Ideología o muerte

Creo firmemente que la Rusia postsoviética en su estado actual podrá completar la operación especial en Ucrania, por supuesto, siempre que no haya súper-ambigüedades de élite.

Pero estoy también firmemente convencido de que esta Rusia no podrá sobrevivir a un conflicto a largo plazo con el Occidente colectivo, sin lograr la capacidad de movilización ideológica en toda regla.

Y que tal movilización es imposible mientras se mantengan todas las tendencias e instituciones agregadas de hoy.

La movilización ideológica sólo es posible en una Rusia completamente nueva. ¿Podrán quienes crearon la Rusia de hoy transformarla de manera tan radical, es decir, hacer algo más que una simple revolución desde arriba? Las posibilidades de que esto suceda son extremadamente pequeñas. Y sin estas posibilidades extremadamente pequeñas, puedes ganar con mucha dificultad la operación especial y perder esa gran confrontación larga que Occidente nos impondrá sea cual sea el resultado de esta operación especial.

Así que, en nombre de la salvación del país, habría que hacer algunos esfuerzos extraordinarios para aplicar no una burocracia retardada, sino una ideologización muy diferente de nuestra sociedad. En cambio…

7 de mayo de 2022 TASS ´´[agencia de noticias rusa – nota del traductor] nos dice lo siguiente: “Rusia ya tiene su propia ideología, que incluye el deseo de defender sus intereses y un sólido patriotismo”. El secretario de prensa de la Presidencia, Dmitry Peskov, lo dijo en un discurso en el maratón educativo Nuevos Horizontes, organizado por la Sociedad Znanie.

Así respondió el portavoz del Kremlin a la pregunta de si existen ahora ideas para una nueva ideología de Estado en la Federación Rusa. “¿La mentalidad que domina nuestra sociedad no es ahora una ideología? ¿El patriotismo sensato que domina nuestro país no es una ideología? ¿El deseo de defender los intereses propios no es una ideología?“, preguntó Peskov en respuesta a las preguntas, según TASS.

TASS continúa diciendo, en referencia a lo que Peskov considera categorías ideológicas, que estas categorías pueden incluir (citando a Peskov) “el deseo de vivir normalmente, de desarrollarse, de adquirir conocimientos, de ser rico, sano, moderno, tecnológico“.

Según TASS, Peskov, resumiendo, dijo: “¿No es esto ideología? Desde mi punto de vista, es una ideología. Y ya la tenemos“.

Lo declarado por Peskov puede ser discutido de diferentes maneras.

En primer lugar, como una simple reacción humana a la idea que flota en el aire de que el estado adquiera la ideología estatal que necesita, es decir, la ideología obligatoria para todos, tal vez incluida en la Constitución de la Federación Rusa como tal.

Dmitry Sergeevich Peskov es mucho más joven que yo, ahora tiene 54 años, y en el momento del colapso de la ideología estatal llamada comunismo, tenía poco más de veinte años. Por lo tanto, probó el fruto del árbol de la ideología comunista de Estado, se podría decir que en dosis homeopáticas. Pero incluso eso fue suficiente para él.

En cuanto a mí, como se dice, me obsequiaron con esto en su totalidad. Y sé lo que es. Se trata de un Suslov, con aspecto de momia, en función del ideólogo jefe del Comité Central del PCUS. Y también el cardenal gris del partido.

Los representantes de la izquierda de entonces, que aún no se habían convertido al miserable trotskismo de los movimientos neocomunistas, y a quienes conozco, llamaron con confianza a Suslov “un asesino del sentido comunista”. Y a lo largo de los años me he convencido cada vez más de que esto es exactamente lo que sucedió.

Mijail Andreevich Suslov

En el primer año del Instituto de Prospección Geológica, en el que ingresé en 1967, nos enseñó la historia del PCUS un veterano [de la Segunda Guerra mundial – nota del traductor], un hombre, aparentemente, bastante digno, pero sabiendo que en cuestiones de ideología, como dicen, “ni para atras ni para alante”.

En cambio, yo sí exploraba todas direcciones con entusiasmo juvenil. Y constantemente ponía al ex combatiente de primera línea en una posición incómoda.

