las, por así llamarlas, fuerzas sanas? Las fuerzas sanas son fuerzas resistentes. Por ello, aquí no tenemos nada que temer. Aquellos, a los que reconocer hecho semejante pudiera aplastar, igualmente serán aplastados en las primeras pruebas serias.
Así pues, perdiendo poco ganamos muchísimo más. El reconocimiento de la terrible y humillante derrota moviliza a las personas valientes y resistentes. Habiendo superado de un modo verdadero este hecho, esta gente no sucumbirá, sino al contrario adquirirá una nueva fuerza extraordinaria. Se hace cierto que “El martillo pesado, triturando cristal, forja acero de Damasco” (del poema de A.S.Pushkin).
El acto de reconocer nuestra derrota, sufrir esta derrota como una gran tragedia servirá de este martillo pesado. En el fuego de sufrimiento especial, que desde las épocas de la Antigua Grecia hasta ahora se llama catarsis, nacerá el acero de Damasco, es decir, un nuevo material humano que será el único que podrá salvar a Rusia de una muerte casi inevitable.
Habiendo aclarado lo que se refiere a la honestidad, pasaremos a la mente. ¿Perdió Rusia en los años 80 del siglo XX la “Guerra Fría”? Es indudable que alguna guerra perdió. ¿Pero fue aquella guerra la canónica “Guerra Fría” de la que hablaban los clásicos del antisovietismo?
Existe un conocido libro de Richard Nixon “1999: Victoria sin guerra”. El mismo nombre indica que el enfrentamiento que Rusia perdió tenía un carácter más complejo que una guerra clásica, aunque era una guerra fría. Es absolutamente necesario entender, exactamente qué enfrentamiento perdimos. Aquí no son permisibles las inexactitudes. Porque el enemigo está dispuesto emplear los mismos métodos para acabar con Rusia definitivamente. Por ello necesitamos una analítica completa, profunda e implacable del fenómeno llamado Perestroika. Además, todos ya lo entienden: a Rusia ahora, veinte años después, intentan imponer una nueva Perestroika. “Perestroika-2”. Y precisamente esta Perestroika, si no le llegamos oponer resistencia será la muerte definitiva.
Con toda la importancia de tales conceptos como guerra intelectual, guerra difusa etc., el concepto más profundo y apropiado para esto es el Juego.
A finales de los 80, no han vencido a Rusia, sino le ganaron el Juego. El reconocimiento de esta circunstancia nos lleva inmediatamente a una contradicción clave de nuestra época: la contradicción entre “el Juego” y “la Historia”.
Sin duda, el famoso artículo “El Fin de la Historia” escrito hace veinte años por el politólogo estadounidense Francis Fukuyama está vacío de contenido, al igual que todos los textos de moda. Pero, ¿por qué este artículo se ha hecho tan famoso? ¿Por qué de hecho se ha convertido en la ideología del globalismo e incluso de algo más?
Porque el problema del fin de la Historia es infinitamente más profundo y trágico, que el artículo con el mismo nombre, escrito con los banales clichés de Harvard. El fin de la Historia es el principio de la omnipotencia del Juego como las combinaciones manipulatorias creadas por la élite en condiciones de ausencia de la voluntad del pueblo… de la inexistencia del pueblo como tal. Porque es el pueblo que hace Historia, y es la Historia que forma el pueblo como creador de la Historia.
Aquellos que destruyeron a la Unión Soviética veinte años atrás luchaban no solo contra la URSS como un adversario geopolítico, y contra el comunismo como un adversario ideológico. Ellos luchaban contra la historia como tal. Para esta lucha contra la historia fueron empleados las tecnologías absolutamente nuevas, creadas en el seno del postmodernismo político, que odia tanto a la historia como a los grandes proyectos ideológicos, los cuales realizan los avances históricos. Odia a todo esto, incluso odia al proyecto “ser humano”.
La guerra contra la URSS y el comunismo era la guerra contra la historia y contra el ser humano. Y en consecuencia la guerra contra el humanismo y contra el desarrollo.
La URSS y el comunismo resultaron ser los eslabones claves y a la vez los más débiles de la cadena histórica. El desmontaje de la URSS y del comunismo solo era un principio pata desmontaje de la historia y de toda la humanidad.
Reconociendo la humillación de la derrota e entendiendo la envergadura de este mal, al que hemos sucumbido, entendemos también la envergadura de la pérdida. Porque uno de los componentes decisivos de la victoria del enemigo era la creación del estado de mentes y corazones en los que desaparece la misma noción de esta “pérdida”.
Porque a medida de que renunciábamos a lo soviético lo estaban representado como una vergonzosa y sangrienta patología, exenta en su totalidad de cualquier contenido positivo. ¿Acaso se puede sentir como pérdida la desaparición de una patología? ¡No! Si el pasado es un horror, entonces la pérdida de este pasado es la felicidad.
“(…) Todos estos años nos mentían, mentían y mentían! ¡Nos encubrían la verdad!… ¡Y ahora por fin hemos hallado esta verdad! ¡Hemos comenzado a ver claro! Renunciamos a nuestro pasado soviético, nos arrepentimos de él”, es lo que en fondo sonaba como un estribillo en las cabezas de nuestros compatriotas.Esta renuncia al pasado se completaba con una imagen extremadamente específica de un futuro feliz. Con cada nuevo paso hacia la catástrofe, nacida de la renuncia, se hacía más claro, que la imagen del futuro lleva un carácter extremadamente materialista y en el fondo profundamente anti-espiritual. Que en este futuro en vez del “Paraíso terrenal” tienen que aparecer muchos pequeños paraisillos de consumo: paraísillo de ropa de marca, de supermercados llenos de comida entre otros.
Ahora bien, la renuncia al pasado en general, al idealismo inherente a este pasado y la sustitución de lo ideal como tal por un plato de lentejas de estos paraisillos y paraísitos. Esta era la idea de nuestro enemigo. El enemigo tuvo éxito en su proyecto. Pero no consiguió lograr todavía la victoria definitiva sobre Rusia y la Historia como tal. Y por esto sigue con sus malicias, promoviendo nuevas destalinizaciones*, desovietizaciones*, nuevas Perestroikas* de diversa escala.
Habiendo sobrevivido a la derrota y comprendido su escala, tenemos que preguntarnos si bajamos los brazos. Con esto los dos primeros problemas de la honestidad y la mente se complementan con el tercero: el problema de la voluntad.
Hoy en día es problema clave. Aquellos que están dispuestos en serio a seguir con la lucha, están enfrentados a los problemas de una complejidad sin igual. Y se les concede muy poco tiempo para resolver estos problemas.
Si los que están dispuestos a luchar tomarán a sí mismo como son, si no van a transformar a sí mismos, poniendo en lugar de una realidad triste el proceso de su propio ascenso, su propio autotransformacion, la nueva batalla será inevitablemente perdida. Y perdida definitivamente. Y aquí, los tres factores metodológicos ya examinados: la honestidad, mente y voluntad, se completa con un súper factor principal y decisivo. Su nombre es amor.
¿Este amor lo tienen aquellos que quieren luchar por Rusia? No a un amor en general, pero un amor extremo y definitivo, el que obra milagros. ¿A qué (o, mejor dicho, a quién) se dirige este sentimiento? ¿A las ropas que lleva puesto la personalidad histórico-cultural? ¿O a la misma personalidad? ¿Y que es esta personalidad? ¿Cómo no desmembrarla sin matar con una conceptualidad científica? Y, ¿cómo no llegar al otro extremo, a un éxtasis efímero e infructuoso?
El misterio no se desvela en los manifiestos. El misterio exige una revelación íntima. Por ello, de haber mencionado toda la importancia de un amor transformador, un amor extremo y definitivo, nos basaremos en el hecho de que este amor ya existe. Preguntando a si mismo, si lo tenemos, ¿y luego, qué?
Luego se trata precisamente de su fuerza transformadora e ascendente.
La honestidad dice que lo amado está muriendo.
El amor te exige que salves a lo que está muriendo.
La honestidad dice que tú – así como eres – no puedes hacer nada.
El amor dice que tienes que hacer.
El conflicto entre “debo” y “no puedo” está caldeando cada vez más y parece no tener la salida. Por fin la mente dicta la salida: “Tu en condiciones que estas ahora no puedes salvar lo que amas. Pero como debes hacerlo tienes que convertirse en otro. Y este “otro tu” resolverá el problema, que “tu actual”no puedes resolver”.
La revancha es reconocer la derrota y tener voluntad para ganar en el futuro. No hablar sobre la victoria, sino vencer. Como a Rusia la ganaron en un Juego complejísimo, y la vuelven a involucrar en el Juego complejísimo, la revancha consiste en ganar. Pero como el Juego es complejísimo, solo se puede ganar habiendo entendido las reglas del juego, sus principios y muchas otras cosas.
Tenemos que entenderlo no sólo de manera intelectual sino integral. Como lo entiende la gente que van a hacer el Juego y ganar.
El juego no solo es complejo e astuto. Es repugnante. Todo tu ser rechaza entender el juego con esta integridad. Tanto más que el nivel de complejidad te exige tener una altísima profesionalidad que tú evidentemente no tienes. Y la mayoría de los que tienen esta profesionalidad ya traicionaron y marcharon al bando enemigo.
Pero, como sólo con ganar este Juego es posible salvar lo que amas, aprendas todo lo que te haga falta para ganar. Estás llegando a ser un especialista de la misma forma, que una madre deseando salvar a su hijo llega a ser una médica. Con todo esto realmente empiezas a ser otro. La honestidad, la mente, la voluntad y el amor te transforman. Y en esta condición transformada ya puedes resolver el problema.
Esto no es una magia ni mística. La forma más evidente de auto-transformación es la educación. Tanto la educación en general, como la auto-educación. En la situación actual la educación política e auto-educación empieza a tener un carácter muy importante.
Para salvar el país hacen falta miles, incluso decenas de miles de personas políticamente educadas de una manera nueva, concadenados entre sí con buen entendimiento, tanto moral como teórico. Personas que pasaron por una gran escuela política. Parecida en algo a la famosa Longjumeau (Paris) de Lenin, pero inmensurablemente más profunda, detallada y multitudinaria.
Las conversaciones sobre la salvación son necesarias sólo para formar en su base los equipos de rescate. Marx tenía razón: los científicos pasaron demasiado tiempo explicando el mundo, cuando se trata de cambiarlo.
Pero, constatando esto, Marx no renunció a las explicaciones, ¿verdad?
Capítulo 4. Nosotros y nuestros predecesores.
Mediante “El Manifiesto Comunista”, Marx analizaba a la burguesía de su época.
Ha llegado el momento de hacer el análisis de una burguesía completamente distinta: la burguesía de nuestro tiempo.
Para analizar la burguesía de su época, Marx usaba el aparato conceptual creado por él. Y este aparato sigue teniendo su significación hasta hoy día. Pero no cabe ninguna duda que no es posible considerarlo como un aparato universal y aplicable en todos los tiempos con que se puede describir todos los aspectos del fenómeno en cuestión. “El Capital” de Marx, junto con sus otros trabajos y los de sus seguidores, enfoca su atención en un factor de suma importancia: el factor de la producción material. O, dicho de otra forma, de las leyes de aquél ambiente material artificial, que solo un ser humano es capaz de crear y desarrollar. Y el cual, siendo parcialmente dependiente de la persona humana, a la vez domina sobre ella.
Max Weber discute con Marx no como con un astuto villano, sino como con un gran científico, que supo analizar de forma brillante un factor clave: la producción material. Reconociendo la importancia enorme de este mismo ambiente material artificial y las leyes que rigen en este ambiente, Weber convencía a los partidarios de Marx considerar una sociedad como otro factor independiente. Es decir, no el ambiente material, sino el ambiente social, creado – al igual que el ambiente material- por la persona humana. Y que tiene sus propias leyes: tanto creadas por el hombre, como las que dominan sobre el.
La persona humana crea la sociedad como un sistema de reguladores, afirmaba Weber. Desde un punto de vista histórico este sistema de reguladores tiene un carácter temporal. La historia es el cambio del tipo de los reguladores, y en consecuencia, del tipo de la sociedad. Una persona no crea y controla el ambiente artificial material. Lo crea y controla la humanidad organizada en las comunidades (o sea, las sociedades).
Pero, ¿no decía Marx que el hombre tiene el carácter social?
Sin duda lo decía. Además con una determinación extrema.
El hecho es que Marx no quería reconocer el sistema de los reguladores sociales (en su terminología “superestructura”) como un factor separado, independiente, aunque sea en parte, del ambiente material artificial (en su terminología “base”).
Para Marx, al igual que para Einstein y Freud, la existencia de un conjunto de factores de igual importancia era, dicho de algún modo, estéticamente inaceptable. Para estos tres grandes científicos era necesario desarrollar todas leyes partiendo de una sola fuente. No importa de la cual: de la curvatura del espacio-tiempo de Einstein; la teoría del trabajo de Marx; o del Eros de Freud. Al final de su vida Einstein y Freud renunciaron de la idea desarrollar el mundo partiendo solo de un factor. Einstein reconoció la materia oscura, y Freud reconoció Tánatos. Pero Marx no llegó a vivir hasta el siglo XX con sus correctivas oscuras y de largo alcance. Si al final Marx llegó a revisar algo y que exactamente revisó es una cuestión abierta.
La aspiración de Marx de deducir todo desde un solo principio con la creación de una teoría monista y ninguna otra, predetermino su actitud extremadamente complicada hacia Rusia Imperial de entonces. Con su decisión estudiar a Rusia de forma separada, Marx ya tomó el camino de la renuncia del monismo metodológico y teórico. Y nadie sabe adónde llegaría andando por este camino.
Pero precisamente porque este camino quedó sin terminar, no nos permite apoyarnos completamente en sus postulados teóricos, ni en cuestión del contenido de la época actual, ni menos aun en cuestión de las oportunidades de Rusia en el siglo XXI.
La síntesis de Marx y Weber es de vital importancia. La analítica del ambiente artificial, creado y desarrollado por la persona humana no tiene que ser invalidada sino completada con la analítica del ambiente, determinado por el sistema de los reguladores.
Sobre esta base solo es posible analizar el capitalismo contemporáneo y hacer el pronóstico, es decir, determinar las perspectivas de este capitalismo. Y entonces, responder a la pregunta sobre el contenido de la época actual. Es sorprendente, cuanto descubrió y predijo Marx, pero no descubrió y predijo todo.
El marxismo ha jugado un papel complejo en la vida de la sociedad soviética. El creyó esta sociedad, ayudó a esta sociedad a resolver muchos problemas. Pero también frenó a esta sociedad en su desarrollo.
Los ideólogos soviéticos tenían miedo al desarrollo del marxismo. Ellos bloquearon este desarrollo en todo lo posible, considerando que la estabilidad de la sociedad soviética se determina por la canonización de la ideología, donde para Marx fue reservado el rol del sabio de todos los tiempos. Pero el marxismo era totalmente inadecuado para crear un canon e una ideología canónica.
La canonización de Marx era uno de los rasgos de la sociedad soviética. Otro rasgo era el anti-marxismo desenfrenado, tanto terrenista como el liberal (de Popper). El tercer rasgo eran las interpretaciones infundadas del marxismo, que dependían de la lucha política de los clanes de la élite soviética. Todo esto no nos permitía dar una respuesta adecuada a los nuevos retos.
En la época soviética la síntesis de Marx y de Weber no sucedió por las razones estrictamente políticas. No fue deseable por las razones ideológicas. Y por ello se canceló de forma voluntaria, a pesar de su necesidad científica. A pesar de que todas las condiciones para esta síntesis ya se habían creado.
No en menor, y probablemente en mayor medida, se habían creado otras condiciones. Porque aparte del ambiente material artificial (el cual la persona humana crea y desarrolla y que a su vez influye a esta persona), aparte del ambiente social (el cual la persona igualmente crea y desarrolla y que también a su vez influye a esta persona), existe también una persona humana como tal. Como un factor autónomo, que de ninguna manera tiene menos significado que la tecnosfera e el medio social.
La persona humana, desarrollando el ambiente material y el medio social, se desarrolla a sí mismo. La persona sometida al medio material y las leyes sociales, es sometida también a las reglas del carácter cultural e antropológico.
Y estas reglas las estudió con una profundidad suficiente Erich Fromm, uno de los grandes psicoanalistas y filósofos del siglo XX. Con esto Fromm admiraba a Marx y no le refutaba. Le nombraba a Marx uno de más grandes pensadores de la humanidad. Él quería completar al marxismo con la antropología autónoma y sabía con exactitud cómo hacerlo.
Un aparato nuevo, completado con estos conocimientos, entre muchos otros (la polémica metafísica oculta de Marx y Hegel, la analítica teológica del materialismo histórico de Walter Benjamín, la “Tectología” de Bogdanov, etc.) nos permite valorar el contenido de la época actual de una manera nueva. En el campo de teoría hay mucho trabajo por delante. Pero ya se puede comentar sobre el contenido de la época con una certeza suficiente. Y aquí, por supuesto, a síntesis de Marx y Webber tendrá un papel decisivo.