Como este veterano había defendido su tesis previamente ante mi padre, que le había ayudado mucho por el recuerdo de sus méritos en el frente, para empezar él se quejó ante mi padre. Mi padre me dijo: “¿No has encontrado otro lugar para tener una discusión ideológica? ¿Por qué no vas al departamento de historia de la Universidad Estatal de Moscú o al de filosofía? ¿Por qué torturan a este digno hombre con preguntas que están fuera de su campo de experiencia? Y, perdón, ¿más allá de su capacidad mental? Ponte en su lugar, ponte en su piel y aprovecha el instituto al que asistes para adquirir conocimientos que no son de humanidades. Este instituto no es adecuado para las humanidades. Dicho todo esto, mi padre añadió: “La historia es siempre ideológica, y la historia del partido es algo que huele fuertemente a oscurantismo ambiguo”.

Dicho esto, mi padre se fue a trabajar. Y mi madre, sonriendo, me contó cómo mi padre, tras la liquidación del Instituto Pedagógico de Zagorsk, donde era vicerrector, empezó a buscar trabajo en Moscú. “Y entonces”, dijo mi madre, “me despierto en medio de la noche y lo encuentro dando vueltas en la cama, sin dormir. Le pregunté por qué no estaba durmiendo. Responde: Me ofrecieron un trabajo en la Universidad Estatal de Moscú. Yo digo que eso es genial. Y mi padre responde con un suspiro: sí, pero me ofrecieron un trabajo en el Departamento de Historia del Partido. Pero no quiero aceptar esta oferta, aunque en términos materiales es más que prestigiosa”. “Pues, no la aceptes”, dijo ella, “y deja de dar vueltas en la cama”.

Mi padre, según mi madre, inmediatamente se durmió con el sueño de los justos. Y poco después del rechazo de aquella tentadora oferta de la MGU, se convirtió en profesor asistente en el Departamento de Historia Moderna y Contemporánea del Instituto Pedagógico Regional de Moscú (MOPI), donde defendió su doctorado, se convirtió en profesor y pronto en jefe del departamento.

“Esta es una casta muy especial: los que aceptan enseñar la historia del partido”, me dijo mi madre, al darse cuenta de que yo no cumpliría con la solicitud de mi padre de compadecer al maestro, con quien mi padre simpatizaba como combatiente de primera línea y continuaría teniendo problemas. Y así sucedió.

Luego, dos semanas después, el jefe del Departamento de Historia del Partido acudió a las clases impartidas por este veterano. Al entrar en la clase inmediatamente se volvió hacia mí y me llamó camarada Kurginyan. Y le pidió al camarada Kurginyan que le respondiera rápidamente la pregunta de qué indicó exactamente Vladimir Ilich Lenin en su obra “Honrar a Herzen” en el apartado 8. Conocía de memoria esta maravillosa obra, me gustó la forma en que estaba escrita y le dije al jefe del Departamento de Historia del Partido: “Todos estos séptimos y octavos están en la antología, pero Lenin no tiene esto en su obra”.

El jefe del departamento estaba en una posición incómoda. Anunció un receso de quince minutos y, llevándome aparte, dijo: “Conozco bien a tu padre y lo respeto mucho. Por alguna razón, no ingresaste al departamento de historia, sino al MGRI. Y aquí tus reflexiones ideológicas y digresiones históricas no te traerán ningún éxito, pero te encontrarás con grandes problemas. Alguien está escribiendole a la KGB sobre ti, nos llaman, preguntando de qué se trata. ¿Para qué necesitas tales aventuras? Después de todo, ingresaste al MGRI. Déjame liberarte de conferencias y seminarios e inmediatamente te pondré un cinco ´´[máxima calificación en Rusia – nota del traductor]. Y no atormentarás al maestro.

Esto no lo dijo en un tono burocrático, sino en un tono muy humano, el tono de una persona cansada que soñaba con estudiar historia y cambiaba ese sueño por clases que nada tenían que ver con la historia. En la voz del jefe del departamento había un anhelo especial, que es similar al anhelo de un amante que resultara ser un eunuco en el harén del sultán. Algo como esto…

No acepté esta propuesta, asistí a clases, aprobé el examen entre los cinco primeros. Pero por alguna razón recordé esta historia por el resto de mi vida. Y entiendo por qué Dmitry Sergeevich Peskov no quiere volver a los tiempos en que tales historias eran un complemento idiota no gratuito de la existencia de una ideología estatal llamada comunismo en el estado soviético.

Entonces, ¿realmente quiero que otro maestro le diga a mi nieta lo que me dijo el jefe del Departamento de Historia del Partido seis décadas antes? Por supuesto que no quiero eso. Además, entiendo muy bien que si este estado y estos funcionarios se dedican a plantar cualquier tipo de ideología estatal, entonces crecerá el odio por esta ideología en un par de años. Les tomó varias décadas a los dogmáticos comunistas hacer esto.

Esta es la primera versión de la discusión de lo dicho por Peskov.

La segunda opción implica considerar la llamada muerte de la ideología. Según muchas construcciones convincentes, la ideología murió como tal como resultado de la destrucción de la sociedad industrial clásica en su versión soviética o burguesa. Hay un claro sesgo en esta afirmación de los teóricos de la sociedad industrial (tenían que matar la ideología comunista hablando de la muerte de la ideología en general), pero también algo sensato que tiene que ver con la valoración del papel de los significados en la llamada sociedad de consumo.

Alguien puede objetarme diciendo que la sociedad comunista soviética no era ni debería haber sido una sociedad de consumo. Responderé: gradualmente se convirtió en eso a instancias de Suslov, Andropov y otros miembros del Politburó. Y comenzó bajo Jruschov. Suslov, Andropov y otros solo siguieron esta tendencia.

Un sociólogo y filósofo occidental muy destacado, Erich Fromm, llamó a esta mutación de la sociedad comunista el triunfo de la ideología del “goulash-comunismo” ´´[ “comunismo-sopero” – sería una traducción aproximada – nota del traductor]. Fue el triunfo de esta mutación de la ideología comunista lo que llevó al colapso de la URSS.

El verdadero comunismo podía sobrevivir en la lucha contra el capitalismo. Pero el comunismo de consumo, también conocido como “comunismo goulash”, no pudo resistir la lucha contra la sociedad de consumo occidental. No pudo resistir y no sobrevivió.

Clausura del XXII Congreso del PCUS. 1961

La tercera opción para discutir lo que dijo Peskov no puede dejar de tocar el tema más doloroso. La cuestión de la facilidad con la que el PCUS abandonó el escenario político e ideológico mundial. Después de todo, la Unión Soviética derrotó al nazismo. Y en ese sentido, demostró la superioridad de la ideología comunista sobre la nazi. ¿No es así?

Pero los nazis, una vez derrotados, no se dispersaron cada cual para su lado, sino que crearon una clandestinidad nazi de posguerra muy eficaz. Y fue esto último, lo que finalmente remató al comunismo. Y ahora se está vengando de su derrota en mayo de 1945.

Pero el PCUS, al que nadie presionó como presionaron al nazismo, no pudo resistir ni siquiera las desgracias relativamente menores y se desmoronó por completo. Es poco probable que alguien quiera refutar esta afirmación apelando a Gennady Andreyevich Zyuganov.

¿Qué sucedió? ¿Qué falla ideológica llevó a este resultado?

Si queremos sobrevivir en las condiciones de una fuerte confrontación de varios años con Occidente, entonces una pregunta tan directa debe responderse con honestidad. Y esto es difícil de hacer tanto teórica como moralmente. Lo último es lo más difícil. Porque no hay ni puede haber una respuesta honesta sin una discusión profunda y franca del problema del Hombre como tal. Bueno, ¿cómo discutir todo esto en la sociedad moderna? Esto apenas puede hacerse dentro de los límites de las especificidades informativas actuales. Pero en realidad éstas predominan.

No hace mucho recibí una llamada de personas de la televisión que respeto y que me pidieron que participara en una discusión sobre las tendencias nazis en la Rusia postsoviética, cuya presencia supuestamente preocupa al venerable New York Times. Y que es considerado por él como un catalizador para la nazificación de la Rusia de Putin.

Afortunadamente, organicé reuniones no cancelables para mí exactamente en el período de tiempo en que tuvo lugar esta discusión. Y no tuve que explicar en detalle a estas personas que respeto por qué fundamentalmente no quiero participar en una discusión televisiva sobre este tema.

Cualquier profesión deja su impronta en los planteamientos de cualquier problema ideológico. Para un profesional en general, y más aún para un profesional que se ha dedicado a actividades de educación televisiva, sólo existe lo que puede ser discutido en su lenguaje profesional. Es decir, en este lenguaje primero es necesario describir el fenómeno, y luego ya en él discutir la escala del fenómeno, su dirección, etc.

No cabe duda de que muchas cosas se pueden discutir en el lenguaje profesional de nuestros intelectuales televisivos. Es decir, con la ayuda de observaciones breves, sucintas y polémicas. Pero no todo se puede discutir en este estilo.

Al decir esto, no defiendo en absoluto el aburrimiento académico, cuyo lenguaje es aún más indefenso cuando se trata de discutir las cuestiones ideológicas más agudas.