Capítulo 5. El capitalismo real e ilusorio.
En el derrumbe de las ilusiones del capitalismo esta la principal novedad de la época contemporánea.
Pero es sobre estas ilusiones estaba basado el proyecto de la construcción acelerada del capitalismo en Rusia. Y, por consecuencia, el desmontaje de la URSS, del sistema soviético, del sistema comunista mundial, del balance mundial de las fuerzas ideológicas y políticas estaba basado en ellas también. Todo esto fue decidido desmontar para dar el salto a toda prisa hacia el capitalismo (aunque sea más monstruoso en el mundo).
Hace tiempo, Ilyá Ehrenburg escribió el libro “El Trust para la destrucción de Europa”, o El Trust D.E., refiriéndose a un Trust político, que ha proclamado el eslogan ¡Dale Europa!
A la URSS, al modo de vivir soviético, y a todo el proyecto mundial alternativo al capitalismo lo han derribado los creadores del Trust D.C. (¡Dale Capitalismo!).
Los creadores de este Trust aseguraban, que solo en el capitalismo está la salvación. Afirmaban que “Nos importa un comino en qué medida el capitalismo no sea compatible con Rusia. No vale la pena tener tantos miramientos con esta Rusia. Si Rusia no es compatible con el capitalismo, peor para ella. Porque solo en el capitalismo está la salvación”.
Los argumentos de los creadores del Trust D.C. resultaron ser muy convincentes y seductores para la ingenua sociedad soviética. Pero todo aquello que la sociedad había tomado como una amarga verdad ya para el 2008 definitivamente demostró ser ilusorio.
El capitalismo como una formación socioeconómica, como un gran total de la historia de la humanidad es una ilusión. El artículo de Francis Fukuyama “El Fin de la Historia”, bastante primitivo a primera vista, pero con un trasfondo de largo alcance, sirvió de propaganda para esta ilusión.
Ahora está claro, que no hay ningún fin de la historia en el sentido en el que lo entienden Fukuyama, los neo-hegelianos, siendo maestros de Fukuyama y los aventureros, que convirtieron la cosita de Fukuyama en la bandera política de así llamado globalización.
Y que no hay ni este fin de la historia, ni el choque de civilizaciones que proclamó Huntington, el hermano conservador de Fukuyama, que se encargó de conceptualizar al partido republicano de EEUU.
Y, ¿qué es lo que hay?
Ya hemos constatado que el derrumbe de las ilusiones capitalistas está a la vista. Los mismísimos ilusiones, que engendraron el periodo más amargo y humillante de nuestra historia:
El periodo de Perestroika y Post-Perestroika: “¡Fuera el sovetismo monstruoso en nombre del capitalismo!”
El periodo de la traición a sí mismos: ¿Tanto rechazamos al capitalismo y adonde hemos llegado? Tenemos lo que merecemos. Hay que reconsiderar todo mientras no sea tarde.”
El periodo de la renuncia a nuestro propio camino histórico: “¿Qué necesidad tenemos en nuestro propio camino si hay la única vía magistral capitalista?”
El periodo de las bajas e histéricas aspiraciones capitalistas: “Si hemos fracasado apostando a una carta equivocada, tiremos todos los ilusiones al vertedero y, al menos, comamos hasta la saciedad y divirtámonos a tope”.
Lo que parecía ser la realidad resulto ser una ilusión.
Lo que parecía ser una ilusión resultó ser una realidad abandonada con las consecuencias catastróficas en nombre de ilusiones que se hicieron cenizas.
Habiendo puntualizado esto, puntualicemos otra cosa.
La sociedad fue advertida sobre futuro fracaso de estas ilusiones en “Post-perestroika”, el manifiesto conceptual-analítico. Justo hace veinte años, se advertía: ¡No os toméis las ilusiones como una realidad!
Justo hace veinte años fue dicho tanto sobre lo ilusorio de la victoria del capitalismo mundial, como sobre las terribles consecuencias de la empresa, planeada por el Trust D.C. en Rusia.
Por desgracia, a pesar de estas advertencias la sociedad se dejó encantar con el canto hechizante de las sirenas capitalistas.
Ahora los dueños del Trust se han enriquecido increíblemente, y todos los demás se tiran de los pelos. Pero no podría ser de otra forma. Porque lo que fue construido es aquel pseudo-capitalismo mafioso descrito en “Post-perestroika”. Ya se derrumbaron aquellas ilusiones capitalistas globales, que fueron analizadas en dicho libro. Y el derrumbe sucedió siguiendo exactamente el guión descrito en él.
Y si, por lo menos a esta altura, no nos despertamos, los acontecimientos se desarrollarán siguiendo el mismo guión, absolutamente fatal para Rusia y para el resto del mundo. Por ello, debemos despertarnos ahora.
Es ahora o nunca. Este es el precio del problema en cuestión.
Y si ni siquiera ahora, en condiciones de total decepción con los resultados históricos de los últimos veinte años, el país no encontrara fuerzas internas para sobreponerse a la estrategia de la renuncia a su propio camino histórico que fue impuesta a ella, el derrumbe es inevitable. No se hará esperar. Si Rusia no despierta ahora, desaparecerá del mapa antes del 2020.

 

Capítulo 6. El futuro del Trust D.C.
Contrariamente a lo que está dispuesto aquí, el Trust D.C. se obstina en afirmar que no hay alternativa al capitalismo. Entonces, este capitalismo que hay que acabar construyendo y no importa cuál sería el coste.
¿Se creerá el mismo “Trust D. C.” en su razón histórica?
Lea con atención todos sus documentos pseudo-conceptuales. Conozca las ideas de los autores de la “Estrategia 2020” (y sus anexos), “Estrategia 2030” (y sus anexos), la estrategia de la modernización democrática, la estrategia de la intelectualización de la economía (4I, 5I, ¿y quién más?)…
¿No le provoca esto a usted una sensación de una decepción límite y confusión extrema?
Por supuesto que la provoca. Pero no se trata sobre mayor o menor profundidad del pensamiento de ciertos autores. Se trata del fiasco del Trust D. C.
Esta es la razón por la que en la documentación encargada por el no hay ni una sola palabra de verdad.
Esta es la razón por la que Trust D.C. no tiene ganas de reconocer el catastrofismo de la situación actual, ni la voluntad de superación de aquellas tendencias que empeoran este catastrofismo, y esto ya no va de año en año, sino que de día en día.
El Trust D.C. sigue sin creer que el carácter no capitalista de Rusia no es un defecto, sino algo completamente distinto. Y por esto sus sirenas en el mejor de los casos solo pueden cambiar la entonación de su canto, pero no más que eso.
La desconfianza en la importancia histórica y global de todo aquello, que convirtió Rusia en el país tan distinto de su oponente histórico Occidental (así como a aquellos que a este oponente imitan) no permite elaborar una estrategia de salida de la actual situación destructiva. Porque esta situación es el fruto de dicha desconfianza.
No hay confianza, no hay amor ni esperanza. Y entonces, por supuesto, no hay responsabilidad completa. Sin ella, ¿de dónde sacar las fuerzas para superar las tendencias macro-sociales, incompatibles con la vida del país?
¿De dónde se sacará el deseo elemental de hablar en serio sobre las cosas serias?
Los documentos conceptuales del Trust no son serios, y esta es su particularidad fundamental. Está relacionado con el hecho que nadie de sus autores duda ni por un instante de que la documentación no tiene nada que ver con los procesos. Sin esconder, incluso en público, sus sonrisas sarcásticas, los autores de estos documentos ya no tienen vergüenza cuando participan en las así llamadas ‘tertulias intelectuales’. En ellas, todo se dice sin rodeos. Dice, que no hay pulso. Pues “donde no hay, no hay nada que sacar”. Si no hay pulso, entonces hay que divagar y estar preparado largarse del país.
De esta forma las autoridades no quieren ni pueden sobrepasar las tendencias destructivas. Ya que el origen de las mismas es mucho más valioso para las autoridades que la vida del país y ellas nunca lo rechazará. Y cómo las autoridades no quieren y no pueden superar las tendencias destructivas, el derrumbe es inevitable.
A las autoridades les importa poco este derrumbe. A nosotros no.
Las autoridades no quieren acomodar al país, sino que quieren acomodarse en sus mansiones en el extranjero y desde allí observar el derrumbe de Rusia, como un espectador ve una entretenida representación teatral.
Las autoridades se equivocan mucho al respecto de su acomodación en Occidente. Tanto peor para ellas. Nosotros no tenemos la intención de acomodarnos en Occidente. Queremos vencer con nuestro país o morir con él. Y creemos en nuestra victoria. No buscamos para nosotros mismos una bahía acogedora. Rusia es el barco, del cual no pensamos huir.
Si, el barco está en unas condiciones lamentables. Si, unos retos terribles están por delante. ¿Y qué?
Aceptamos el desafío. Y por esta razón nos dirigimos a la sociedad con este manifiesto, que clama por la responsabilidad histórica y global.
Dirigimos nuestro manifiesto a los que despertaron. A los que ya han comprendido toda la vergüenza y fatalidad de los ‘impulsos’, gracias a los cuales Rusia se desvió de su camino histórico. A los que quieren devolver a Rusia a sí misma, a su propia verdad y autenticidad.
Los demás también despertarán, pero será demasiado tarde. Por esto es tan importante que los que ya despertaron encuentren las fuerzas dentro de sí mismos para dar la respuesta estratégica a los retos terribles. Para que desde ya será comprendido en el fondo el significado de las horribles muecas de las dos últimas décadas. Para aprender lecciones de manera fundamental. Para que lo sucedido no se repita nunca más. Y para que este ‘nunca más’ será una redención de la deshonra de los últimos veinte años.
A base de las lecciones aprendidas es necesario inmediatamente elaborar un nuevo rumbo estratégico y conceptual. El nuevo proyecto histórico. Un proyecto salvador, tanto para Rusia como para toda la humanidad.
Pero el proyecto es poco. Hace falta un Sujeto, capaz de realizar este proyecto.
El Proyecto es ahora o nunca.
El Sujeto es ahora o nunca.
Ahora o nunca es el lema principal de nuestra época. Porque después ya será tarde. Porque después, ya no habrá ningún ‘después’ para aquellos quienes aman a Rusia.
Para los que ya han comprendido todo esto, o se están preparados para comprenderlo, es nuestro nuevo y último manifiesto.
Ya hemos justificado porque es el ‘último’.
El porqué ‘nuevo’ lo justificaremos adelante.

 