Para mí, a pesar de toda la relevancia de las discusiones televisivas inteligibles sobre temas candentes, como los detalles de la operación especial en Ucrania, sería necesario en este momento crear otro lenguaje que permita discutir cosas que son mucho más serias y candentes, sin entrar en el territorio del tedio académico.

Pero no hay muchos que quieran hacer esto. Pero el Estado, cuyo interés esencial y directo es desarrollar esto en todas las formas posibles, está sumamente alejado del más mínimo contacto con problemas conceptuales estratégicos que son fundamentalmente ajenos a sus representantes.

Explicarles a los representantes del estado que esto terminará mal para ellos es de alguna manera hasta vergonzoso.

Se podría decir que Rusia solo puede vivir si hay una actitud ideológica suficientemente caliente y que la muerte de la ideología se convierte en la muerte de Rusia.

Se podrían dar ejemplos ilustrativos.

Así es como siempre trato de hacerlo. Y al mismo tiempo soy consciente de la completa inutilidad de tales intentos.

En cuanto a las profecías de The New York Times sobre la posible nazificación de Rusia, casi nadie tiene dudas sobre el hecho de que este venerable periódico y sus dueños hicieron todo lo posible para asegurar esta misma nazificación en sus diversas versiones. Y que la bajísima eficacia de los nazificadores americanos de Rusia está determinada por varias extrañas circunstancias que no permiten a estos nazis repetir su exitosa experiencia de la nazificación de la Alemania de Weimar.

Circunstancia No. 1. La victoria sobre el nazismo en su absoluta santidad para la gran mayoría de la población.

Circunstancia No. 2. La creciente valoración de Stalin como líder ruso con apellido georgiano y un fuerte acento caucásico. Una valoración tan creciente de tal figura no podría darse en ninguna parte del mundo, excepto en Rusia.

No me gustaría hablar del internacionalismo de Rusia. Preferiría llamar a lo que da lugar a esta circunstancia “suelo imperial irrevocable”, que no permite que los excesos del nacionalismo extremo crezcan fácilmente en un país objetivamente multinacional.

Circunstancia No. 3. Curiosidad viva y al mismo tiempo escéptica en grupos considerables de la población en relación con cuestiones semánticas e ideológicas de diversa índole.

Rusia todavía está demasiado viva y curiosa para morder el anzuelo de la obvia filosofía de la muerte, que es el nazismo en todas sus modificaciones.

Esto inspira ciertas esperanzas, por supuesto, más bien débiles, porque tanto la vivacidad como la curiosidad en estos asuntos son evidentemente insuficientes. Y no está claro si la población comprenderá alguna vez que para ellos, en el actual escenario de los acontecimientos, la ideología no es un manjar de élite, sino una cuestión de vida o muerte para todos los que habitan nuestro territorio ahora maldito por Occidente.

Personalmente, entendí todo esto ya en el décimo grado de la escuela secundaria. E incluso entonces formulé claramente mi posición y visión del mundo. Consistía en el hecho de que la ideología comunista se está desvaneciendo, y que cuando finalmente se desvanezca, habrá una catástrofe histórica mundial llamada “el colapso del sistema soviético y del estado soviético”.

Era 1966. Caminaba con mis amigos por las calles de Moscú y discutía enérgicamente esta posición mía, demostrando que es ideológicamente completa, científicamente fundamentada, etc.

Mis amigos me escuchaban con respeto y escepticismo al mismo tiempo.

En primer lugar, porque lo soviético en todas sus formas se manifestaba entonces con absoluta certeza.

Y, en segundo lugar, porque no se relacionaban personalmente con las tristes circunstancias que yo describía. Bueno, la ideología colapsará, ¿y qué? Es una pena, por supuesto. Es aún peor si el estado se derrumba. Pero mis amigos no consideraban ninguna posibilidad de contrarrestar esto personalmente. Pero yo consideraba esa posibilidad con toda seriedad, considerándome llamado a renovar la ideología comunista y así salvar tanto al sistema como al estado.

Han pasado cincuenta y seis años desde entonces. Y nunca abandoné el camino elegido, cuya esencia era una renovación radical de la ideología comunista.

Primero, en aras de salvar el estado y el sistema existentes.

Y luego, en aras de transformar la Rusia capitalista en un nuevo Imperio Rojo, también conocido como URSS 2.0.

En las décadas de 1960 y 1970, me ocupé de los problemas ideológicos solo en el marco del teatro informal que creé, que se convirtió en una plataforma ideológica de pleno derecho.