Capítulo 7 ¿Es nada más que el fracaso de las ilusiones?
Siguiendo con la discusión sobre el contenido de la época actual, renunciamos categóricamente a reducirla a la contratación del fracaso de las ilusiones capitalistas. Hace falta un análisis que nos permita descubrir el génesis de este fracaso, sus particularidades funcionales y estructurales, sus consecuencias y posibles salidas de la situación.
Precisamente para ello necesitamos la metodología basada en la síntesis de Marx y Weber. Los resultados de su aplicación al análisis de la situación actual son los siguientes.
La burguesía, como una clase, se formó en las entrañas de la sociedad feudal.
El feudalismo consentía e incluso estimulaba la creación de esta clase.
A los señores feudales les hacían falta los negociantes que les pudieran prestar dinero. Pero aún más necesitaban a los primeros brotes de la futura producción industrial.
Un caballero no existía sin el armero que le forjaba las armaduras. Para vencer en las guerras a un Rey le hacían falta no sólo picos y espadas, sino también los mosquetes, cañones, navíos, etc.
El inevitable compromiso histórico entre los señores feudales y los burgueses se formó mucho tempo antes de la victoria del capitalismo. Los avances de la ciencia y técnica, al igual que el consecuente crecimiento industrial, poco a poco inclinaba la balanza hacia la burguesía.
Las Grandes Revoluciones burgueses formalizaron políticamente esta tendencia. Pero estas, con todo su radicalismo y crueldad, sólo terminaron formalizar aquello que ya existió. Para entonces la burguesía ya estaba completamente formada. Las familias burguesas ya subían por la escalera del éxito, profesando el espíritu de la modestia, laboriosidad e observación de las leyes. A esto le ayudaba la religión nueva nacida en las entrañas de la cristiandad: el protestantismo.
En ningún momento es posible embellecer la cabalgata triunfal de la clase capitalista hacia el poder. Esta clase nunca evitaba el saqueo. Muchas fortunas burguesas estaban amasadas en el comercio de esclavos, piratería y monstruosas explotaciones en las colonias. Y aun así, el fundamento sobre el que fue levantado el majestuoso edificio del capitalismo occidental y, a continuación el oriental, no era criminal.
“Nosotros trabajamos mientras vosotros os dedicáis a la parranda”, decían los burgueses a los señores feudales. “Nosotros vivimos humildemente y vosotros os estáis hundiendo en el lujo” decían ellos, mostrando sus trajes marrones modestos, su modo de vida ahorrativo, su cultura y sus viviendas.
Cualesquiera que sean los demonios criminales que vivían en la agua mansa de la burguesía ascendente, la esencia de la misma fue anti criminal.
“Este señor feudal consigue su dinero con el bandolerismo y gastando pelotilla en el palacio, pero nosotros trabajamos y ahorramos el dinero, pasamos nuestros humildes ahorros a los hijos que también ahorran siguiendo con el mismo trabajo honesto, y así de generación en generación”. Eso es lo que transmutaban los burgueses a todos los representantes de distintas capas de la sociedad feudal. Y no era mentira. La sociedad tenía pruebas que el trabajo honesto, la tenacidad, la inteligencia, la parsimonia, la capacidad de correr un riesgo razonable son las cualidades fundamentales de la nueva clase ascendente.
Comparemos todo esto con el proyecto de nuestro “Trust ¡Dale Capitalismo!”
En la sociedad soviética, a diferencia de la del feudal, la burguesía no se pudo formarse como una nueva clase obediente a las leyes, que tuviera sus normas, sus valores, sus principios, sus ideales y, finalmente, su Proyecto.
¿Cuánto dinero podría haber ahorrado un especialista soviético bien pagado y respetuoso con la ley? ¿Pudo tal especialista con lo bien que le pagaron ahorrar por lo menos un millón de rublos? Aunque un académico ahorrará mil rublos al mes (lo cual es un supuesto casi fantástico) y fuese académico durante 30 años (es un supuesto fantástico también) podría haber ahorrado 360 mil rublos.
Los representantes de la inteligencia creativa: los escritores, directores de cine, guionistas, pintores etc., mostrando todas las cualidades del Caballero Avaro de Pushkin*, quizá podrían haber ahorrado algo más. Pero en la historia de la URSS no hubo los representantes de estas profesiones que mostraban semejantes méritos y que tiendan a hacer ahorros parecidos.
Un estudio atento del listado de todas las profesiones de alto rendimiento demuestra, que la cantidad de ciudadanos soviéticos decentes, que tenían alta y muy alta capacidad de ahorro, difícilmente superaría las 1.000 personas. Y la totalidad de sus ahorros potenciales sin duda no superaba los mil millones de rublos.
Entre tanto, para la realización del proyecto del Trust D.C. había que acaparar a marchas forzadas todos los activos fijos, que valían considerablemente más de un billón de rublos.
Por lo tanto el Trust tenía que: bien renunciar a su proyecto de la construcción acelerada del capitalismo en Rusia, bien conceder acceso a la compra de los activos fijos a unos ciudadanos que estaban lejos de ser decentes y pertenecían a las tres categorías siguientes:
La primera: así llamados talleristas* Son ciudadanos soviéticos que siendo al mismo tiempo empresarios privados actuaban en el límite de la violación de las leyes o fuera del mismo. En la mayoría de los casos fuera de los límites de la legalidad. Y aun así este grupo era más decente de todos en las que el Trust D.C. pudo basar su proyecto. Porque los representantes de este grupo al menos producían algo. Aunque de forma ilegal, aunque usando la materia prima obtenida ilegalmente. Aparte de esto, los representantes de dicho grupo, permaneciendo en cada momento en la zona del alto riesgo, tenían que distanciarse hasta cierto punto tanto de los funcionarios locales corrompidos como de puros criminales íntimamente liados con los servicios especiales locales. En el caso contrario el tallerista estaría muerto o se pudriría en la cárcel.
Haciendo reverencias tanto a los burócratas corruptos como a los criminales, un tallerista no podía permitir a si mismo depender por completo de estas dos categorías que también participaban en el proceso industrial. ¿Son muchos de los talleristas que han triunfado en los años de la realización del proyecto del Trust D.C.? En el mejor de los casos podríamos hablar de decenas de representantes de este grupo que realmente prosperaron.
El segundo grupo son los especuladores que no producían nada. En la sociedad soviética existía una rígida regulación social de los precios. Por esta razón uno que tenía acceso a los productos con alta demanda, obtenía grandes beneficios al venderles en el mercado libre sin producir absolutamente nada. Si a la primera categoría se la puede calificar como gris oscura, la segunda ya pertenece a la negra.
La tercera categoría ya es negra del todo: las cajas comunes de los cárteles criminales.
Sacando del paréntesis los capitales iniciales obtenidos con esquemas aún más complejos (de los servicios secretos entre ellos) llegamos a la conclusión, que la privatización realizada por el Trust D.C. ha sido criminal por definición. Es más, los capitales iniciales a los que hemos sacado del paréntesis, también eran criminales.
Así que la burguesía que crecía lentamente en las entrañas del feudalismo, independientemente de que burguesía se trata: occidental u oriental, en su naturaleza no era criminal. Pero la burguesía cultivada por el Trust D.C. era criminal. Y no podía ser distinta.
Por supuesto, tuvo lugar la venta de las empresas estatales o incluso su entrega gratuita. Pero este tipo de la privatización no cambió nada substancial en flor y nata del capitalismo ruso cultivado a ritmo acelerado.
Ya sólo este hecho aunque fuera único diferenciaba de modo más drástico el capitalismo que se estaba creando en Rusia de un capitalismo más o menos normal. Aunque este capitalismo digamos “normal” también era depredador en su esencia. Y a menudo se empleaban esfuerzos más radicales para contener los muestros extremos y absolutamente destructivos de su carácter expoliador.
Los dueños del Trust D.C. no estaban cultivando un capitalismo normal y, como todos los regímenes, imperfecto. Ellos estaban criando un monstruo criminal. Criando a una pseudo-clase devoradora. Y la han criado. Esta clase empezó a devorar absolutamente todo. Y lo lleva haciendo durante los últimos veinte años, además siguiendo el refrán el apetito se despierta comiendo.
¿Será posible que los fundadores Trust D.C. no tenían la conciencia de eso?  Sin duda no es posible. Hicieron precisamente lo que querían que hacer, criaron la muerte de Rusia. Que no mientan ahora diciendo que querían salvar a Rusia, llevándola al capitalismo. No se dedicaban a ello: llevaban a cabo su proyecto de liquidación.
Habiendo comparado el tipo de acumulación, comparemos y el resto.
Ya que existe así llamada etapa de la acumulación de capital inicial. En los casos clásicos de la acumulación lenta del capital inicial dentro del feudalismo, puede dominar el componente ‘blanco’. Aunque siempre existen los de otros colores. Pero si el capital se forma rápidamente los componentes ‘gris’ y ‘negro’ aumentan en la primera fase de la acumulación de capital de forma natural. Después surge la necesidad aguda de salir de esta fase arrancando este capital de su cordón umbilical criminal. De no hacerlo rápido y sin piedad, el estado donde predomina el capital que no había salido de la fase de la acumulación del capital inicial, empieza no sólo tener los rasgos criminales sino ser criminal.
Un Estado criminal no puede ser estable por definición. No puede coexistir con otros Estados que aunque puedan tener unos rasgos de criminalidad, no son criminales.
La frontera entre el Estado que tiene los rasgos criminales y el Estado criminal es la frontera entre la vida y la muerte. Los Estados criminales se aniquilan sin piedad. El ejemplo es el exterminio de los famosos reinos piratas. Sin hacer nada los Estados criminales se destruyen solos. Pero normalmente los destruyen los estados que están en contacto con ellos, como a los focos de infección de enfermedades.
¿Será posible que los creadores del Trust D.C. no entendían este ‘abecé’? No, no será posible. Sin embargo ellos hacían todo para que el capitalismo ruso no salió de la fase de la acumulación inicial. Estimulando con todos los medios el desarrollo del carácter criminal de este capitalismo. Y los creadores de Trust lograron su objetivo. La clase mutó definitivamente, haciendo la metástasis en todas las estructuras institucionales.
Otra vez se hace evidente que no existía la voluntad para de construir el capitalismo, sino la voluntad para liquidar a Rusia con un pseudo-capitalismo criminal. A través de la entrega de todas las funciones del sujeto gobernante a este pseudo-capitalismo criminal, y la conversión del Estado en un monstruo criminal.
¿Advirtió el manifiesto “Post-perestroika” que será así? Si, sin alguna duda.
¿Y fue así? Por supuesto.
¿Fue así por accidente o ignorancia? No, de ninguna manera.
¿La situación es reversible? Con esto repetimos, que es propio de Rusia histórica rechazar fuertemente cualquier capitalismo, incluso no criminal.
Con mucho pesar tenemos que constatar que por el poder actual no se está realizando ningún intento real para subsanar la situación. Los problemas más evidentes que resultan de todo lo expuesto ni siquiera están planteados en el orden del día, por ejemplo, el problema de la salida de la fase de acumulación inicial del capital. O el problema de la descriminalización del capital. Es más, una sospechosa dulcedumbre está ocupando el lugar de estas tareas concretas cada vez en mayor medida. ¿Es una ingenuidad que se quedo intacta incluso después de veinte años? ¿O es una máscara puesta por el sujeto que comprendiendo que el país de un momento a otro lo acabarán devorando, no quiere oponerse a ello?
El rechazo de Rusia histórica a cualquier capitalismo.
La creación deliberada de un capitalismo criminal y no no compatible con la vida de Rusia durante veinte años.
¿Qué más sería importante discutir en relación con el destino del capitalismo aquí y en el mundo, respondiendo a la cuestión apremiante sobre el contenido de nuestro tiempo?
Talleristas* (en ruso: tsejoviki) – Los empresarios de sombra, propietarios de los talleres o fábricas ilegales.

 

Capítulo 8. La burguesía y las cuestiones sociales.
La característica más importante de la clase normal burguesa era su capacidad de actuar en calidad del líder social. Es decir, ser la locomotora de la historia. La burguesía normal de aquella época constructiva era realmente una clase histórica. Una clase líder. Clase que realizaba todo aquello que necesitaban amplios capas de la sociedad de entonces.
Por supuesto, habiendo lanzado el lema Libertad, Igualdad, Fraternidad la burguesía creó una sociedad bastante lejana a estos grandes ideales. Pero con todo esto ella no fue estéril desde punto de vista histórico.
Roto a las humillantes barreras clasistas.
Entregó las tierras de terratenientes a los campesinos
Creó un nuevo tipo de la comunidad: la nación burguesa.
Supo proponer una nueva concepción del destino humano, nuevos valores, nuevos ideales.
Pronto se puso en claro que la moneda burguesa tiene su contrafaz. Que los grandes logros se pagan con el increíble sufrimiento de las masas explotadas en general y de la clase trabajadora sobre todo. Que al abrigo de las conversaciones sobre los valores, al pedestal se está subiendo poco a poco el becerro de oro.
Y aun así para aquella clase burguesa ascendente, válida desde el punto de vista histórico, el humanismo y el progreso no eran palabras vacías.
Aquella burguesía ascendente, históricamente válida, si, tenía su misión, su visión del futuro, su gran sueño histórico.
Esto tuvo su reflejo en el arte y la cultura.
Aquella sociedad burguesa ascendente, históricamente válida no era culturalmente infructuosa. Creó una gran literatura, una gran música, una gran pintura. Y entonces consiguió dar a las aspiraciones humanistas una calidad nueva.
Por eso no se puede negar la misión cultural, y en consecuencia humanista, de la burguesía. Sí, la cultura creada por ella fue implacable con su creadora. Pero esto no es una anomalía, ni patología, sino una norma de la vida histórica. Reconozcamos la grandeza de aquella burguesía, que empezó a formarse en occidente desde mediados del siglo XV en las entrañas del feudalismo. Y para el principio del siglo XIX se convirtió en la clase dominante, en la clase lider.

 

Сapítulo 9. La burguesía como la clase que creó y ejecutó el proyecto histórico y sociocultural tremendo.
Las reflexiones características para Rusia en lo referente de “¿Qué hacer?”* y “¿Quién tiene la culpa?”** son necesarios, pero no suficientes. Dado que no se puede responder a la pregunta:
“¿Qué hacer?” sin entenderse exactamente sobre QUIÉN tiene que hacer y QUE.
Respondiendo a la pregunta: QUÉ exactamente es necesario hacer, estamos haciendo el análisis del PROYECTO destinado a efectuar los cambios históricos necesarios.
Respondiendo a la pregunta: exactamente QUIEN tiene que efectuar este QUE (es decir, realizar el proyecto históricamente necesario), estamos analizando el sujeto.
No hay el proyecto sin sujeto. Y no hay el sujeto sin proyecto.
Ya que el sujeto no teniendo el proyecto comete el desafuero y abandona la escena de historia muy rápido. Y el proyecto sin sujeto es una utopía abstracta.
Sin sujeto el proyecto está colgado en el aire. Y transforma en un sueño vano y humillante.
La burguesía naciente tuve el Proyecto Modernidad asumiendo simultáneamente el papel del sujeto. Es decir la clase capaz de efectuar este proyecto.
La burguesía naciente creyó la demanda social para su gran proyecto histórico.
Los grandes pensadores satisficieron esta demanda.
Sus nombres entraron en la historia. Y no se puede retirarles de ella.
La gran cohorte de ilustradores logró abrir para la humanidad los nuevos horizontes sociales e espirituales. Pero aquella cohorte fue solo una parte del ejercito intelectual, reclutados por la burguesía bajo sus banderas históricas.
Ya que proponiendo a una parte de la sociedad el variante secular y estrictamente ilustrador del Proyecto Modernidad, la burguesía al mismo tiempo ofreció a otras capas de la sociedad el variante de caldeada religiosidad de este mismo Proyecto.
De este modo el gran proyecto declarado por la burguesía está mucho más amplio que la ilustración clásica. Teniendo en cuenta que por la ilustración clásica generalmente se entiende la ilustración europea contra-poniéndola a la de americana o, más ampliamente, anglosajona.
Pero ni siguiera esta contraposición cubre las matices más importantes fuera de las cuales el Proyecto Modernidad simplemente no existe. Por lo tanto las modificaciones religiosas del Proyecto Modernista (llamado el modernismo cristiano o, más ampliamente, el modernismo religioso general) conjugan con las modificaciones seculares del mismo gran proyecto de manera muy fina.
El Proyecto Modernista es un gran edificio donde se encontraron lugar la gran cantidad de varias cosas.
Una forma simplísima de efectuar la síntesis de las teorías de Marx y Weber es añadir esta característica a todo que llama el análisis marxista del capital.
Burguesía es la clase que creyó el ambiente material artificial del nuevo tipo en el que habita la humanidad. En otras palabras, creyó las fuerzas productivas de nuevo tipo.
Y la burguesía es la clase que creyó el ambiente social nuevo con reguladores rompedores. Es decir, no solo las relaciones de producción como algo determinado por las fuerzas productivas sino mucho más: la legitimidad del nuevo tipo.
*¿Qué hacer? – es el título de una famosa novela de Nikolái Chernyshevski, publicada en 1863.
**¿Quién tiene la culpa? es el título de una famosa novela de Alexandr Herzen (1812-1870).
Capítulo 10. El dominio de la clase y la legitimidad
La legitimidad es una explicación de las razones en virtud de las cuales una clase se ejerce su dominio sobre otras clases, aceptada por la sociedad. Para que la sociedad acepte el hecho del dominio de una clase u otra, esta tiene que actuar en la calidad del poseedor único e indudable de los bienes públicos muy necesarias para la sociedad. En este solo caso se forman los regímenes y sistemas políticos estables.
La historia nos enseña que el dominio sin legitimidad es sumamente feo y de muy corta duración. La clase dominante que está perdiendo su legitimidad tiene que sustituirla por una dominación bruta, es decir, por aquellas bayonetas sobre las cuales, como muchas veces dijo Lenin, resulta imposible sentarse.
Al crear el Gran Proyecto Modernidad la burguesía recibió su legitimidad  histórica. Cabe resaltar que la burguesía presentando el Proyecto Modernidad como el bien común y a sí misma como el sujeto, que ejecuta el proyecto (es decir, como la fuente de este bien), delineó de hecho los límites de su legitimidad. Radicándose con ello en cierto territorio ideológico, semántico del proyecto. Reservando lo como suyo.
De este modo los territorios vecinos resultaron ser ajenos.
El Proyecto Modernidad es lo que da legitimidad a la burguesía como el sujeto que realiza dicho proyecto.
Es en el territorio del Modernismo, o sea, en el territorio de su legitimidad la burguesía apacigua en parte su espíritu de bandoleros que la es propio. Y con eso la burguesía se transforma parcialmente de la clase-para-si-mismo a la clase-para-otros.
Por esta razón es el territorio del Modernismo en el que no sucede la mutación histórica y existencial de la clase burgués. No sucede su aislamiento definitivo de sus ideales y objetivos.
Es evidente que la salida del territorio del Modernismo como del territorio de su propia legitimidad está preñada de consecuencias monstruosos y absolutamente destructivos tanto para la burguesía como para la humanidad en general.
Comparemos nuevamente este tipo clásico de formación de burguesismo normal con lo que estaba formando en Rusia. ¿Ha creado nuestra burguesía criminal y sus creadores – Trust DC- el nuevo tipo de la legitimidad? ¿Hubo algunos intentos de hacer algo en este sentido? En absoluto. Al contrario, Trust D.C. y sus servidores ideológicos aplastaban cualquier intento formalizar algo legítimo. Porque el origen de cualquier legitimidad siempre es una u otra orientación moral y también unos u otros valores e ideales.
Ninguna clase que pretende a la legitimidad pondrá profesar sí misma la religión de becerro de oro. Y mucho menos imponer esta religión a la sociedad. Último no es sólo inmoral sino inadmisiblemente contra-productivo.
Sin embargo Trust D.C. se ocupó precisamente en exterminar todas las premisas para que alguna legitimidad pueda surgir. Aparte de todo, a la clase nunca visto por su carácter parasitario y rapaz le falta una rienda moral, ideal. Nunca hubo precedentes en la historia realizar algo semejante.
Pero más que sea importante constatar que todo relacionado con el capitalismo ruso actual tiene el carácter sumamente patológico y la falta improcedente de perspectiva, es aún más importante discutir otro problema. El destino de cualquier capitalismo moderno. Si, precisamente cualquier capitalismo. Aunque cuando le falta estos rasgos monstruosos, impuestos al capitalismo ruso que lleva a sí mismo y a toda la sociedad al callejón sin salida inaudito.