En la década de 1980 llegó el momento de la acción ideológica directa: periodística, sociopolítica, conceptual y analítica, etc. Las búsquedas en el teatro continuaron. El teatro se trasladó rápidamente a una pista profesional. Y esto dio nuevas oportunidades para desarrollar la investigación ideológica, ya que el teatro se auto-sostenía y nadie regulaba el uso de mis ganancias de las actividades teatrales.

Hubo una ganancia, y todo estaba dirigido a realizar varios tipos de investigación ideológica.

Sus resultados fueron publicados en el libro “Post-perestroika”, que me demonizó por completo en la mente de la intelectualidad liberal antisoviética, que hasta entonces adoraba nuestro teatro.

Uno de los activistas antisoviéticos más grandes con un pasado en el comité del partido dijo sobre este libro: “Los comunistas tienen cerebro, y es hora de terminar con eso”.

Curiosamente, algo similar y aún más vil fue dicho por uno de los reformadores de la ideología comunista. Él dijo: “Kurginyan será aplastado por el próximo gobierno antisoviético, mientras yo quiero continuar desarrollando mis propuestas incluso bajo el nuevo gobierno”.

En cuanto a mí, continué las mismas actividades de investigación en mi centro analítico, y en el diario Zavtra, y en mi propia revista Rossiya XXI, y en las reuniones del club de Unidad Sustantiva que creé. Y, por supuesto, en el teatro.

Sobrevivir en las condiciones de un estado antisoviético, participar en tales desarrollos y criticar este estado, no fue nada fácil. Pero en realidad logré hacerlo sin abandonar ni un minuto lo que consideraba mi principal vocación.

El siguiente avance estuvo asociado con la publicación de varios libros y apariciones en televisión.

En los programas “Tribunal de la historia” y “Proceso histórico” logré rechazar las calumnias antisoviéticas sobre la ideología soviética y realmente contribuí a la re-sovietización de la conciencia de millones de ciudadanos de la Rusia postsoviética.

Durante los últimos diez años se ha hecho lo mismo no sólo en lo conceptual, ideológico y publicitario, sino también en lo práctico.

El movimiento Esencia del Tiempo , que dirijo, se formó sobre la base de conferencias del mismo nombre que leí en Internet, en las que se describían en detalle los contornos de la ideología comunista reformada.

Los miembros del movimiento que estaban más entusiasmados con esta ideología crearon una comuna de pleno derecho y continuaron participando allí no solo en la teoría comunista, sino también en la práctica comunista.

Todo esto se refleja en mis numerosos escritos filosóficos y políticos y en la poesía dramática.

En 2019 descubrí que mis compañeros planearon y llevaron a cabo la publicación de una colección completa de mis obras, en varios volúmenes. Y todo lo que escribí estaba dedicado al tema que se volvió de vital para mí en 1966.

Me parece necesario que me dirija a estas etapas obvias de mi propia vida y actividad en relación con lo que decidí discutir en este artículo.

Y decidí discutir en él mi terrible distanciamiento de lo que por alguna razón es canónico para la mayoría de los fanáticos actuales de la llamada ideología roja.

Canónico para estos fanáticos no es de ninguna manera Karl Marx, quien formuló varias de las ideas más importantes rechazadas por sus supuestos seguidores.

Por el momento, para mi más profundo pesar, las fabricaciones de la propaganda de Suslov, enmarcadas en la forma de antologías soviéticas de ciencias sociales, o la palabrería en una versión muy condicionalmente neo-trotskista se han vuelto canónicas.

Por el momento, muy a mi pesar, se han convertido en canónicas las invenciones de la propaganda de Suslov, enmarcadas en los libros de texto soviéticos de ciencias sociales, o la verborrea en una versión muy convencionalmente neotrotskista.

Tanto aquí como allí se lleva a cabo la idea, según la cual el comunismo es una doctrina anti-idealista (así llamada materialista, atea, etc.) de la creación de una sociedad sin clases en la que cesará la explotación del hombre por el hombre.

Simplemente se ignora la obviedad de la afirmación del fundador del marxismo de que el comunismo está llamado a superar la alienación del hombre no sólo de los medios de producción, sino de su esencia humana.

También ignora lo que Marx consideró como el principal problema, la muerte espiritual que surge en relación con la alienación de la esencia humana.