 

Capítulo 11. La burguesía y la actualidad.
¿No está pasando hoy toda la clase burgués, todo el régimen capitalista global los límites de su legitimidad?
¿No está abandonando hoy toda la clase burgués el territorio de su proyecto, de sus valores, de su sentido, el único territorio en el cual la clase puede existir en calidad de la “clase-para-otros”?
¿No está liquidando hoy toda la clase burgués todas sus obligaciones históricas?
¿No se está quitando hoy toda la clase burgués las riendas de moral, objetivos, reglas, ideales y valores de importancia general?
¿Y si precisamente eso lo hoy está haciendo la clase?
La respuesta a esta pregunta determinará el contenido de la época actual.
Nuestra respuesta es afirmativa. Decimos: “Sí, exactamente todo el capital, independiente del grado de su patología o normalidad, está perdiendo su legitimidad histórica-mundial. Exactamente la pérdida de esta legitimidad – que sea evidente en cuanto completamos la teoría de Marx por lo menos a la teoría de Weber- hace nuestra situación interna cien veces peor. Sin darnos algún chance de corregir nuestro capitalismo. A no ser que a alguien le da la gana hacer una transposición metodológica y política y organizar en un país particular un capitalismo especial que no perderá su legitimidad teniendo en cuenta que el mismo perderá su legitimidad en todo el mundo».
Sin embargo el problema es demasiado penoso y agudo para practicarse en semejantes especulaciones de metodología y política dudosas.
Ya que están poniendo demasiado claro y funesto los síntomas que la burguesía actual está quedando el territorio de su propia legitimidad.
Considerando que la primera vez la burguesía trató hacerlo en Alemania en el 1933, la escala del problema es enorme. Se trata del reto más grave de todos los retos que alguna vez se perfilaron en el horizonte de toda la humanidad.
Pero, y esto resulta del todo anterior dicho, como somos el eslabón flojo de la cadena mundial una vez más, precisamente a nosotros nos toca ocuparse del todo a la vez. Nos toca comprender también hasta qué punto esta nueva versión, que nos vuelva a la batalla de la muerte contra “fuerza fascista oscura”, es real. Y nos toca buscar la respuesta a esta versión nueva. Ya que ella es real e incluso inevitable.
Esto es la razón de nuestra particular atención política a un problema que parece ser abstracto, como es el problema de la Modernidad, que preocupaba el mismo Weber y sus seguidores.
Sintiendo todo el infortunio de la situación actual rusa y mundial, queremos encontrar una respuesta precisa a la pregunta más maldita de la actualidad – la pregunta sobre la pérdida final por el capitalismo de su legitimidad relacionada con su proyecto, o sea, cualquier legitimidad.
Todo el mundo la necesita esta respuesta. Pero hoy día en nuestra tierra atormentada la necesitamos más que nadie.
¿Porque en el año 1917 Rusia rechazó el capitalismo? ¿Hubo en eso la razón y condicionalidad histórica?
¿Qué rechazó Rusia exactamente? El capitalismo según Marx o el capitalismo según Weber – teniendo en cuenta que el capitalismo puede ser entendido como el sistema completo y cerrado, siempre y cuando es el capitalismo según Marx, y el capitalismo según Weber y el capitalismo según Fromm. Sin embargo hoy día los más importantes para nosotros son aquellos elementos del capitalismo que analizo Weber. Y que vienen condicionados por el concepto del “Proyecto Modernidad”.
Capítulo 12. El “Proyecto Modernista” y el destino de Rusia
A poco tiempo el destino de Rusia estará decidido por así llamados los inútiles. En los cuales – en las condiciones de continuo inflamación del capitalismo criminal ruso – convertirán en breve 100 si no 120 millones de nuestros conciudadanos. Puesto que para crear una súper máquina de robo y presentarla con cinismo como un estado, el capitalismo criminal no necesita más que 40 millones personas.
Sin fuerte presión del exterior, el capitalismo criminal ruso iría consiguiendo este objetivo deseado poco a poco o como dicen, con la marcha lenta.
A la mayoría de nuestros conciudadanos, incluidos las representantes de las profesiones intelectuales, quienes para tal “estado” ya no necesitan les dejan escoger uno de dos opciones: morir aquí o huir al extranjero.
El proyecto “morir aquí” (con sus modificaciones “marginalizarse” o “lumpenizarse” etc.) y el proyecto “huir al extranjero” ejecutarán simultáneamente. Unos se irán largando. Otros se irán muriendo. Dando a la bebida, volviendo locos, bajando al fondo marginal, cayendo en la degradación, lumpenizando etc. Como se ve ambos proyectos ya dominan Rusia actual. Hoy día lo admiten ya todos nuestros sociólogos sin temblor e incluso como si fuera algo normal o casi normal.
Para lograr su objetivo la picadora de la carne del proyecto “huir al extranjero” debe procesar sobre 5 millones al año. La misma cantidad debe ser procesada por la picadora de la carne del proyecto “morir aquí”.
La salida de la sociedad rusa de 10 millones de personas al año convertirá nuestro país muy en breve en una sobre estructura compuesta del núcleo mafioso y su periferia idénticamente mafiosa. La estructura irá aflojando cada vez más. Duraría ella 6-8 años o caería antes depende de las circunstancias impredecibles.
La casa que está pudriendo puede caer por cualquier causa. Al dar un buen portazo de puerta. Del tiro la ventana. Incluso por estornudar. Por otro lado toda la lógica del proceso mundial dice que las fuerzas exteriores están despertando para actuar de modo activo, entonces… Imaginen Uds. la casa que está pudriendo recibe los golpes de espolón.
Lo único que se puede discutir aquí es: ¿qué golpe será el último: primero o décimo? Y también sobre la fuerza y concentración de estas golpes.
Hasta que la picadora criminal capitalista no haya convertido definidamente así llamados los inútiles (siendo ellos la flor y la nata real de la nación, la mayoría de nación, en otras palabras nuestro pueblo etc.) en picadillo inviable, ellos disponen del tiempo para recapacitar. Nuestro deber moral, existencial e histórico es contribuir a eso con todas nuestras fuerzas. Sometiendo a nosotros mismos a este objetivo completamente.
Esperar que nuestros hermanos y hermanas o sea “inútiles” (si las cosas seguirán su marcha somos tan “inútiles” como ellos) recapaciten al oír nuestras consignas es caer en los lazos del diablo. En los casos similares todos suelen sacar inmediatamente los grandes decretos y consignas básicos de Lenin. Olvidando que de hecho estas consignas fueron proclamadas en la última fase del proceso de la toma del poder. Pero la actividad que había desarrollada en las fases antecedentes fue completamente otra y en ningún momento parecía a la de consigna.
Los Bolcheviques recurrieron no solamente al pan, la paz y la división de las fincas de terratenientes. Si eso fuera así les vencerían los Eseres, las consignas de las cuales los bolcheviques – en buenos términos – plagiaron. Los bolcheviques recurrieron al nuevo Gran Proyecto anticapitalista rojo. En el cual Rusia discernir de un modo complejo pudo algo profundamente armonioso con su esencia recóndita.
Los lamentos triviales sobre la esencia anti-rusa del bolchevismo al poco tiempo dejarán convencer incluso a los mismos lloraduelos. Al final de veinte años terribles, ya es evidente para muchos, que el bolchevismo, incluso más intelectual y muy occidentalista a primera vista, en algún modo resultó ser afín a las esperanzas profundas y recónditas del pueblo. A las esperanzas máximas, a las de chiliasmo (milenarismo – una corriente en la religión ortodoxa).
Es que aparte del bolchevismo intelectual existió también y el bolchevismo popular profundo, el enigma del cual todavía no ha sido revelado y sin el cual los bolcheviques nunca pudieran tomar el poder y mucho menos mantenerlo.
Así que no vamos a quitar de las consignas simples su importancia, ni entusiasmarse con su simplicidad atractiva. Bien Rusia después todo lo que pasó volverá a sí mismo, animada con nuevo gran proyecto, bien deja de existir.
Nuestra tarea es presentar a Rusia este gran proyecto, que sería el continuador de todo su pasado y al mismo tiempo dirigido al futuro.
Primero – el gran proyecto, por más complejo y difícil que sea. Después – las consignas simples.
Nuestra tarea no solo consiste en presentar dicho proyecto sino también crear un sujeto que sea válido, apto para ejecutarlo, de mismo modo que la burguesía de los siglos pasados estuvo ejecutando su grande Proyecto Modernidad.
El Partido Bolchevique en el año 1917 presentó al pueblo no solo el proyecto grande sino también sí mismo en calidad de sujeto apto para ejecutarlo.
A nosotros no nos interesa el proyecto como una literatura científica aunque de máxima calidad.
El Proyecto es algo más. Es un imán semántico muy fuerte para atraer todo que guarda una capacidad escondida de magnetizarse de un modo adecuado.
Es la situación la que convierte los textos más fríos e intelectuales a los imanes semánticos. No vamos a rendirnos hablando que es imposible hacer una tarea semejante. En fin y al cabo es la situación que convirtió los textos sobre difíciles de Marx a dichos imanes. Es la situación que creó una capa entera de la nación que pasó el día y la noche asimilando con atención concentrada la sobre dificultad marxista. La cual si tenía una pasión política, pero no a la vuelta de hoja. Son esos lectores quien la sacaban, mejor dicho la descubrían, haciendo de esta pasión política un cordón de voluntad caldeado, la intensificaban, la transformaban.
Fueron capaces de hacer todo eso solo porque la nueva situación o sea Historia ya respiraba a sus espaldas. Algunos de ellos decían que oían sus pasos. Otros – que la Historia les llamaba por sus nombres. Y ellos no limitaron a las palabras, las confirmaron con su trabajo devoto y hazañas.
Por eso no hablemos que la combinación de Weber y Marx y no se quien mas no dará el mismo efecto que dio en el principio del siglo pasado la obra intelectual “Das Capital”
Más vale analizar como hechiza la actualidad convirtiendo la síntesis de Marx y Weber, en la concentración de la pasión política y metafísica.

 

Capítulo 13. El destino del Proyecto Modernidad y el destino del Capital
Para estudiar la cuestión del destino del capitalismo a través del prisma de la pérdida o conservación de su legitimidad tenemos que salir de los marcos del marxismo clásico. Para el cual la cuestión de la legitimidad no puede tener el carácter fundamental por definición. Hablando en rigor no hay ningún concepto de “legitimidad” en la lengua conceptual marxista.
Para entender el destino del capitalismo hay que introducir el concepto de legitimidad en el contexto marxista que es ajeno para él.
Es el problema de teoría y de política práctica en el mismo tiempo. Fuera del marco de la síntesis de Marx y Weber es imposible resolverla. En el caso contrario bien perderemos el marxismo (que acabara con una desorientación analítica significante y por consiguiente, la desorientación política), bien no obtendremos el acceso a la análisis del problema clave de siglo XXI.
La clase capitalista fue políticamente e históricamente constituida, creando el Proyecto Modernidad.
En aspiración del dominio y la legitimidad la clase capitalista presento este proyecto a la sociedad como su principal activo inmaterial más valioso.
Fuera del proyecto Modernidad la clase capitalista encuentra completamente privado tanto de su área histórica como de su legitimidad mantente de ella. ‘La clase capitalista’ menos ‘El proyecto Modernidad’ es igual ¿a qué? ¿A los palacios e yates, a las fiestas y especulaciones en la bolsa, a las plantas y los buques? Todo esto de ningún modo es suficiente para autorizar sus demandas y privilegios.
Fuera del Proyecto Modernidad incluso la clase capitalista normal es fea y criminal. ¡Y nuestra clase mutante rusa aún más!
Eso significa que el análisis del Proyecto Modernidad consiste en comprensión del destino del capital en el siglo XXI. Mantenimiento por la clase capitalista de su legitimidad priva a los movimientos no-capitalistas o anti-capitalistas de sus perspectivas estratégicas. Y viceversa: la pérdida de la legitimidad por el capitalismo abra las perspectivas políticas estratégicas más concretos a tales movimientos. Si estos movimientos sabrán aprovechar las es otra cuestión.
¿Pero cuestión de la misma existencia de dichas perspectivas no es la cuestión clave para la política práctica?
Claro aparte de la legitimidad hay también la dominación “en su propia salsa”. Perdiendo la legitimidad, el capitalismo conserva su dominio. Y puede intentar ejecutarlo sobre a base de cruda fuerza. Es decir, sobre la base de la dominación dura, animal o semi-animal ilimitado.
Pero, en primer lugar, estas formas de la dominación nunca han sido estables. Eso nos cuenta toda la experiencia humana histórica.
En segundo lugar, dichas formas de la dominación tiene un chance solo en las circunstancias del fin de historia. Es decir, en las circunstancias de formación urgente de un Talón de Hierro marcado y completamente anti-democrático y no unos gobiernos mundiales quiméricos.
Las contradicciones entre China y EE.UU., entre EE.UU y Europa e entre estos tres gigantes e India no permitan al capitalismo constituir el Talón de Hierro mundial en un periodo corto.
De este modo la cuestión de la legitimidad del capitalismo que es igual a la cuestión del destino del Proyecto Modernidad tiene un gran significado político. Ya que, repetimos otra vez, la cuestión: existen o no existen los chances para vencer en los opositores del capitalismo.
Así tenemos que llegar a comprender el destino del Proyecto Modernidad. Es decir, el problema que no existe en la casa que se llama “marxismo”. Lo subrayamos: que no existe, no esta presente de ningún modo: conceptual, discursivo ni lingüístico. Luego llegara la hora de analizar la distribución de las fuerzas clasistas en las condiciones de la des-legitimación del capitalismo. Por supuesto, en el caso que dichas fueras realmente existen. Es decir, pasar a la plataforma analítica y teórico habitual del marxismo
¿Entonces cual es el destino del Proyecto Modernidad?
No se puede contestar a esta pregunta sin comprender, aunque en breve, que es este mismo Proyecto Modernidad.

 

Capítulo 14: Proyecto Modernidad
Razonando sobre la Modernidad el propio Weber (que no la denominó todavía el Proyecto) ni sus seguidores, oponían a la Modernidad (o contemporaneidad) a la Pre-modernidad, la que denominaban como sociedad tradicional (o agraria).
La Modernización es la transformación de una sociedad tradicional (agraria) a la sociedad contemporánea (industrial).
Marx diría que es la transformación de la formación feudal a la de capitalista. Sin embargo, de algún modo la sociedad tradicional es un concepto más amplio que el feudalismo, aunque bastante cercano a él.
Eso no se trata del juego de los conceptos, se trata de que sentido atribuyen a las palabras sociedad (o el medio social) el propio Weber y sus seguidores. Todos ellos ven en la sociedad una realidad especial, considerablemente independiente de la superrealidad que es el tipo del ambiente material artificial, dentro del cual la sociedad está formada.
Si Weber y sus seguidores hablaran sólo de la sociedad agraria, estarían entonces muy cercanos a Marx y a otros partidarios de la teoría de las formaciones. Pero ellos hablan de la sociedad tradicional. Y esto no es un juego de palabras. La sociedad tradicional es una sociedad con determinados reguladores. Para los científicos que pertenecen a una escuela que nos interesa estos reguladores tienen por lo menos igual importancia que el modo de producción dominante (que en el caso de la sociedad tradicional es agrario, por supuesto).
Para la corriente científica que nos interesa, la importancia de la cual se determina precisamente por la situación (o mejor dicho por la proximidad de la catástrofe), el tipo de sociedad depende ante todo de los reguladores, que convierten a los elementos (es decir, los individuos) en un sistema (es decir, la sociedad válida).
La tradición es lo que regulaba la vida en la sociedad en la etapa de la Pre-modernidad. Es por eso la sociedad pre-moderna se llama tradicional.
La tradición, como el alma de la sociedad tradicional (podemos recordar “La costumbre es el alma de los Estados” de Pushkin), creaba el colectivismo, la comunalidad. Y viceversa. La destrucción de la comuna es el desmontaje de la sociedad tradicional.
Pues, la tradición como el regulador principal. El colectivismo como el modo de existir. ¿Qué más? Por supuesto el principio estamental como el principio de diferenciación de los roles. Aristocracia familiar como la clase dominante. El monarca como portavoz de sus intereses. La religión como legitimación de la monarquía (el monarca es el ungido de Dios).
Y el pueblo como la integridad, cementada por la religión. Aquella misma religión que asegura la legitimidad del monarca. Para los monarcas franceses era de gran importancia ser coronados en la Catedral de Reims. Esto les daba la legitimidad verdadera. Y allí está una de las piedras angulares en la historia de Juana de Arco.
La maduración de la burguesía en el interior de la sociedad feudal (o tradicional). La formación de la burguesía como una clase principalmente urbana (a diferencia de los feudales como grandes propietarios de tierras). La formación de la burguesía como propietario del sector industrial (a diferencia de los feudales como los propietarios del sector agrario).
Todo esto influía a la vida social de manera más importante. Pero hubo también otros flujos de influencia por lo menos de igual importancia. Al escenario metafísico y social uno tras otro salían dos nuevos actores.
Primero los protestantes cismáticos, que cuestionaron la legitimidad del poder monárquico de entonces de forma significativa.
Un monarca francés ungido por la Iglesia Católica en la Catedral de Reims era legítimo precisamente como un monarca de los católicos. Y no era legítimo en absoluto para los protestantes, quienes consideraban a la Iglesia Católica, que ungía al monarca, como una Iglesia de Satanás. Se buscaba la salvación de esto en un tipo de absolutismo especial. En el cual la legitimidad del ungimiento religiosa se transforma suavemente en algo, que se define con la fórmula de Luís XIV: El Estado soy yo.
Pero ésta transformación no aseguraba una legitimidad estable. Aparte de esto, en el escenario aparece otro actor: una persona secular. A ella le da lo mismo la Roma católica, Calvin, Lutero. En una palabra todos son los fanáticos religiosos para ella. Cuando los seculares eran pocos, les quemaban en las hogueras de inquisición. Pero luego se hicieron muchos, y después muchos más. ¿Y cómo se puede regular la sociedad cuando la persona sufre tantos cambios?
El nuevo ámbito artificial, impregnado con el espíritu de la tecnología y la ciencia; y una persona nueva, que junto con este espíritu asimiló también la sediciosa secularidad. Tanto realidad material nueva, como nueva realidad espiritual, cultural, antropológica igualmente presiona al medio social. Y exige que aparezcan unos nuevos reguladores, nuevas reglas del juego social. En el caso contrario, el medio social no existirá en absoluto, ya que incluso un ambiente material artificial relativamente estable no se reproduce por sí mismo como un ambiente natural. Y el medio social mucho menos.
El Capitalismo declaró: “Crearé las reglas nuevas, los reguladores nuevas y salvaré a la sociedad de la desintegración y perturbaciones.”
Fue declaración muy importante porque la población todavía recordó el horror de las perturbaciones. Perturbaciones de las guerras de religión entre otros. El capitalismo llegó y legítimó a sí mismo con los grandes transformaciones sociales.
El capitalismo cancelo el principio estamental.
El capitalismo atomizo a la sociedad tradicional, echando a la vida urbana, proletaria e industrial una gran cantidad de la población rural.
El capitalismo formó una nueva comunidad: la nación. Ahora ya no es religión la que regula la pertenencia de un individuo a esta comunidad, sino la lengua, la ciudadanía, la cultura, la ética.
El capitalismo realmente creo un nuevo mundo industrial.
El capitalismo proporcionó nuevos derechos a grandes partes de la población que habían privado de los derechos.
El capitalismo (y esto es probablemente lo más importante) hizo de la ley un hiperregulador de la sociedad nueva creada por él. Ahora ya todo no se regulaba ni por la tradición, ni la costumbre, la cual era el alma de los Estados, sino la ley escrita y cumplida a rajatabla. Apoyada por los instrumentos jurídicos correspondientes.
El capitalismo construyó un nuevo sistema político, llamándolo democracia.
El capitalismo transformó todos los subsistemas de la sociedad tradicional anterior. Y con esto el capitalismo hizo ¿que? Correcto, realizó el proyecto Modernidad, habiendo legitimado con esto a sí mismo no sólo como una clase dominante, sino también como una clase líder desde el punto de vista histórico.
Aparte de los arriba mencionados componentes comunes del proyecto Modernidad, tiene también su metafísica. Tanto religiosa como secular.
Por lo importante que sea la metafísica religiosa de la Modernidad, su contenido, por supuesto, se determina por la existencia de metafísica secular. Es decir, por la presencia del progreso y del humanismo como supervalores.
Subrayaremos, no solo como valores ordinarios, sino como supervalores. La metafísica del Proyecto Modernidad existe sólo mientras el progreso y el humanismo tengan la calidad de supervalores.
Es más, esta calidad tiene que llevar un carácter absoluto y universal. Es decir, ser dirigido a todos los pueblos, a cada representante de la raza humana y a la humanidad en general.
Lo que se refiere a la religión, la Modernidad sólo la admite, separando a la Iglesia del estado de modo decisivo. Y racionalizándola al límite. Es decir, somete a la religión a unas transformaciones considerables.
El balance entre la razón y la fe en el modernismo religioso se mueve bruscamente hacia el lado de la primacía de la razón, con todas las consecuencias que se deducen de ello.

 

Capitulo 15. El agotamiento de las posibilidades del proyecto Modernidad.

Después de haber realizado la analítica del Proyecto Modernidad, los pronósticos son sólo cuestión de la técnica.
No cuesta mucho demostrar que el agotamiento afecta a todos los sumandos del proyecto Modernidad relacionados anteriormente. Pero sobre todo salta a la vista en qué medida el Proyecto Modernidad agotó su potencial metafísico de valores.
El síntoma clave, y el más contundente de este agotamiento es la absolutización de la categoría “democracia”. La práctica occidental contemporánea se basa en la prioridad absoluta de la democracia formal sobre cualquier otra cosa.
Entre tanto, no hace mucho la Modernidad no era sinónimo de democracia. Como testigo evidente de ello era el sentido positivo que los políticos y filósofos occidentales ponían en el concepto de la “modernización autoritaria”.
Ahora Estados Unidos y Occidente en general han proclamado a la modernización autoritaria como su enemigo principal. De facto “el eje del mal”. ¿Se puede cambiar así el rumbo sin eliminar la Metafísica de la Modernidad, es decir el progreso y el humanismo? Por supuesto que no.
¿La democracia formal?
Supongamos algún país arcaico en el que hay dos clanes de caníbales… Uno de ellos considera que se puede comer a las mujeres y a los hombres y el otro considera que sólo a las mujeres…
Si estos dos clanes forman dos partidos. Hacen unas elecciones democráticas. Forman un Parlamento y consiguen un consenso: “Nosotros estamos de acuerdo en lo principal, que la carne humana es un producto alimenticio normal. Pero discrepamos en los asuntos menores”.
Si todos los procedimientos de la existencia de los debates se han cumplido, y si están separados bien todas las ramas de su poder caníbal, entonces la democracia formal es indiscutible, ¿cierto? ¿Y qué tiene que ver la Modernidad con todo esto?
El ejemplo citado puede parecer demasiado exótico, aunque en realidad no lo es en absoluto. Y pronto, cuando se llevarán a cabo en África Central las políticas que ahora lleva a cabo el Occidente en el Norte de África, todo sucederá precisamente tal y como está descrito en este ejemplo.
Pero el apoyo de los Estados Unidos y el Occidente en general a los hermanos Musulmanes, del movimiento Talibán y a otros movimientos que de repente se han hecho “democráticos” ya no es ninguna exótica. La democracia ante nuestros ojos se convierte del contenido en la forma. Además, una forma no sólo indiferente hacia su contenido, sino que opuesta a él agresivamente. Lo cual pone una cruz categóricamente en la idea del progreso y del humanismo como supervalores de la Modernidad, y en todo este Proyecto como tal.
Pero la cuestión no sólo está en la renuncia política del Occidente, de esta locomotora de la Modernidad, de los supervalores de la Modernidad y de este proyecto como tal. Es evidente otra renuncia, aún más profunda.
El problema ecológico, que se planteó en su momento por el club de Roma, tampoco es casual. Porque la Modernidad existía sobre el derecho, aunque formal pero irrefutable, de cada país a este progreso. Y también al humanismo. Incluso en el periodo colonial este derecho existía. Y esto le permite a Kipling, como portavoz del colonialismo británico, hablar sobre “La carga de los blancos”. Es decir, sobre que la locomotora occidental, a la que se denominaba “blanco” arrastra detrás de sí hacia el progreso y el humanismo un tren con muchos vagones, tanto “blancos” como no “blancos”.
La filosofía y la analítica del club de Roma se basan en el derecho e incluso la necesidad de quitar a todos los vagones del tren de la locomotora, la cual antes arrastraba estos vagones en una dirección determinada.
El desarrollo intensivo de toda la humanidad de momento es una utopía. Pero el desarrollo intensivo de los enormes países asiáticos (tales como la India y China) ya es una realidad. La locomotora ya no puede arrastrar tras de sí estos vagones. No puede ofrecer a los dos y medio mil millones más de pasajeros de estos vagones los mismos privilegios materiales que son ofrecidos a los conductores de la locomotora.
En primer lugar, para ello en el planeta no hay recursos suficientes.
Y en segundo, esto muy rápidamente convertirá a los pasajeros en los dueños del tren. Para los dueños de la locomotora esta metamorfosis no es aceptable en absoluto.
Habiendo estudiado las razones políticas y político-económicas de Occidente para renunciar a los supervalores de la Modernidad, y en consecuencia del proyecto en sí, hace falta estudiar un aspecto más, el antropológico.
El proyecto Modernidad está impregnado de la voluntad al desarrollo. Pero a un desarrollo determinado, a aquel al que llamamos progreso. Este tipo de desarrollo presupone, que el material antropológico usado (o sea, el homo sapiens) permanece inmutable.
Él presupone, que el proyecto soviético de la creación de un nuevo hombre (y, por tanto, del nuevo humanismo) es utópico y contraproducente al mismo tiempo.
Él presupone, que no hay que erradicar el mal en el hombre, si no usar este mal para el bien.
Él presupone, que el mal organizado correctamente va a corroborar a este bien de la misma manera, como la competición por la supervivencia animal corrobora a la evolución.
El proyecto Modernidad ha podido ‘organizar correctamente’ al mal antropológico. Y en esto está su gran conquista. El mal ‘bien organizado’ era un generador del desarrollo. Y concretamente del desarrollo que sobre todo y antes que todo afecta a los instrumentos de producción. O, dicho de otra forma del medio material artificial.
Y la persona empezó a condicionarse por este medio cada vez en mayor medida. Esto presupone, en el mejor de los casos, un desarrollo muy lento. Pero en realidad amenaza con el estancamiento, sino la degradación de la persona.
Como resultado apareció un gran abismo entre las calidades del medio artificial que él habita y aquellos que en este medio habitan. El habitante prácticamente no se desarrolla (o incluso se degrada). Mientras, el medio se desarrolla vertiginosamente. Este abismo se llama ‘tijeras’.
Las ‘tijeras’ se abren con cada año más y más. Cuando la apertura alcance un punto determinado, la catástrofe será inevitable. De algún modo (no importa como exactamente) el elemento que no se desarrolla, que es el anthropos, extrae algo del medio que se desarrolla, que es el technos, que le permitirá destruir tanto al technos como al anthropos.
Oponerse a esto puede suponer o bien un acelerado desarrollo del anthropos, o la detención del desarrollo del technos. Pero el Proyecto Modernidad no presupone el desarrollo del anthropos. Él no tiene la llave de esta puerta. De la misma forma, la Modernidad no podrá parar (y menos aún doblegar) al technos. Así pues, este Proyecto, en la práctica, está capitulando. Él reconoce, que no puede evitar la catástrofe, que se acerca por muchas razones, tanto generales como particulares. Tanto materiales como inmateriales.
A las razones fundamentales no materiales pertenece el agotamiento, anunciado por la Modernidad, del principio metafísico del consuelo. El hombre es el único ser vivo que sabe sobre su propia muerte, y al que le pesa este conocimiento. En consecuencia este ser necesita el consuelo, algunas versiones de su propia inmortalidad. La versión principal del consuelo conocida por el ser humano es la religión.
Desde el momento en que esta versión deja de funcionar (y ella deja de funcionar en cuanto la persona deja de ser religiosa) hace falta otra versión del consuelo. La Modernidad ha anunciado que es capaz de garantizar la salud psíquica y social de facto, de un mundo en el que no hay consuelo. Los intentos en la misma Gran Revolución francesa de ofrecer en el marco de este proyecto versiones alternativas del consuelo (la Diosa de la Razón, el Ser Superior de Robespierre) quedaron abortados.
La desconsolación de la Modernidad era de alta eficiencia durante todo el siglo XIX. Pero para los principios del siglo XX el patetismo modernista (progresista y humanista) del desconsuelo se había apagado, el proyecto empezó a fallar.
Para principios del siglo XXI empezó a resultar bastante claro que no es cuestión de fallos aislados, sino de desperfectos no solucionables del propio mecanismo del proyecto.
Esto es, dicho brevemente, el agotamiento metafísico del Proyecto Modernidad.
Habiendo descrito esto pasamos al agotamiento social.
Capítulo 16. El Proyecto Modernidad y otros.
El modelo de conflicto de las civilizaciones sacado por los neoconservadores norteamericanos en 2001 como alternativa al Fin de la Historia (F. Fukuyama) ha fracasado junto con la elección de Barack Obama. Había fracasado de facto aún antes, cuando los mismos neoconservadores empezaron a discutir el proyecto del Gran Oriente Próximo y las “primaveras” fijamente instaladas en él, tanto árabes como otras.
En sustitución de éste modelo, vino, seriamente y para mucho tiempo, el modelo de la unión estratégica del islamismo y los Estados Unidos, del islamismo y Occidente. Este modelo ya está materializado en alianzas concretas: de Occidente y los “Hermanos Musulmanes”, del Occidente y los Talibanes.
El islamismo, que los neoconservadores norteamericanos han definido como principal enemigo, ahora se hace uno de los más firmes aliados de los Estados Unidos. Con el pretexto de que ello responde a la voluntad de los pueblos del mundo islámico.
Esta astuta explicación por supuesto que no satisface, ni puede satisfacer, a nadie. Pero aquí no nos importa la inspección detallada del guión anunciado, sino la extracción del contenido estratégico, que está marcado por dicho guión.
Para poder extraer este contenido, tenemos que entender cómo el islamismo se diferencia del Islam, una gran religión mundial, que merece máximo respeto.
El Islam es un descubrimiento bastante tardío. En este sentido se diferencia radicalmente del fundamentalismo. Además de que el fundamentalismo es en realidad en gran escala una novedad islámica y no la arcaica del Islam.
La arcaica, es decir la no superación de la barrera de la Modernidad, es la Pre- modernidad. ¿Se puede hablar de la Pre-modernidad islámica, aunque con ciertas reservas? Por supuesto que si. Parte del mundo islámico por varias razones de carácter tanto objetivo como de carácter voluntario se aguardó de la Modernidad y conserva su pureza pre-modernista. Pero es una parte pequeña y no muy bien delimitada.
Mucho más ampliamente está difundida otra cosa. Una renuncia consciente de las élites musulmanas del Proyecto Modernidad, que ya había empezado a habitar estos países. Semejante renuncia tiene el carácter de la conocida “revolución conservativa”.
Los partidarios de esta renuncia no rehuyen el uso de las tecnologías políticas modernas, e incluso Postmodernas. La unión de estas tecnologías con la renuncia a la Modernidad y la intención de volver la realidad a su condición Pre-moderna (en esta situación por supuesto que a la ilimitada) es la Contra-Modernidad.
La Contra-Modernidad es un proyecto igual de elaborado que la Modernidad. Se puede afirmar con seguridad, que la Contra-Modernidad observa el agotamiento de la Modernidad con una profunda satisfacción interior, y colabora con este agotamiento.
Y en ella está el sentido de la alianza estratégica y no la situacional del islamismo con Occidente. Porque Occidente está elaborando para si mismo un nuevo proyecto, llamado Postmodernidad. O sea, se adapta a la vida muy específica en las ruinas de la Modernidad desplomada.
Esta “vida después de la vida” se basa en el desprecio más profundo a los supervalores de la Modernidad, los cuales eran el progreso y el humanismo. Sobre todo para el Postmodernismo es odioso el humanismo, que alaba la grandeza del ser humano.
El Postmodernismo primero odia a cualquier grandeza en general. Y segundo, especialmente odia al hombre. Para el, “el hombre” es “el proyecto que se acaba”.
El Postmodernismo anhela colocar en lugar de esta construcción demasiado rígida para él llamada “el hombre” algo amorfo y viscoso hasta el límite. Aquello que con todo el derecho se puede llamar el “post-hombre” y la “post-humanidad”.
El Postmodernismo desprecia y odia la Historia.
Con especial fuerza el Postmodernismo odia al desarrollo. El ideal del Postmodernismo (con todo aquello de que el Postmodernismo renuncia categóricamente a los ideales como tales) se puede considerar la degradación dirigida, la putrefacción programada.
La cultura del Postmodernismo (porque precisamente la cultura forma el tipo de persona) está impregnada del espíritu de la muerte. El Postmodernismo no lo esconde. Él abiertamente hace su juramento al Tánatos. Así como al espíritu de las perversiones de todo tipo.
Evidentemente, no es este el lugar para la descripción pormenorizada del Postmodernismo como proyecto (a pesar de que el postmodernismo niega junto con el hombre y con lo ideal cualquier proyectismo, cualquier autenticidad y todo lo metafísico).
Pero la analítica del capital no puede ser completada sin apuntar estas dos alternativas al proyecto Modernidad: la Contra-modernidad y la Postmodernidad. Igual que los lazos entre estos dos proyectos alternativos a la Modernidad.
Aquí es preciso indicar dos tipos de lazos.
Primero, el lazo que crean dos jugadores muy distintos para llevar a cabo un juego común. Aquí es muy demostrativa la unión que se forma entre Estados Unidos y el islamismo. Porque esta unión se forma para llevar un juego conjunto.
Y el segundo, el lazo que se crea para la construcción de una nueva arquitectura del mundo. Aunque no sea la arquitectura definitiva. Aunque sea sólo una arquitectura transitoria.
¿Cuál es esta arquitectura?
En los años 50-60 del siglo XX, el líder chino Mao Zedong propuso un modelo que no carecía de sentido. El núcleo de aquél era la “ciudad mundial”, y la periferia era “el pueblo mundial”.
En la arquitectura transitoria que ahora se está montando entre las prisas, el Postmodernismo quiere ser el núcleo arquitectónico. Algo así como la “ciudad mundial”. El Contra-modernismo pretende adjudicarse el rol del “pueblo mundial”. La distribución de los roles y de las esferas de influencia, por supuesto, no lleva un carácter definitivo. Pero el mismo principio de esta distribución es capaz de solucionar un sinfín de problemas, que en el marco de la Modernidad no pueden ser resueltos por definición.
Por ejemplo, se puede renunciar al desarrollo universal. Y en algún sentido, al desarrollo como tal. Para el Contra-modernismo, el desarrollo le resulta hostil. “Y es perfecto”, piensa su socio Postmodernista. Porque en este caso no habrá que desarrollar a toda la periferia, compartir con ella preciados recursos, preocuparse de que esta periferia pueda ser más eficaz que el núcleo. E incluso tiene que ser más eficaz.
Y el Postmodernismo no considera al desarrollo como un súper valor en absoluto. Si en la “ciudad mundial” algo quedará de desarrollo, este algo va a ser completamente subordinado al problema de la retención bajo control de la periferia Contra-modernista.
Así pues, el proyecto Modernidad está cercano a su agotamiento. Además él ya no es necesario para la clase dominante. Y quieren acabar con él cuanto antes. Él tiene una alternativa en la unión de la Contra-modernidad y la Postmodernidad.
¿Se puede considerar que el juego ya está decidido y que la intervención en este juego ya es de facto imposible?
No. Porque, primero, las fuerzas de la Modernidad, aunque cercanas al agotamiento, todavía son bastante grandes. Y, segundo, a este siniestro re-formateo del mundo le molesta la existencia de Rusia.