Lo que se ignora además es lo que los marxistas llamaban la transición del reino de la necesidad al reino de la libertad, entendiendo por el reino de la necesidad no en absoluto un orden de explotación, sino todo lo que lleva a la robotización del hombre, borrando tanto la distinción entre hombre y máquina como la distinción entre hombre y animal.

Y, finalmente, ignora que para Marx la superación de la alienación de la esencia humana requería no sólo la abolición de la explotación del hombre por el hombre, sino también la superación de todo lo que impone la división del trabajo como tal.

Arriba, enumeré solo las ideas del propio Marx, descaradamente ignoradas por los fanáticos de hoy en día del marxismo supuestamente canónico. Pero Marx se basó en la ciencia del siglo XIX, sus últimos descubrimientos, sus ideas sobre las propiedades de la llamada materia. Marx no tenía idea ni de la teoría de la relatividad especial, ni de la teoría de la relatividad general, ni de las investigaciones encaminadas a crear una teoría general del campo, ni de las partículas elementales en general, y más aún de las partículas extrañas como los neutrinos, ni de los quarks, ni de la primera explosión y expansión del universo, ni de la materia oscura y la energía oscura, ni de las ideas psicológicas y antropológicas más o menos modernas, ni de aquellas teorías biológicas nacidas en los siglos XX y XXI, ni de lo que estos siglos trajeron consigo a la vida pública. Es decir, sobre lo que se llama la comprensión “post-Auschwitz” del hombre y de la esencia humana.

Dado que en todas las obras de Marx estamos hablando de la necesidad de comprender filosóficamente los datos de la ciencia moderna, no hay duda de que esta circunstancia metodológica es irrevocable, según la cual el propio Marx, si viviera un siglo más tarde, comenzaría a comprender no la ciencia del siglo XIX en absoluto, sino la que estuviera a la vanguardia de la investigación científica. Y eso en este sentido es el deber irrevocable de todo verdadero marxista.

Nada parecido se está realizando ni en esa comunidad específica que se autodenomina guardianes del marxismo canónico en su versión soviética, ni entre los llamados izquierdistas.

Por lo tanto, una ruptura con este ambiente que, en su versión del poder soviético, pudrió todo lo que vivía y pensaba en los años 60-70-80 del siglo XX, para luego convertirse en un club musgoso-marginal de estranguladores de todo lo que podría salvar la ideología comunista de la muerte y la degradación después del colapso de la URSS, fue y sigue siendo relevante para mí. Aquí, ese Suslov y sus subordinados, esa mierda pseudo-comunista de hoy, esos ambiguos sub- neo-trotskistas. Todos estos son asesinos del verdadero significado del rojo vivo. Además, los asesinos son mucho más peligrosos que los oportunistas antisoviéticos, que realmente odian todo lo que amo.

O, en cuanto a mí, ambos son peores. Porque la masa de gente que no acepta la inmundicia antisoviética en su versión directa de Svanidze, huyendo de esta inmundicia, cae en un monstruoso pantano pseudo-comunista. El cual, me parece, fue creado para que la huida que comenzó y los impulsos de re-sovietización generados por ella demostraran su completo fracaso intelectual y espiritual.

Mucho antes de 2022, me quedó claro que la desilusión con el liberalismo anticomunista y antisoviético bien podría generar un interés en varios tipos de antisoviétismo “territorial”, tanto moderado como extremo, entre personas decepcionadas por él. Además, la versión extrema del territorial inevitablemente mutará en la dirección de este o aquel nazismo. Tanto al estándar de Hitler como al que surgió después de 1945 y se llama el desarrollo oculto de las ideas del “gran Führer”.

En el camino hacia el triunfo de tal desarrollo de estas viles ideas en Rusia, existen, afortunadamente, ciertos obstáculos bastante fundamentales, que volveré a enumerar al final de este artículo.

Este es el valor especial de la Gran Victoria y de la integración imperial, oponiéndose a las convulsiones nacionalistas extremas, y el humanismo profundo e intuitivo, y la base cristiana de la cosmovisión, y una oposición bastante feroz a los trucos sucios nazis traídos al mundo por el Occidente moderno.

Pero todo esto es solo el suelo en el que debe brotar el árbol de una nueva ideología roja espiritual, que no se enfríe, como el “goulash-comunismo”. O crece, y la oposición a las nuevas tendencias nazis triunfa, o se construye una nueva ideología nazi sobre las ruinas de Rusia, aún más sucia y despiadada que la de Hitler. Espero que no sea así.

¡Nos vemos en la URSS!

Fuente: https://rossaprimavera.ru/article/aadb9bff

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