PARTE II.
RUSIA Y ACTUALIDAD.

Capítulo 1. Gente innecesaria.
¿A qué aspira en realidad el “Trust ¡Dale Capitalismo!” que ha derribado hace 20 años la URSS y ha formalizado la nueva realidad?
¿Es consciente este “Trust” en toda su medida del grado de patología del capitalismo construido por él?
¿Está preparado para corregir esta patología, cortando, al menos, los procesos más monstruosos? Por ejemplo, la orgía prolongada de la fase de acumulación de capital inicial. Es decir, ese atraco a su propio pueblo, con el cual, el pueblo ya no puede llevar sobre sus hombros el peso del estatalismo ruso.
¿O es que el “Trust D.C.” aumenta intencionadamente esta patología, persiguiendo las siniestras metas de la liquidación?
¿Puede ser que el aumento de la patología ocurra por si mismo? Salta a la vista que el “Trust” ha perdido el control, ha perdido definitivamente en estos veinte años sus ambiciones de construir en Rusia un capitalismo normal y de la entrada de igual forma del país a la civilización europea, o como se decía antes, civilización mundial.
No teniendo la intención de oscurecer los colores ya bastante oscuros sin ello, estudiemos el siguiente supuesto: el “Trust” (o la parte menos destructiva de él) todavía alimenta los sueños de la conversión de Rusia en un así llamado “país capitalista normal, capaz de entrar tanto en la OTAN como en la UE… etc”.
Nosotros no insistimos en que esto es precisamente lo que tiene lugar de ser. Nosotros estudiamos este caso como el más benévolo. Entonces, incluso en este caso nos encontramos en un callejón sin salida. Tanto táctico como estratégico. El callejón sin salida táctico se produce por la suma de los problemas sin posibilidad de resolución o casi sin ella, que se detectan con un análisis marxista clásico.
Problema nº1: La salida de la orgía de la acumulación del capital inicial.
Observando meditativa y benevolentemente lo que está sucediendo, negando el acercamiento propagandista y apoyándonos sólo en datos analíticos, podemos constatar con lamentación, la ausencia de cualquier indicio, incluso el más mínimo, que hable de que el “Trust D.C.” en realidad tiene la intención de solucionar, al menos, este problema.
Si, con lamentación. Porque la conversión de nuestro capitalismo en algo normal (es decir compatible con la vida del país) habría salvado a Rusia. Para nosotros Rusia es más valiosa que nuestros ideales y proyectos.
Problema nº2: Igualmente perteneciente a la clásica marxista, al igual que el problema número 1, la así llamada separación de trabajo.
El mercado mundial está fantásticamente sobrerregulado. Rusia no es una superpotencia, no es la URSS. Por definición, no dicta las reglas, sino que debe cumplirlas. Las reglas existentes, y ellos sólo van a ser más severos, prescriben a Rusia el rol evidente del apéndice suministrador de materias primas. ¿Y cómo sino?
Rusia no puede sacar al mercado mundial una enorme cantidad de la mano de obra barata y disciplinada. Esto lo pueden hacer India, China y otros países asiáticos.
Rusia no puede ser uno de los países agrarios clave del mundo. Ella puede y debe proveerse de los alimentos necesarios. Ella puede y debe vender cereales y otros productos agrarios; es posible. Pero no puede ser una competencia estratégica para los países especializados en la producción agraria del primer mundo, que han convertido la producción agraria en producción de alta tecnología. Y lo están subvencionando a gran escala.
Tampoco puede ser un competidor estratégico de los países clave en la producción agraria del tercer mundo, en los cuales existen enormes ejércitos de trabajadores muy baratos y aplicados. Y en los cuales se pueden recoger no una, sino tres cosechas al año.
El “Trust D.C.” ha destrozado el sistema de la industria rusa. Ha enterrado en estos veinte años no solo a los científicos e ingenieros necesarios para dicha industria, sino que también a la clase trabajadora, que se había creado en la Unión Soviética con un gran esfuerzo y ahora privada incluso de la posibilidad de la elemental auto-reproducción.
¿Escenarios postindustriales?
¿En las condiciones cuando los científicos y los ingenieros cobran menos que un obrero poco cualificado? ¿En las condiciones de la fantástica falta de financiación de toda la esfera intelectual rusa? Esta esfera ha sido derribada por el “Trust D.C.” aún con mayor crueldad que la esfera industrial. Así como la esfera agraria, que ha perdido por cuenta del “Trust D.C.” 30 millones de hectáreas de tierras cultivables. Más que durante la Segunda Guerra Mundial.
Así que sólo queda el rol de proveedor de materias primas. Vergonzosa y sin perspectivas, incluso en condiciones de altos precios de materias primas. ¿Y si los precios empiezan a caer? Y esto es más que probable.
Pero incluso en condiciones de altos precios de las materias primas a que le condena a Rusia este escenario de proveedor, es un escenario periférico.
Reconozcamos lo evidente: la producción de materias primas para la exportación sólo necesita 10 millones de personas. A otros 20-30 millones les será adjudicado el ‘honorable’ rol de distintos tipos de servicio. Tanto administrativo y financiero como otros. ¿Y qué pasa con los demás? Porque en Rusia no viven 40, sino 140 millones de personas.
Los economistas de la más alta cualificación realizan un estudio tras otro. Y todos, al unísono dicen que el escenario periférico de proveedor de materias primas que estamos estudiando ahora prescribe a los restantes 100 millones el rol de la así llamada gente innecesaria.
Es posible alimentar a esta gente mientras haya rentas altas por las exportaciones. Pero puede que no sea así. Y en el peor de los casos se van a librar de ellos tanto de forma suave como de otras formas. Se les va a alcoholizar, narcotizar, inducirles un estado medio animal, pasar por las carnicerías de los así llamados conflictos locales, etc.
Sobrante en este caso no sólo será la gente humilde, sino también los que conocemos como intelectuales. No será necesaria en estas cantidades incluso para el servicio del capitalismo periférico. Y no hay otro rol previsto para ella en este guión.
Pero tanto el problema número 1 como el problema número 2 y otros problemas de índole similar que se describen perfectamente por el análisis marxista clásico, no son los más significativos, en tanto que el “Trust D.C.” puede y quiere llevar nuestro pseudo-capitalismo patológico a algún estado en una forma digerible.
En este caso, el problema estratégico, el super-problema es la legitimación.
Incluso si el “Trust D.C.”, en lo que está ocupado no es la liquidación de Rusia, y no en devorarla y fragmentarla, sino en algo menos siniestro.
Incluso si el “Trust” presupone cualquier mínimamente modesta normalización del capitalismo nacional. ¿Con qué, y cómo el “Trust” está dispuesto a legitimar a su vástago infinitamente monstruoso? Difícilmente el “Trust” presupone algunas maneras sobrenaturales de semejante legitimación. Porque planea no sólo construir el capitalismo, sino también integrar a Rusia en la así llamada comunidad mundial. Aunque sea en calidad de periferia de la tal.
Entonces, tanto la periferia como el núcleo siempre usan un y sólo un modo de legitimación del capital: el Proyecto Modernidad. Y entonces, el “Trust D.C.” tiene que imponer a Rusia precisamente este Proyecto ¿no es así?
Los movimientos extremadamente tímidos y torpes, que de repente empezaron a hablar sobre alguna modernización, no tienen nada en común con la realización en Rusia del proyecto Modernidad de algún modo valido.
Primero, nadie, en ninguna parte había realizado el proyecto Modernidad con los métodos que recomiendan los ideólogos de nuestra modernización.
Segundo, el proyecto Modernidad se está agotando por sí mismo.
Tercero, en Rusia, a diferencia de los gigantes asiáticos, no hay sociedad tradicional que se pueda tirar al fogón de la Modernidad.
Y cuarto… Aquí pasamos a lo más importante.
Capítulo 2. Proyecto Modernidad y Rusia histórica.
El proceso político no adquirirá el carácter deseado si no decimos la verdad, tanto a nosotros mismos como a los demás. Incluso a aquellos, que son nuestros adversarios más implacables. Tenemos que decir a los destalinizadores sonrientes, desovetizadores, anti imperialistas y rusófobos:
“¡Si, tenéis razón! La Rusia histórica no es compatible con la Modernidad.”
Para superar esta incompatibilidad fundamental tenemos que renunciar a todo: a nuestro rusismo, al imperialismo y al sovietismo. Además, hay que renunciar a todo a la vez. Porque tanto el rusismo como el imperialismo y el sovietismo son eslabones de la misma cadena.
Habiendo reconocido esta verdad, y esto es precisamente lo que temen hacer muchos patriotas rusos, tenemos que dar el siguiente paso. Que es contestarnos a nosotros mismos a la siguiente pregunta: ¿por qué Rusia no es modernizable? ¿Y por qué por los siglos se ha estado resistiendo a la modernización, a ella y sólo a ella?
Porque al final, a la modernización ha sucumbido incluso Asia profunda, mucho más lejana del centro de la modernización occidental que Rusia. La cultura de la cual, siendo cristiana, también por supuesto es occidental.
¿Por qué entonces Rusia no es modernizable, a diferencia no sólo de Europa y Estados Unidos, pero también de China e India?
Porque Europa y Estados Unidos tienen el paradigma del desarrollo que les es orgánico y desarrollado por ellos en detalle: el proyecto Modernidad.
Europa y Estados Unidos han apostado en el juego historiosófico mundial precisamente a esta carta. Han obtenido ganancias increíbles. Y han pagado por esta ganancia un precio bastante alto.
Europa y Estados Unidos han ganado, porque durante los cinco últimos siglos (empezando más o menos desde el año 1500 d. C. y prácticamente hasta finales del siglo XX), la Modernidad era aquel paradigma, en el marco del cual el desarrollo se realizaba mas fuerte y sistémicamente. Europa y Estados Unidos se desarrollaban por ello más rápido y han podido legitimar el capitalismo. Porque sólo el proyecto Modernidad, como ya se ha dicho muchas veces, permite realizar esta legitimación.
Asia, a diferencia de Europa y Estados Unidos, no posee el know how fundamental en cuestiones del desarrollo. En esta cuestión, Asia no pretende a un paradigma propio. En otras cuestiones Asia sí tiene estas pretensiones. Además, profundas y convincentes. Pero en cuestiones del paradigma del desarrollo, Asia está absolutamente desposeída de dichas pretensiones.
Por ello Asia, con relativa facilidad adopta la Modernidad como paradigma de otros. Ella adapta el proyecto Modernidad a su cultura, a su entendimiento del mundo. Lo adapta, pero no deja entrar dentro de sí misma. Lo adopta y consigue grandes éxitos. Al principio tácticos, en forma de aumento del nivel de vida, crecimiento de su poder económico, y por tanto, cualquier otro también.
Pero esto sólo es el primer paso.
Aumentando sus éxitos, Asia por supuesto que intenta sacar del juego al eterno rival occidental. Al hacer esto, Asia, por inercia se desarrollará hasta aquel entonces. Mientras, podrá ir echando al resto de su población tradicional al fogón de la Modernidad. Y después se enfriará todo. El desarrollo se acabará. La humanidad sin él en algún modo dejará de ser humanidad. Y este escenario sería el único si no fuera por Rusia.
Porque incluso si Occidente se atreviera a desafiar a Asia y destruirla hasta tal punto que no pudiese unir sus capacidades orientales con el paradigma occidental de la modernización, no cambiaría nada en la práctica.
Realizar algo parecido se puede sólo mediante una guerra nuclear masiva. Imaginemos que esto se pudo conseguir ¿y qué hay más adelante?
Occidente no puede prolongar la Modernidad por multitud de razones. A diferencia de India y China, no puede tirar más al fogón de la modernidad a su sociedad tradicional. Porque a esta sociedad, Occidente ya hace mucho que la agotó con este propósito. Y ya no tiene nada que tirar al fogón.
Entonces, la adaptación de Asia al paradigma de la Modernidad Occidental…
Grandes éxitos de Asia, conseguidos por cuenta de esta adopción…
El derrumbe de Occidente como competidor de Asia…
Movimiento por inercia de Asia en el marco del proyecto Modernidad adoptado por ella…
Y… La detención del desarrollo.
Repetimos, esto sería el único escenario, si no fuese por Rusia. Este será el único escenario si Rusia es aniquilada.
¿Pero por qué Rusia en general, y en su actual estado todavía más, puede evitar el escenario descrito? ¿O los escenarios, si, como segundo escenario, estudiaremos la aniquilación sin piedad de Asia por Occidente?
Porque Rusia, a diferencia de Asia, tiene su propio paradigma del desarrollo, cualitativamente diferente a aquél paradigma, que se llama la Modernidad.
La cuestión no está en que Rusia tiene un camino específico distinto del que tanto gustan hablar nuestros pochvennikis, evitando aclaraciones específicas sobre qué es lo que está tras la palabra ‘específico’.
Lo que pasa es que Rusia era y es, incluso en su actual estado, extremadamente lamentable, un poseedor en monopolio de tales activos inmateriales, como el paradigma del desarrollo alternativo al Occidental.
Rusia, durante siglos, no ha querido integrarse en la Modernidad. Pero se ha desarrollado durante siglos. Y de allí lógicamente proviene no su ‘especificidad’ en general, sino su capacidad de formular, y más importante, realizar un modo de desarrollo fuera de la Modernidad. No suspender el desarrollo, como Asia pre-moderna. Ni copiar el desarrollo, como Asia, que ha renunciado a la pre-modernidad. Sino, desarrollarse de otra forma. Fundamentalmente diferente.
Hasta ahora, mientras Occidente podía mostrar unos éxitos fantásticos de la Modernidad, animando a Asia a copiar este proyecto, nuestro modo de desarrollo era como una especie de bicicleta con cinco ruedas. Y se nos podría preguntar: “habéis podido inventar semejante monstruo… Pero, ¿para qué?”.
A veces nuestra “bicicleta de cinco ruedas” resulta ser un medio de transporte muy efectivo. Esto sin duda era así durante el periodo soviético. Pero incluso en el periodo pre-soviético se ha podido, estando dentro de nuestro paradigma del desarrollo, conseguir resultados de algún modo asombrosos.
Rusia se ha fundido con su paradigma del desarrollo no en menor medida que el Occidente con su Modernidad. Separar a Rusia de su paradigma es posible sólo cambiando su núcleo cultural, desmontando su matriz cultural. Es decir, arrebatando por completo a Rusia su espíritu ruso, su rusidad fundamental.
Pero si el proyecto Modernidad fuese un triunfador historiosófico definitivo, y nuestro paradigma del desarrollo de la misma forma definitiva hubiese perdido su efectividad, entonces, Rusia se encontraría ante un dilema trágico: renunciar al desarrollo, condenándose a la destrucción, o descartar todo lo que parecía ser valioso e importante.
Pero no existe ni en pintura ningún triunfo historiosófico de la Modernidad. Este proyecto está agonizando. Puede ser salvado sólo para prolongar esta agonía y obtener un tiempo para llevar a la humanidad a las otras vías de la historia.
La alternativa es la renuncia a la historia como tal, que amenaza con consecuencias monstruosas.
Si la Modernidad agoniza, entonces el know how de Rusia está en aquello que se refiere al desarrollo, y no tiene precio para cualquiera que aprecia a la humanidad. Y para los que no quieren que la humanidad acabe sin gloria su andadura, aceptando el no desarrollo. Tanto en su versión asiática como occidental.
Si, a Rusia la han seducido para renunciar a su propio know how del desarrollo, convenciéndola que es una “bicicleta de cinco ruedas” que nadie necesita.
Si, encontrándose en la trampa de esta seducción Rusia se ha condenado a la autodestrucción. Pero su renuncia no es definitiva e irreversible. Ella no se ha destruido todavía del todo.
Sólo necesita volver a moverse hacia adelante usando el medio de transporte inventado por ella misma.
Hay que volver a aprender a usar este medio.
Hay que aprender amarlo, entender qué importancia tiene desde el punto de vista del destino histórico de la humanidad.
Tenemos que aprender de nuevo a amar y respetarnos a nosotros mismos como creadores de semejante medio.
Renunciando a la renuncia, Rusia está salvándose a sí misma y al mundo entero. Está salvando a la humanidad como ser inseparable del desarrollo.
Insistiendo en la renuncia, anunciada hace veinte años, Rusia definitivamente se destruirá. Será no sólo un país en el cual 100 millones de ciudadanos son gente innecesaria, sino que resultará ser un país fundamentalmente innecesario. Un país que no tiene lugar en la nueva configuración de los proyectos mundiales. Aquella configuración que sin falta surgirá, si Rusia no renuncia a la renuncia.
Capítulo 3. La nueva configuración y Rusia.
Asia no quiere renunciar al Proyecto Modernidad. Ella entiende, que usando este extraño, pero cómodo para ella, medio de transporte, construirá el camino a la victoria histórico-mundial de Asia. Después de la cual se podrá renunciar al medio de transporte ajeno.
Occidente en general y Estados Unidos ante todo no pueden tolerar algo semejante. Occidente entiende, que evitar sólo se puede evitar el triunfo asiático de dos maneras.
El método sencillo presupone la aniquilación literal de Asia. En cuanto Occidente se atreva a ello, no solo tendrá que destruir los medios productivos de los más grandes estados en alza de Asia. Sino que también tendrá que destruir una enorme parte de la población de estos países.
No se puede decir que Occidente no está preparado para ello. Occidente está preparado para usar cualquier método de lucha contra el triunfo de Asia. Y aún así el método sencillo tiene efectos colaterales serios.
Occidente entiende, que destruyendo Asia sin destruirse a sí mismos es muy difícil. Y por ello apuesta por el método complejo para evitar su triunfo. Guardando el método sencillo como último recurso.
¿Cuál es este método complejo?
El método complejo supone el cambio de la configuración de proyectos globales.
El Proyecto Modernidad debe dejar de ser magistral para la humanidad. Al juego se introduce ante todo el proyecto Contra-modernidad. Para empezar arranca a la así llamada versión islamista (otra vez pedimos insistentemente no confundirlo con el Islam). Simultáneamente en el juego se introduce el proyecto Postmodernidad.
La esencia de la Contra-modernidad es la renuncia consiente al desarrollo como tal. Incluso del desarrollo técnico funcional. Como el ideal proclama, “La Nueva Edad Media”. ¿Es la vuelta a la Pre-modernidad? De ninguna manera.
En la Pre-modernidad existía todo aquello, que aquí tiene que ser cancelado. Todo aquello que ha permitido de crear la Modernidad. Ante todo, su propia voluntad de progreso y humanismo (no la burguesa, pero muy intensa). Esta voluntad se criaba por el Occidente Pre-moderno en las entrañas de las ideas religiosas específicas que evolucionaban de forma específica. Precisamente la lógica de semejante evolución nos ha llevado a la Metafísica secular de la Modernidad. A la Metafísica del progreso y humanismo.
La Contra-modernidad niega todo esto. Sustrae de la Edad Media su potencial de desarrollo y el amor al ser humano. Afirmar algo semejante se puede sólo de una manera: incitando a ciertas comunidades a la regresión.
La “Perestroika” soviética, así como la “Perestroika-2” que empieza ahora en Rusia es un preciso ejemplo de las incitaciones al regreso. ¿Quería el “Trust D.C.” construir en Rusia el capitalismo, o tenía otros planes oscuros de gran implicación? En cualquier caso, aquello que ha realizado el “Trust D.C.” ha generado regreso, y no podía no generarlo.
El cambio de la configuración de los proyectos globales presupone la incitación a la misma realización de regreso en cantidad mucho mayor. Y no es casual, que el presidente Barack Obama llamó a la “Primavera Árabe” (es decir, la incitación en el mundo islámico al regreso y arcaización) la segunda caída del muro de Berlín. La primera caída del muro de Berlín ha significado el regreso en el territorio de Eurasia del Norte. La segunda caída del muro de Berlín significa el regreso en el territorio de la enorme región colindante a la nuestra, donde se desarrollan procesos peligrosísimos.
Después los “Muros de Berlín” empezarán a caer una tras otra, abriendo a diversas regiones el camino al regreso.
Este regreso no necesariamente tiene que tener el carácter islamista. Pero precisamente el islamismo tiene influencia sobre enormes masas y lleva un carácter suficientemente incandescente regresivo. Por ello, en él se ha delegado el rol de una especie de locomotora del regreso, locomotora de la arcaización con todas sus consecuencias para Rusia. La continuidad de los procesos de regresión y arcaización en nuestro territorio, más la colaboración estratégica de los Estados Unidos con el islamismo en los campos de la Nueva Edad Media Contra-modernista… ¿Realmente no está claro que solamente esto ya no deja a Rusia ninguna oportunidad? Rusia no puede ser competencia al islamismo en todo lo que se refiere las acciones Contra-modernistas. De esta forma se pierde como al portador del paradigma salvador del desarrollo. Ya se vio incapacitada de vivir en la Modernidad. Aún más rápido se mostrará su incapacidad de vivir en la Contra-modernidad, su incapacidad y su innecesariedad.
Se creará en este caso en el territorio de Rusia el Califato islamista o un mosaico de estados arcaizados… El Califato islamista llevará a cabo una guerra con China, o la China Modernizada empezará recoger los trozos que le son necesarios del mosaico arcaizado… ¿Es esto importante, teniendo en cuenta que Rusia habría dejado de existir?
Pero Rusia tampoco tiene lugar en la Postmodernidad. Es un proyecto ajeno que le es extraño. El permiso para unirse a él se encuentra en manos ajenas. Es un proyecto que compite con la Contra-modernidad por su nivel de abominación. Además, una abominación incompatible de cualquier manera con aquello que compone la esencia de Rusia como personalidad histórica.
Y por ultimo, es un proyecto de ninguna forma compatible con la integridad territorial de Rusia.
¿La Modernidad en Rusia? Este proyecto, como ya hemos comprobado está cercano a su agotamiento. Además, Rusia no tiene posibilidad de usar para la modernización el recurso llamado sociedad tradicional. Rusia, a diferencia de Asia, no tiene este recurso. Y de donde no hay, no se puede sacar.
Y, por último, Rusia se opone de una forma mucho más fuerte que Asia a la Modernidad clásica, como a algo ajeno y peligroso. Se opone a este proyecto con cada célula de su cuerpo histórico-cultural.
Rusia entiende, si no con la mente, con el corazón, cuán importante para ella y para el mundo es el paradigma del desarrollo, que radicalmente se diferencia de aquél que ofrece la Modernidad. Imponer este proyecto se podría sólo realizando una enorme violencia cultural, espiritual y política. Antes de que esta violencia cree la Modernidad rusa, conseguirá la muerte de Rusia. Y junto con ella al paradigma del desarrollo que guarda Rusia, infinitamente importante precisamente ahora, en la época del declive de la Modernidad.
Por tanto, el proyecto Modernidad está destruyendo a Rusia.
Pero la nueva configuración de los proyectos globales propuesta por el capital, incapaz en adelante de ofrecer la Modernidad como fuente de su legitimidad, igualmente destruye a Rusia.
¿Dónde está la salida?
Esta salida yace en que Rusia en toda su medida tiene que reconocer el papel de único portador del paradigma del desarrollo, que cualitativamente es diferente al paradigma que ofrece la Modernidad. Al paradigma, al cual el agotamiento de la Modernidad le da un significado histórico-mundial muy especial. ¿Qué paradigma es ese?
Capitulo 4. El Occidente alternativo.
¿Qué impide la comprensión clara y en relieve de la naturaleza y contenido de este trágico y paradigmático talento, con el que el destino histórico ha bendecido a Rusia?
Un talento, al que ella ha renunciado hace veinte años. Un talento que ahora tiene un significado insospechable para la humanidad.

El reconocimiento de la naturaleza y el contenido de este regalo (talento) está impedido por el conflicto prolongado entre los occidentalistas y los potchvenniky. Un conflicto historiosófico y político. Un conflicto que se prolonga por los siglos. Un conflicto que forma los estereotipos del entendimiento de nuestro destino histórico.

Estos estereotipos siempre han molestado a nuestro auto-entendimiento y autodefinición historiosóficos definitivos. Pero ahora son más peligrosos y dañinos que nunca.
Los occidentalistas están convencidos de que existe un único Occidente, que es el bien absoluto, y al que Rusia sigue sin poder comulgar.

Los potchvenniky están convencidos, de que Occidente es el mal absoluto, del que Rusia tiene que estar lo más lejos posible.
Con todo esto nunca se ha dado una respuesta positiva a la pregunta ¿qué es entonces Rusia, en tanto que ella no es parte de Occidente?
La idea de los potchvenniky en general se reducía a que Rusia no es Occidente. Pero ¿qué es entonces? Los potchvenniky no tenían respuesta a esta pregunta. Y se entiende el porqué. Siendo gente infinitamente fina e inteligente, ellos no podían no entender, que Rusia de ninguna forma puede ser el Oriente, ser Asia. La diferencia entre Rusia y China o India era demasiado grande.
Al fin y al cabo, se habla de la común para Rusia y Occidente auto-identificación cristiana. Una guerra interminable de las dos ramas de la cristiandad (catolicismo y ortodoxia), no pudo impedir la comprensión del hecho, de que la guerra sólo se desarrolla entre dos ramas de la misma cristiandad.

Entonces, para los potchvenniky, Rusia no es ni Oriente ni Occidente. ¿Qué es entonces?
La historiosofía no puede satisfacerse con aquel eclecticismo que le ofrece una ciencia tan respetada por ella como es geopolítica. Para un geopolitólogo todo está claro. Si Rusia no es Occidente (es decir Europa) ni Oriente (es decir Asia), entonces es un híbrido, o en su defecto, Eurasia. Desde el punto de vista geopolítico Rusia, por supuesto, Eurasia. ¿Y qué? Incluso desde el punto de vista político esta conversación es defectuosa, porque existe tanto el concepto de “Eurasia liberal” de Andrei Sajarov, y varios conceptos de “Eurasia conservadora”. ¿Qué podemos decir entonces sobre la historiosofía?
Los defensores del movimiento Eurasia sufrían en gran medida su insuficiencia historiosófica. Y no sabían cómo y con qué compensarla.
¿A lo mejor, llamar a Rusia puente entre Oriente y Occidente? Pero si estos nombres tenían un cierto contenido en los siglos XVIII y XIX, para finales del siglo XX este contenido se esfumó completamente. ¿Y qué decir sobre la segunda década del siglo XXI? Aquí definitivamente empezó a ser claro, que a Oriente (por ejemplo a China) no le hace falta ningún puente especial para construir sus relaciones con Occidente. ¿Y cuál es el lugar entonces de Rusia en el mundo?
Pensando sobre esto, Vladimir Soloviov escribió lo siguiente:
“¿Qué Oriente quieres ser: El Oriente de Xerxes o de Cristo?”.
Como vemos la necesidad de la definición de la esencia historiosófica de su Patria origina, se requiere una división de conceptos, con ayuda de los cuales se podría dar esta definición. El término Oriente se divide. Aparecen dos Orientes muy diferentes. Pero la vida de los términos, los llames como los llames (dialéctica o de cualquier otra forma) tiene sus propias leyes. De acuerdo a estas leyes si el término Oriente se ha dividido, creando dos Orientes, también tiene que dividirse el término Occidente, creando dos Occidentes.
La existencia de dos Occidentes se origina no sólo en semejante dialéctica de los términos, que al final es abstracto e idealizado. Sobre la existencia de dos Occidentes también nos habla historia. Los dos Occidentes existen desde tiempos ancestrales.
Ellos fueron proclamados ya por Homero en su “Iliada”. Porque la guerra entre Troya y los aqueos ya era la guerra de un Occidente contra otro. Además, una guerra sin tregua, en cierto sentido una guerra Metafísica. De otro modo no la proclamaría Homero. Y si la proclamara, no dejaría una huella tan honda en miles de años.
El otro poeta, que ya no era griego sino romano, Virgilio, que dejo una huella histórica, filosófica y artística igual de profunda, apela al género de Eneas, o sea Roma y Creta.
En consecuencia, la guerra entre los aqueos y Troya se presenta como guerra entre civilizaciones crito-minoica y crito-micénica.
Aquí hablamos incluso no sobre los hechos históricos, que son interpretados de formas diferentes en distintas épocas, sino sobre las identificaciones que perduran en la historia. Sobre los hilos históricos, que se extienden por el laberinto de historiosofía.
El hilo tejido por Virgilio en su “Eneida” se extiende por las épocas, como el hilo tejido por Homero. En estos poemas se forman las identidades. Estos poemas se aprenden de memoria en los liceos y universidades. Y por esta razón, los modelos socioculturales que conforman son mucho más importantes que los hallazgos arqueológicos y los manuscritos históricos.
La Antigua Roma ha heredado mucho de Grecia. Pero siempre la percibía como su hostil alternativa. Destruyendo hasta los fundamentos algunas ciudades griegas insumisas, los guerreros romanos escribían sobre las tablas “la venganza por Troya”.
Los imperios de César y de Alejandro Magno son dos Occidentes diferentes.
Constantino I, abandonando Roma, se disponía a construir una nueva capital Oriental en Troya. Y sólo después ha eligió Constantinopla.
Los Bizantinos se llamaban a sí mismos romeos, y con esto entendían perfectamente, que ellos son la alternativa a Roma, y no su copia.
Esta alternatividad que se extiende desde la profundidad de los siglos, Bizancio fue traspasado a Moscú.
Y la cuestión aquí en absoluto está en ser la tercera Roma. Sino que al tomar el regalo de esta alternatividad, Rusia definitivamente se ha formalizado como segundo Occidente. Alternativo a aquél Occidente clásico, que ha unido su destino con Roma y no con Grecia.
Y ahora miremos detenidamente los contornos de este paradigma alternativo del desarrollo, que es el único que se opone al paradigma de la Modernidad, siendo aún con esto un paradigma del desarrollo.
El proyecto Modernidad, fraccionando la sociedad tradicional, la tira al fogón y se mueve hacia adelante, formando así una sociedad individualista. Una sociedad atomizada, y sólo por esa razón, regulada por las instituciones creadas por la Modernidad. La institución del Derecho, el cual es, para la Modernidad, un super-regulador social (instituciones políticas, etc.).
Rusia, después de Pedro el Grande, ya no puede usar los reguladores de la Pre-modernidad, eficaces sólo en el caso de que la sociedad sea tradicional. Pedro, demasiado drásticamente, rompió con la tradición. Pero Rusia no reconoce al Derecho como super-regulador, y en consecuencia no pasa al territorio de la Modernidad. Y con ello Rusia se desarrolla, y además precipitadamente.
¿Qué actúa entonces como super-regulador, que permite a Rusia formar una sociedad no Modernista y que se desarrolla rápidamente?
El análisis muestra, que este regulador es la cultura, que en Rusia juega otro papel completamente distinto al de Occidente. En Occidente nadie dirá que el teatro es una cátedra. Nadie considerará a los escritores, incluso a los más geniales, como profetas y como profesores (morales e incluso en algo, hasta religiosos).
Sin embargo, precisamente esta es la forma en la que Rusia tiene en cuenta a Pushkin, Tolstoi y Dostoyevskiy.
Así que Rusia guarda el colectivismo, asegurando el desarrollo. Y el proyecto Modernidad en su versión occidental se apoya en la destrucción del colectivismo.
Rusia crea en su periodo soviético un colectivismo industrial e incluso postindustrial único.
Sólo esto es suficiente para afirmar la disimilitud fundamental del paradigma moderno, y la versión rusa del desarrollo.
Pero existen muchas más cosas. Rusia no tolera la concepción de este desconsuelo secular, en la que se basa la Modernidad. Siempre sigue buscando el consuelo, secular o cuasi secular (es decir la posibilidad no religiosa de obtener la inmortalidad). Sobre esto habla “El asunto común” de Fedorov, y la filosofía del cosmismo, y la construcción de Dios de los bolcheviques. Aquí lo importante no son las particularidades que pasan por la historia, sino la voluntad de Rusia de la búsqueda y encuentro del consuelo secular.
Y otra vez, un paradigma del desarrollo alternativo.
El formato del documento no nos permite describir de forma más pormenorizada todos los niveles de semejante alternatividad. Los argumentos presentados son suficientes para reconocer el hecho de su existencia. Y para nosotros, sólo con este reconocimiento nos es suficiente.
Porque ya es hora de pasar al análisis político, y analizar las consecuencias precisamente políticas, que derivan de este hecho fundamental.
Rusia ha adoptado el bolchevismo. Por un lado, como enseñanza marxista occidental. Y por otro lado, como algo suyo, profundamente popular. Pero al adoptar la enseñanza marxista occidental Rusia adoptó no el capitalismo, ni la modernidad como medio de legitimación del capitalismo, sino algo alternativo. Otra vez vemos la fidelidad de Rusia al principio fundamental del Occidente alternativo.
Probablemente, por esta razón Occidente odia a Rusia mucho con más agresividad que con la que odia a Oriente. Así se odia algo cercano pero distinto. Así se odia al competidor historiosófico. Porque la verdadera competencia historiosófica puede tener lugar sólo en el caso de que los competidores tengan los paradigmas del desarrollo alternativos.
Y ahora pensemos sobre el resultado político obtenido.
Si la Modernidad era una vía de la legitimación del capitalismo, y si Rusia por los siglos (antes de los bolcheviques y con ellos) era la portadora de la idea alternativa de desarrollo a la idea de la Modernidad, entonces, ¿cómo Rusia podía legitimar su capitalismo? Esto le exigiría pasar al territorio de la Modernidad. ¿No es cierto?
Rusia quedaba fiel a sí misma, guardando su gran acometido, su regalo del destino, no podía no renunciar al capitalismo. Marx era occidentalista y anticapitalista. Celoso defensor del desarrollo y oponente al proyecto Modernidad. Por ello, él ha sido recibido precisamente en Rusia de una forma tan violenta y repensado tan profundamente.
De todo lo que le ofrecía su destino histórico, Rusia podía acoger sólo el marxismo. Lo acogió, reinterpretándolo a su manera. Hay una bi-unión orgánica en Rusia de los bolchevismos: el occidentalista, marxista; y el suyo, popular. Sin esta bi-unión, los bolcheviques no habrían podido siquiera ganar la guerra civil. Y menos aún, construir un nuevo gran Estado.
Esto fue lo que perdimos en 1991. No perdimos entonces una de las formas posibles del estatalismo. Sino nuestro destino histórico.
Esto es lo que hemos perdido, y esto es lo que tenemos que encontrar. ¿Cómo podemos no devolverlo, si nuestro capitalismo resultó ser una patología andante? ¿Si no podemos acoger a la Modernidad, sin renunciar al destino histórico y nuestra propia identidad? ¿Si el Occidente histórico, creador para sí mismo de la legitimidad de la Modernidad, está dispuesto tirar este proyecto a la basura? ¿Si nosotros no tenemos condiciones asiáticas de base para la prolongación de la agonía de la Modernidad? ¿Si no queremos prolongar la agonía y queremos obtener una nueva vida?
El capitalismo ha perdido su legitimidad totalmente. Ahora él, o a marchas forzadas se convertirá en fascismo, o sumisamente abandonará el escenario mundial. Lo más probable es que no lo abandone sumisamente. El capitalismo construye nuevas combinaciones de proyectos globales, aún fuera de las fronteras de su propia legitimidad. Y fuera del capitalismo como tal. Pero estas combinaciones con el espíritu de la “humanidad multi-nivel” fascista son igualmente incompatibles con la vida de Rusia, como el paso al territorio de la Modernidad agonizante.
Entonces, ¿cómo se puede salvar a Rusia, y junto con ella la idea del desarrollo, y en consecuencia, todo en el mundo? El humanismo… El hombre como tal…

 

Conclusión: Renuncia a la renuncia.
Acogiendo al capitalismo, y por tanto al proyecto Modernidad, Rusia ha renunciado a sí misma. Ahora tiene que renunciar a su renuncia. Es decir, a la Modernidad y al capitalismo. Respectivamente, ella tiene que encontrar una nueva vida, ya al otro lado del capitalismo.
Esto no es vkusovschina, ni el voluntarismo, ni manilovismo (de Manilov, personaje de Gogol en “Almas muertas”), ni unos sueños utópicos. Esta es la única oportunidad de Rusia y de la humanidad. Por supuesto, si la humanidad no se quiere sumergir al abismo de los juegos Contra-modernos y Postmodernos.
El primer proyecto: la Modernidad agonizante…
El segundo y tercer proyecto: Postmodernidad y Contra-modernidad, la esencia malvada de los cuales aumenta con la creación de la configuración de los proyectos Postmodernistas y Contra-modernistas.
Si Rusia no puede ni debe encontrarse a sí misma en todo esto, necesita un Cuarto Proyecto.
En la base de este Proyecto, un paradigma alternativo del desarrollo, que ha sido llevado por Rusia a través de los siglos y el cual en condiciones de la agonía de la Modernidad, es el único que puede salvar la idea del desarrollo. Y, en consecuencia, al ser humano y a la humanidad.
Las repeticiones directas son poco productivas desde el punto de vista histórico. Y aún así no es difícil de ver, que el comunismo, ridiculizado y calumniado, no es una tontería casual, traída por extraños a una tierra rusa pisoteada. Precisamente él es profundamente afín a su destino. Responde al principio supremo de este destino, el cual por supuesto es precisamente el paradigma alternativo del desarrollo.
Rusia ha renunciado al comunismo en mal momento.
Rusia ha jurado al capitalismo en muy mal momento.
Entonces, incluso en los errores más terribles hay algún sentido histórico, no siempre visible para nosotros. Por algo ha pasado todo esto. ¿Pero por qué? ¿No será que para que Rusia, saboreando esta copa amarga y encontrándose ante el abismo, entienda toda la profundidad de aquello a lo que renunció por aquel entonces? Y pudiera encontrar fuerzas en su interior… No, no para la vuelta atrás al pasado. Sino para una profunda reflexión (¿redefinición?) de dicho pasado.
A nosotros, al igual que al mundo, ahora mismo no nos hace falta un remake del tema rojo. Necesitamos un Cuarto Proyecto, que recogerá todo lo mejor del pisoteado pasado soviético. Uno que a la vez con esto tenga en cuenta, sólo ahora visible por la tragedia sucedida, la gran y profunda tradición. ¿No pasaría esta tragedia para que la tradición fuese revelada hasta el final?
El Cuarto Proyecto, cogiendo todo lo mejor del comunismo, que Rusia históricamente ha vivido, resucitará todo aquello que el comunismo histórico no había acabado de hacer y de pensar, lo que había rechazado.
El comunismo histórico rechazó a la Metafísica, el principio supremo del consuelo soviético. Nosotros restableceremos este principio en sus derechos.
El comunismo histórico rechazó la necesidad de luchar por el nuevo hombre y el nuevo humanismo. Nosotros devolveremos esto al nuevo proyecto y a la nueva vida.
El comunismo histórico ha cometido un error ontológico y a la vez psicológico. Él no ha podido salir victorioso, y radicalmente imponer el principio de la validez vital (lo que Erich Fromm denominó con el término “ser”) al principio de la alienación (denominado por Fromm como “tener”). Corregiremos este error.
El comunismo histórico no supo construir un puente entre el particular principio de la explotación y el principio general de alienación. Construiremos este puente.
El comunismo histórico detuvo al resolver los problemas industriales en aquella barrera, en la que la ciencia se convierte en una fuerza productiva autosuficiente. Con todas las consecuencias políticas y político-económicas que emanan de ello. Nosotros tomaremos esta barrera.
Nosotros reconocemos, que el lugar de los intelectuales, como una capa intermedia lo hereda el cognitariado como clase, que posee en el siglo XXI todos los derechos, que derivan de que la ciencia se esté convirtiendo en una fuerza productiva autónoma.
Nosotros entendemos, que esta clase ha sido derrotada en los últimos veinte años. Bueno, con todo esto precisamente, en Rusia ha sido especialmente perseguida, y la más explotada. Recogeremos los escombros de la clase derrotada. Acabaremos de construirla y nos apoyaremos en ella.
El Cuarto Proyecto no sólo es una necesidad histórica. No es sólo la única forma de salvación de la humanidad ante la destrucción. También es una forma de legitimación del poder.
El Proyecto Modernidad ha legitimado al poder del capital. El Cuarto Proyecto legitima al poder del cognitariado ruso. Derrotado y humillado, pero no destruido.
Nosotros entendemos, cuan monstruosamente difícil es la meta que nosotros nos ponemos.
Entendemos que el camino que lleva a su realización es duro.
Pero también entendemos otra cosa. Que no hay ninguna otra manera de salvar a Rusia. Y que la muerte de Rusia se convertirá también en la muerte de la humanidad.
Dentro de una absoluta desesperación, provocada por la brutal derrota de nuestro país, hemos encontrado una pequeña holgura.
Hemos visto que desde el callejón sin salida se puede salir. Y hace falta salir.
Sólo estamos palpando esta salida. Pero allí, donde antes sólo veíamos una absoluta desesperación, aparece un rayo de luz, que se asoma a través de una pequeña rendija. Esta luz viene de nuestro futuro post-capitalista, y construyéndolo redimiremos lo sucedido hace veinte años. Recuperaremos lo perdido y obtendremos algo mayor.
Todavía no vemos del todo, pero ya no somos ciegos. Y ya no somos indefensos. Queremos ver nosotros y ayudar a ver a los demás. Nosotros reunimos a todos, quienes busquen lo mismo. Nos sobreponemos al espíritu de la derrota en nosotros mismos y en los demás.
Tenemos una oportunidad para la victoria. Tenemos que aprovecharla hasta el final. Este es nuestro deber ante los vivos y ante los muertos.

Jvalynsk
14 de agosto de 2011.